Comentaba un viejo fan morelense, ahora lagunero, que adoraba los domingos en Zacatepec. Era desayuno tarde, misa de mediodía y futbol. En ese tiempo, cruelmente, porque las temperaturas veraniegas son terribles en esa hermosa zona cañera, los partidos se jugaban a las 15.30 con la cancha previamente regada desde las once de la mañana. Un verdadero horno, donde los albiverdes conseguían sus mejores resultados bajo un ambiente selvático, por el clima y la pasión de los nativos.
Claro eran los tiempos donde Ernesto Cisneros derrochaba talento en el ataque junto a Charro Lara. Acusado por gustar del paseo nocturno por los antros de la hermosa Guadalajara e invertir varias jornadas por semana en ese dulce gusto para civiles y comunes, pero opuesto a la disciplina de los atletas, el Atlas decidió negociarlo al Zacatepec, donde impuso una etapa de idolatría, fue llamado a la selección nacional, jugó el Mundial de Inglaterra con México y al final fue llevado como artista principal a México, con el Atlante.
Después del partido, con la garganta irritada por tanto gritar y con apetito despertado, los amigos se reunían en un buen sitio de pozole blanco con tacos dorados y otras tantas cervezas para no perder el ritmo que ya traían desde la cancha. Ya cayendo la tarde, el desplazamiento obligado era hacia Jojutla, linda población vecina del Ingenio, donde el tremendo baile arrancaba a las ocho y finalizaba hasta las once en el famoso y querido "Cocos Bugambilia" de Samuel Noguerón (f). Aquello era con un tremendo grupo tropical, cuya dinámica no decaía nunca. Ya para entonces habían cambiado de las chevelinas al vodka, sin pensar en la ruina del lunes.
Lamenta el amigo que eso no puede darse en Torreón y aunque los comentarios, los recuerdos, los detalles, son amenos, jocosos y de sobra interesantes, tal vez no advierte que el impedimento no es en la falta de estilo, sino en la edad de los protagonistas, que ya no están para tanto desfiguro, sin que eso les acuse no solamente el lunes en el trabajo, sino en la lectura de diabetes e hipertensión.
