La crisis de confianza

Vivimos en un país y en un mundo de creciente desconfianza. Desconfiamos del presidente, pero también de alcaldes, gobernadores y legisladores. Toda la clase política y muchos funcionarios son descalificados de forma constante. Desconfiamos de las instituciones, incluso de la democracia o de los medios de comunicación.

Uno de los resultados de esta crisis de confianza ha sido el surgimiento de líderes populistas. Hugo Chávez fue electo presidente de Venezuela en diciembre de 1998 por el desencanto con la economía y los partidos políticos tradicionales. Donald Trump ganó las elecciones de Estados Unidos en 2016 como consecuencia también de un sentimiento de desesperanza combinado con un rechazo de los políticos profesionales, como su rival en campaña, Hillary Clinton.

La falta de crecimiento económico ha sido uno de los factores de esta desesperanza. El mundo ha crecido menos a partir de la crisis económica de 2008-2009. Otro factor ha sido la pérdida de relevancia de los medios tradicionales y el surgimiento de redes sociales done el rumor y los “hechos alternativos” parecen tan válidos como la información confirmada. El triunfo de Trump no puede entenderse sin Twitter y sin un deterioro de la credibilidad de los medios tradicionales que exhibieron de manera sistemática la falsedad de las promesas e informaciones del empresario metido a político.

La gran pregunta es: ¿qué viene ahora? La tendencia al surgimiento de nuevos gobiernos populistas es enorme. Marine Le Pen puede ser la próxima presidenta de Francia. Varios candidatos populistas están adquiriendo fuerza en otros países. En el ambiente político actual es más fácil llegar al poder esgrimiendo programas nacionalistas y proteccionistas que defendiendo las políticas de apertura y tolerancia que han sido base del éxito de la democracia liberal.

Los riesgos para el futuro son enormes. La democracia liberal, con acuerdos como la Unión Europea y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ha sido muy exitosa. El tiempo de la globalización, desde 1820 hasta el presente, ha sido el período de mayor crecimiento económico y mayor reducción de la pobreza en la historia. La expansión ha sido particularmente importante desde 1945, al concluir la Segunda Guerra Mundial, cuando la democracia y la libertad económica se expandieron en buena parte del mundo.

Este crecimiento económico, sin embargo, trajo consigo una expansión de la educación y una revolución de las expectativas. Las nuevas generaciones que dejaron atrás la pobreza no se preocuparon por preservar las reglas que habían permitido la expansión, sino que buscaron soluciones mágicas para alcanzar niveles más elevados de prosperidad a pasos acelerados. Muchas de estas soluciones mágicas llevan consigo las semillas de las crisis económicas y los autoritarismos.

Quizás esta crisis de confianzas es inevitable, pero esto no significa que no debemos hacer esfuerzos por advertir de las posibles consecuencias. La última vez que se vivió una situación así fue en la década de 1930 y el resultado fue el surgimiento de gobiernos como el de Benito Mussolini en Italia y el de Adolf Hitler en Alemania. La guerra mundial que provocaron fue la más mortífera de la historia. “Aquellos que no recuerdan el pasado -decía Jorge Santayana- están condenados a repetirlo”.

Twitter: @SergioSarmiento