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La literatura europea por muchos siglos fue la más importante de Occidente; sin embargo, desde la aparición de los escritores de la generación perdida de Estados Unidos, así como la del boom latinoamericano el paradigma se tendría que reconsiderar. Al menos muchas de las corrientes del pensamiento han sido resignificadas y profundizadas por los autores americanos.
Juan Carlos Onetti nació en Montevideo, Uruguay, en 1909. Tuvo una infancia feliz. A los veinte años se casa con su prima María Amalia Onetti, de la cual se divorcia al poco tiempo para contraer nuevas nupcias con la hermana de esta, María Julia Onetti. Carlos Fuentes comentó en alguna ocasión que la casa de las dos hermanas estaba situada en la misma cuadra. Según Fuentes, un día que fue a visitarlo a Montevideo, Onetti y el escritor mexicano charlaron por un tiempo en la casa de la primera; cuando la mujer se enfadó de que pasaran mucho tiempo conversando, Onetti le pidió a Fuentes que lo siguiera. Creyendo que iban a hacer una caminata así lo hizo, salieron y anduvieron por la calle tres casas e ingresaron a una cuarta residencia, ahí se sentaron en la sala y continuaron la plática. Se trataba de la casa de María Julia.
Desde muy joven Onetti ingresó al periodismo. Tenía una columna de crítica cultural donde se burlaba del provincianismo de las artes de la ciudad de Montevideo en aquella época. Firmaba las sátiras con el nombre El periquito aguantador. Durante la Segunda Guerra Mundial se levantaba en la madrugada para escuchar la radio inglesa y enterarse del desarrollo de la guerra. Por la mañana escribía las notas para distintos periódicos en relación con el tema.
EL POZO
El pozo es considerada por la crítica como la primera novela moderna latinoamericana. Es en ella donde por primera vez en nuestra tradición el tiempo y el espacio se dislocan para mejorar la narración de la anécdota. Fue publicada en 1939, y desde sus primeros años se convirtió en un clásico. La actualidad de la historia y el estilo de su escritura aún sorprende. Onetti, en una entrevista con Joaquín Soler Serrano, comentó que la novela El pozo carece de personajes. Ciertamente en este corto libro, de apenas unas 50 páginas, dependiendo de la edición, el narrador solo cuenta los pensamientos y reflexiones que le vienen a la cabeza durante una noche. No sabemos quién es este individuo, Eladio Linacero, lo único que poco a poco comprendemos es que es un hombre solitario de cuarenta años que simplemente una noche cualquiera le ha dado por escribir una especie de memorias inconclusas e inconexas; divaga, salta de tiempo y lugares para hacer una especie de confesión. Aunque la manera de ser contada la historia no sigue un esquema tradicional del tiempo, hay un hilo conductor que hace que el libro sea límpido. Es en esta obra donde se observa la voz poderosa de este autor y más aún la originalidad del mismo. Sin duda sus influencias son existencialistas, La nausea de Jean Paul Sartre fue publicada apenas un año antes, en 1938. No obstante, lo que diferencia a El pozo de un libro como el del francés es su mayor profundidad literaria; es decir, que el relato de Onetti carece de ripios, nada sobra, pareciera un cuento. Asimismo, en la historia del uruguayo por primera vez aparecen los indicios del realismo mágico. El personaje evoca y reconstruye. La muchacha asesinada en su adolescencia camina por el pasillo de la vecindad, entra al cuarto y se acuesta en la cama. Eladio Linacero recuerda y trata de traer de la memoria, gestando en este libro un efecto muy similar al que causarían años después novelas como Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo.
SANTA MARÍA
El pozo apenas fue la primera novela publicada por Juan Carlos Onetti, a la edad de 30. En este libro se vislumbran los elementos de una vasta narrativa que sin duda es una de las más importantes del siglo pasado. Sin embargo, la gran creación que hizo Onetti fue el pueblo de Santa María.
Onetti muchas veces comentó que su gran influencia fue el autor norteamericano William Faulkner. En una entrevista aseguró que la mejor novela que había leído en su vida era ¡Absalón! ¡Absalón! En la opinión de Onetti la novela de Faulkner era insuperable. Para quienes haya leído al autor de Missouri, sabrán que una particularidad de las sagas faulknerianas es que en su mayoría se sitúan en el condado ficticio de Yoknapatawpha, el cual es una recreación de Misouri. En este espacio literario viven familias enteras de personajes, en este lugar es donde ocurren algunos de los sucesos más significativos del sur de Estados Unidos. Onetti, influenciado por esta estética, emuló en sus novelas un pueblo donde se desarrollarían sus historias. Y en este sentido existe otra similitud con el escritor mexicano Juan Rulfo y su pueblo Comala. Gabriel García Márquez sin duda se inspiró en ambos para crear Macondo.
EL EXISTENCIALISMO LATINOAMERICANO
Aunque existen vasos comunicantes entre Onetti y Faulkner, así como entre Onetti y Rulfo (quienes eran amigos), la diferencia principal es que la escritura de Onetti no es rural. Las historias, aunque situadas en Santa María (un pueblo portuario), no tienen esa ambientación rural. Desde luego que se percibe la atmósfera latinoamericana, pero en esto la escritura de Onetti no está tan enfocada. Pareciera que sus motivos son más profundos que una mera elaboración del lenguaje, en el uruguayo las preocupaciones estéticas son más filosóficas. Normalmente sus personajes son hombres solitarios de mediana edad. Normalmente son fracasados. Viven la vida sin encontrarle un sentido (eso desde El pozo es evidente). Por esta razón siempre se ha hecho la relación entre Onetti y Sartre, con su náusea y asimismo entre Onetti y Albert Camus, y su El extranjero (1942). En los tres escritores aparecen personajes similares. No obstante, la tradición latinoamericana modifica este tipo de argumentos.
Para valorar mejor a Onetti habría que recordar que desde los orígenes de la literatura latinoamericana el estilo de la misma ha sido lo real maravilloso y su consecuente desarrollo en el realismo mágico. Ya desde las primeras crónicas de los descubridores y los conquistadores el elemento maravilloso estuvo presente, así como también en la tradición prehispánica. La cuestión es que ya desde estos textos la división entre realidad y fantasía no era tan clara. Los descubridores interpretaban como mágicos sucesos que a la larga encontraron explicaciones racionales. La literatura latinoamericana nunca se deshizo de esta condición, ya que sin duda es una de sus mejores aportaciones. Onetti escribe novelas existencialistas en las que el elemento del realismo mágico transciende su pesimismo.
Esa fue la semilla de la creación del pueblo de Santa María. En el Uruguay de principio del siglo pasado, en la realidad latinoamericana, los problemas existencialistas europeos no encuentran solución. Recordemos cómo acaba La náusea. Antonie Roquentin (personaje de esta novela) decide que el único sentido que tiene la vida se encuentra por medio del arte. Roquetin acaba decidiendo convertirse en escritor, después de escuchar una pieza de jazz en la última escena. En el mundo latinoamericano dicha salida se presenta como un callejón sin salida. En La vida breve (1950) de Onetti, a José María Brausen (personaje principal), si quiere transcender el fastidio y el no sentido de la existencia, solamente le queda imaginarse un pueblo e irse a vivir a él. Ese pueblo es Santa María.
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