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La lucha de los académicos en la Universidad Antonio Narro

El movimiento legítimo de huelga emplazado el 18 de febrero, nos enseña entre muchas otras buenas reflexiones que cuando las ideas se vuelven acciones respetando los principios éticos y filosóficos en todo movimiento social, como es el caso del sector educativo universitario, se le debe calificar como un movimiento renovador por la perseverancia en la búsqueda de una solución noble y legítima en favor de la clase laboral a la que pertenecemos los profesores de la educación superior o universitaria.

Lo que ahora le acontece a la Antonio Narro, en mayor o menor medida le sucede a todas las universidades públicas empezando por la gran y primerísima institución educativa como la UNAM. Las universidades públicas son el fiel reflejo de lo que sucede en nuestra sociedad y esto ha sido afirmado y confirmado por editorialistas e intelectuales de prestigio a nivel nacional.

La Universidad Agraria del Norte como también se le conoce a la Narro no debe ni puede quedarse estancada en el siglo pasado, debe salir de este bache temporal inevitable cuando se suscita una legítima huelga y debe llegar hasta las últimas consecuencias con las mejores soluciones.

No se trata de un mal pleito sino de un buen arreglo y esto si se tiene voluntad está al alcance de las partes involucradas, buscando siempre soluciones concretas y ágiles para el bienestar colectivo de los profesores universitarios y haciendo especial énfasis en los que por legítimo derecho desean jubilarse con dignidad y sin incertidumbre alguna.

Una vez más a través de las diferentes tribunas que apoyan a la universidad y a este movimiento renovador hacemos un llamado a la conciliación correcta, legítima y de buena fe entre ambas partes, y resolver por la mejor vía institucional las dos principales demandas: la mejora e igualdad en las condiciones de jubilación o pensión sin restricción alguna, evitando otorgar dádivas o limosnas temporales por derechos legítimos alcanzados y sobre todo resolviendo con inteligencia, audacia y buenos deseos esta situación irregular; y en segundo lugar, la mejora considerable del servicio médico en favor del magisterio en lo general y en particular lo referente al sector universitario.

La universidad es un centro de seres pensantes y con una intelectualidad definida, por ello se deben evitar las especulaciones, medias verdades, arreglos a medias, rumores y comentarios de mala fe que suelen darse en estas circunstancias y entre ambos bandos.

En los responsables: autoridades y sindicato, y en cada uno de los actores se deben buscar y alcanzar los mejores términos en lo social y en lo legal.

Es justo reconocer la labor conciliatoria por parte del sindicato de profesores por perseverar en la lucha social buscando el bienestar común del personal académico ante las autoridades.

Sin temor alguno, hay que reconocer y apoyar a quien de verdad lucha por los valores éticos, cívicos y profesionales en el seno de una universidad de vanguardia.

Busquemos las mejores soluciones para solventar un movimiento sindicalista universitario limpio y efectivo, sin falsas promesas sólo para salir del paso y dejar que los problemas se acumulen con el paso de los años, como le ha sucedido a la universidad en esta época.

Los académicos votamos por una pronta y eficaz solución a este delicado problema laboral.

Dr. Alfredo Aguilar Valdés,

Profesor-Investigador de la UAAAN-UL.

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