Gran acierto el de los hermanos Arellano regresar a la esencia del béisbol en la región con el retorno del Unión Laguna y por supuesto, el color guinda que por tantos años identificó a la novena local.
Durante años, los Vaqueros Laguna con el color naranja del supermercado mexicano por excelencia naufragaron en el gusto del público que nunca llegó a identificarse totalmente con ellos.
Es verdad, tienen su afición incondicional, sin embargo, las nuevas generaciones han sido atrapadas casi en su totalidad por el monstruo mediático de Santos y el futbol, respaldados por los medios y su gran mercadotecnia que te hacen encontrar a los Guerreros hasta en la sopa.
Pero no todo es culpa de la anterior directiva, sino también del juego en sí, que poco ha evolucionado y ha perdido espectadores que se decantan por la espectacularidad del futbol, la misma NFL y hasta la NBA.
En los distintos parques de pelota del país, es común ver a aficionados tomando nota en su box score y hasta escuchando la transmisión por radio. Y todos poseen una característica que los identifica: son mayores de 40 años.
Mientras el futbol, la NFL y ahora también la UFC siguen sumando aficionados, el béisbol se ha aferrado a una empolvada época romántica que deja escapar nuevos seguidores cada temporada.
La mayoría de los equipos de la LMB tiene abandonadas o semiabandonadas las redes sociales y no se atreven a explorar las nuevas plataformas que te conectan de manera directa con los jóvenes y atraen a nuevos aficionados a los estadios. La mayoría de ellos, acuden al recinto gracias a las promociones de cerveza o tal vez por arraigo familiar, pero se mantienen ajenos a lo que ocurre dentro del diamante.
Ojalá Juan José y Érick Arellano tomen cartas en el asunto y logren crear identidad entre los jóvenes laguneros y la novena guinda. Que identifiquen al pelotero que porta la franela de los otrora Algodoneros fuera del parque. Que La Laguna se llene de Vaqueros. Por lo pronto, el primer gran paso está dado: Bienvenidos de regreso, Unión Laguna.
