(Primera parte)
¡Vaya que si el tiempo pasa rápido! Para bien o para mal, jamás se detiene, es insensible a las alegrías, a las satisfacciones personales, familiares, de grupos, no sabe de qué los momentos felices hay que prolongarlos, como son la celebración de los XV años de las hijas, las graduaciones de los hijos, las bodas de cada uno de ellos y que tan sólo duran escasas ocho o diez horas, después de semanas, tal vez meses, de organización.
Sin embargo, los acontecimientos tristes, como son una larga y mortal enfermedad, parece que se prolongan y que las horas, los días, tal vez mucho más tiempo, transcurren lentamente, y cuando llega el momento de la partida, aparte de resistirnos a ello, nos sume en un estado de depresión, tristeza, melancolía, y se siente que los días, las semanas, transcurren penosa y lentamente y tan sólo es el tiempo que hace que poco a poco se vayan aceptando los designios del Todopoderoso.
Todas estas reflexiones vienen al leer la noticia de que el Papa Francisco ya lleva cuatro años, como tal y podemos pensar… ¡qué rápido ha pasado el tiempo!, pero sí parece que fue ayer, aquella noche, cuando Javier Alatorre comunica al mundo de habla hispana: "El Papa Juan Pablo II ha muerto!". Noticia ya esperada, pero que sin embargo, no pudo evitar que millones de rostros se cubrieran de ese llanto inevitable, de esas lágrimas incontenibles observadas en todos los que llegamos a quererlo y admirarlo. Tiempo después, se conoce a su sucesor, Benedicto XVI.
De esa ocasión, cuando conocimos la noticia que consternó al mundo católico, como fue su renuncia, a continuar con su papado, acontecimiento que habían transcurrido siglos para que se volviera a repetir; después, viene el Cónclave, donde poco después, desde el balcón de uno de los aposentos del Vaticano, conocimos la noticia de que el nuevo Papa era de origen latino, de Argentina, otro dato que tampoco se había visto en toda la historia del Catolicismo de más de dos milenios y que había escogido como nombre: FRANCISCO.
Cuando Juan Pablo II llegó a la categoría de Papa, después de un corto período de su antecesor, de quien escogiera su mismo nombre, Juan Pablo I, fue cosa de poco tiempo, que por su sencillez, por esa sonrisa que conquistó al mundo y quien se ganó la admiración, el respeto de católicos y no católicos, y conforme lo fuimos conociendo, el cariño, el amor se acentuó, máxime cuando en sus giras por el mundo entero al primer país que visitó fue al nuestro y aquella frase tan corta que con ella se llevó el corazón de todos los mexicanos: MEXICO, SIEMPRE FIEL.
El tiempo, como decimos, pasa raudo y veloz, y vimos como a través de los años, los estragos que él mismo fue haciendo en su persona; después de un período de más de veinte años, lapso en el cual muchos de sus admiradores, entre ellos el que esto escribe, llegamos a pensar que jamás de los jamases, iríamos a tener otro Papa que lo sustituyera en la admiración y cariño que éste había tenido; sin embargo… ¡Cuán equivocado estaba!
FRANCISCO CUMPLIÓ CUATRO AÑOS COMO PAPA
