Disfrutar la sexualidad

Si queremos tener una vida sexual más satisfactoria este año que comienza no necesitamos un cuerpo nuevo, ni someternos a horas interminables en el gimnasio o a dietas matadoras. Tampoco es necesario recurrir a juguetes sofisticados y costosos ni a prácticas como el sadomasoquismo.

Las cosas son más sencillas. Para disfrutar de una vida sexual placentera es necesario estar relajado, sentirse capaz de disfrutar y proporcionar gozo a la pareja, confiar en el otro, permitirse sentir con todo el cuerpo y tener un lugar apropiado para la intimidad, un lugar donde no haya distracciones o preocupación de que alguien pueda escuchar o interrumpir el acto. Sorprendentemente, cuando uno se asegura de contar con estos elementos, lo más probable es que vivamos plenamente el acto sexual.

•Estar relajado: la distensión es esencial en el sexo. La tensión es la principal enemiga del gozo completo y, para los hombres, de una buena erección. El sexo es un juego que los adultos jugamos, no tiene por qué haber tensión en torno a este. En muchas ocasiones la ansiedad en una situación erótica surge de la exigencia que nos imponemos para tener un gran desempeño. Hay que recordar que el acto sexual es un acto de intimidad, de conexión, de ternura. No se trata de competir con los amantes anteriores de la pareja. Tampoco se trata de impresionarla, sino de disfrutar juntos, de descubrir cada momento y cada movimiento que los hace vibrar.

•Sentirse capaz de gozar y hacer gozar: todos tenemos esta capacidad. Podemos provocar sensaciones y emociones desbordantes en él o ella, si sabemos qué le gusta y qué no. Hablar acerca de las relaciones sexuales no tiene por qué quedar fuera de los temas que se discuten en la pareja. Al contrario, comunicar y escuchar con qué actividades y acciones el otro se siente bien contribuye en gran medida a la satisfacción en el terreno sexual. En la medida en que hagamos por nuestra pareja lo que disfruta crecerá la confianza sobre nuestra capacidad para deleitarnos y complacer a nuestra compañera o compañero.

•Confiar en el otro: el sexo es un acto de intimidad en el que la confianza juega un papel muy importante. La entrega que se da en este acto exige saber que la pareja respetará lo que decidamos no hacer o la intensidad de las caricias o juegos. Hace falta confianza para pedir lo que necesitas. Es completamente válido exponer nuestros deseos, ya sea que estén relacionados con fantasías o con un mayor grado de ternura.

•Sentir con todo el cuerpo: el acto sexual requiere entrega total al otro, pero también entrega a las propias sensaciones. Mucha gente no se permite sentir, por ejemplo, por miedo al qué dirán. A este respecto, la confianza también es necesaria. Otros se detienen de expresar placer por medio de sonidos o palabras y, al hacerlo, se pierden de la oportunidad de hacerle saber al amado cuáles son sus preferencias. Esta es información muy valiosa para compartir. Hay que asegurarnos de incluir besos, caricias, abrazos como parte del juego previo al acto amoroso.

•Sentirse cómodo en el lugar: a veces, las personas no se dejan llevar y actuar libremente durante el acto sexual porque temen que los niños se despierten, que interrumpan o que alguien más los escuche. Hay que asegurarse de encontrar las condiciones para, con toda confianza, entregarnos al placer; un seguro en la puerta, una escapada a un hotel, el momento en que no están los niños. Con seguridad encontraremos la forma de estar a gusto y en confianza.

¿Qué tal asegurarnos de que nuestra vida sexual tenga estos elementos, quizá como un sensual propósito de Año Nuevo?

Una relación sexual dura entre 13.6 y 22.5 minutos. Casi la mitad del tiempo se dedica al juego previo y de 6 a 10 minutos al acto. Se estima que una persona entre 19 y 44 años tiene en promedio 103 relaciones sexuales al año, es decir, un par de veces a la semana. Una persona mayor a 44 años las tiene aproximadamente una vez por semana, cerca de 52 veces al año.

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