Cómo ser más fuertes

La mejor defensa es el ataque. Pero en la competencia entre naciones esto no significa lanzar ataques militares, sino fortalecer la productividad y la competitividad.

Estados Unidos es la mayor potencia del mundo. Su economía es la mayor del planeta y su ventaja frente a la segunda, China, no es sólo cuestión de tamaño sino de calidad. La Unión Americana tiene un producto per cápita de 56 mil dólares al año, mientras que el de China es de ocho mil (FMI, 2015). A pesar del vertiginoso crecimiento chino de las últimas décadas, el estadounidense promedio sigue siendo siete veces más rico en dólares que su contraparte en China.

México tiene un PIB per cápita de nueve mil 452 dólares. Somos seis veces más pobres que nuestros vecinos del norte. La diferencia ha venido creciendo, en lugar de disminuir, desde que los dos países alcanzaron su independencia. Esto no es culpa de los estadounidenses, sino de los mexicanos, que hemos aplicado políticas públicas que han impedido la inversión productiva y la creación de prosperidad. No hay ninguna maldición que sentencie a los países pobres a empobrecerse cada vez más, como lo ha hecho México. China en la época de Mao Zedong era uno de los países más pobres del mundo, pero hoy casi alcanza a México.

Nuestro país enfrenta nuevos y severos retos. Un nuevo presidente en Estados Unidos amenaza con destruir dos de nuestros principales motores: la migración y la exportación. El resultado puede ser desastroso. La emigración ha sido una válvula de escape para las presiones sociales acumuladas en tres décadas de un crecimiento decepcionante. La exportación, especialmente a Estados Unidos, ha sido uno de los pocos segmentos de la economía que han crecido y generado empleos y prosperidad.

¿Cuál debe ser nuestra respuesta? Muchos mexicanos consideran que ante la arrogancia de Donald Trump nosotros debemos ser más arrogantes. Si ellos ponen barreras a los emigrantes, nosotros debemos cerrar las puertas a sus inversiones o a sus turistas. Si ellos imponen aranceles a nuestros productos, nosotros debemos hacer lo mismo con los suyos. Esta visión de ojo por ojo, sin embargo, nos dejará ciegos a nosotros mucho antes que a nuestros poderosos vecinos.

Nuestra respuesta debe ser exactamente la contraria. Si realmente queremos confrontar al país más poderoso del mundo, debemos evitar las represalias que nos dañan más a nosotros y adoptar las políticas que hicieron de Estados Unidos una nación próspera, como la apertura a la inmigración y al comercio, la libertad a la inversión productiva y un estado de derecho sólido.

Las mejores negociaciones del mundo se hacen desde una base de fuerza. Si impulsamos políticas que eleven el crecimiento de México, tendremos una mejor capacidad de enfrentar al gigante. China aprendió a exportar cuando empezó a importar y permitió una mayor inversión privada. Lo mismo podemos hacer nosotros. Si Estados Unidos cierra las puertas a la inmigración que le ha dado talento y fuerza de trabajo, nosotros debemos abrir nuestras fronteras.

Para negociar con un vecino poderoso, nosotros tenemos que ser más fuertes. Si Washington nos quiere debilitar cerrándonos las puertas, lo peor que podemos hacer es cerrarlas más. La mejor solución es abrirnos a la inversión, al comercio y a la inmigración.

Twitter: @SergioSarmiento