REFRANERO DEL QUIJOTE

El Quijote II, 32

Están en animado coloquio don Quijote y Sancho Panza con los Duques, cuando llegan cuatro doncellas, "una con una fuente de plata y la otra con un aguamanil, asimismo de plata, y la otra con dos blanquísimas y riquísimas toallas al hombro, y la cuarta descubiertos los brazos hasta la mitad, y en sus blancas manos (que sin duda eran blancas), una redonda pella de jabón napolitano".

Con lo que traían, procedieron las cuatro doncellas a lavarle las barbas a don Quijote, quien no advirtió la burla de que era objeto, porque creyó que semejante ceremonia, chusca y divertida, era usanza de aquella tierra.

Sancho acepta que se haga con él lo mismo y el maestresala de los Duques ordena que para tal efecto lo conduzcan a otro sitio.

Al poco tiempo regresa Sancho sumamente molesto. El pícaro barbero, ya no las doncellas que lavaron las barbas a don Quijote, dice que Sancho no se las deja lavar.

"- Sí quiero -respondió Sancho con mucha cólera-, pero querría que fuese con toallas más limpias, con lejía más clara y no con manos tan sucias; que no hay tanta diferencia de mí a mi amo, que a él le lavan con agua de ángeles y a mí con lejía de diablos". Sin dejar la risa, que no podía contener, dijo la Duquesa:

"- Sancho Panza tiene razón en todo cuanto ha dicho, y la tendrá en todo cuanto dijere: él es limpio y, como él dice, no tiene necesidad de lavarse; y si nuestra usanza no le contenta, 'su alma en su palma'".

Al citar este refrán, "su alma en su palma", lo que la Duquesa quiere decir que Sancho es libre de aceptar, o no, que le laven las barbas. Que es su decisión personal, y hay que respetarla.

Sebastián de Horozco glosó este refrán así: "En bien obrar no seas frío / como hombre que está en calma / sirve a Dios con mucho brío / pues tienes libre albedrío / y tu alma está en tu palma.

J.A García Villa

@jagarciavilla