REFRANERO DEL QUIJOTE
El Quijote II, 41
El Duque y la Duquesa, a quienes Cervantes jamás asigna nombre en la novela, según algunos comentaristas porque el autor tomó de modelo a personas de la vida real, se dice que a los duques de Villahermosa, hicieron víctimas de muchas burlas a don Quijote y a Sancho Panza.
Una de esas burlas consistió en montar al hidalgo manchego y a su escudero sobre un caballo de madera, llamado Clavileño, y hacerles creer que con los ojos vendados realizan un largo viaje por los aires, para lo cual montan una ingeniosa parafernalia (con ruidos, cohetes, fuego y aire emitido por fuelles). Sancho Panza no cree el engaño, pero don Quijote sí.
Incluso don Quijote considera que tal aventura, después de todo de "tan poco peligro", será el inicio del proceso que conducirá a su hermosa amada, Dulcinea del Toboso, a liberarse del hechizo que la mantiene encantada y convertida en fea y sucia labradora. Muy contento, don Quijote se dirige al Duque y le dice:
"- ¡Ea, buen señor, buen ánimo, buen ánimo, que todo es nada!"
Ese "todo es nada" era parte fundamental de un refrán español de la época de Cervantes, que decía: "Todo es nada lo de este mundo, si no se endereza al segundo". Es decir, si cuanto hace el hombre no va encaminado a su fin supremo, que es salvar su alma, al otro o segundo mundo, entonces todo carece de sentido. En el caso, si don Quijote no logra que Dulcinea quede desencantada, para él "todo es nada".
