Gómez Palacio y Lerdo Protección Civil Lerdo Gómez Palacio Cañón de Fernández Lerdo Obras Públicas Gómez Palacio

CRÓNICA GOMEZPALATINA

111 Aniversario de la fundación de Gómez Palacio. 1905-2016

MANUEL RAMÍREZ LÓPEZ, CRONISTA OFICIAL DE GÓMEZ PALACIO

A principio del Siglo XX, en 1900, un censo realizado, arrojó que Gómez Palacio contaba con una población de 7, 680 habitantes. Éste rápido crecimiento poblacional, aunado al desarrollo económico de nuestra región, y del resto el estado, propició también cambios en la legislación de la entidad, y en 1905, siendo Gobernador del Estado de Durango, el señor Esteban Fernández, fue publicado el día 20 de diciembre, en la edición 50 del Periódico Oficial del Estado, el Decreto Número 60, conteniendo la Ley de División Territorial que definía con toda claridad el nuevo mapa de distribución territorial y política de todos los municipios y regiones de Durango, quedando ya reconocido de manera autónoma el municipio de Gómez Palacio. Es hasta el año de 1982 cuando la LV legislatura del Estado de Durango, mediante el Decreto Número 3, declara el día 21 de diciembre de cada año como día festivo en Gómez Palacio, en recuerdo a la fecha de su fundación y elevación a rango de ciudad y municipio, celebrando ese año, el primer festejo.

Al día 28 de mayo de 1601, se remonta la fundación del primer asentamiento en nuestro terruño, en un lugar conocido como San Sebastián, misma que fue realizada por el emprendedor, capitán Francisco de Urdiñola, comisionado para la búsqueda de nuevos horizontes de conquista y supremacía para el imperio español. San Sebastián el Viejo, estaba situado en la margen izquierda del río Nazas y cuenta actualmente con un poblado contiguo conocido como el Bella Unión, Dgo., que se encuentra a escasos kilómetros, al oriente de Gómez Palacio.

Precisamente esa antigua comunidad, según se establece en la investigación oficial de la Ruta de Hidalgo, fue testigo presencial de la corta estancia del Padre de la Patria en nuestras tierras, cuando era conducido cautivo de los realistas españoles a la ciudad de Chihuahua, Chih., para ser sometido a un injusto juicio y posteriormente, fusilado y decapitado. Dos siglos más adelante, en la Hacienda de Santa Rosa de Lima, antecedente directo de nuestra ciudad y municipio, nuevamente se vive un capítulo de gran relevancia histórica, cuando arriba a Santa Rosa el 4 de septiembre de 1864, el “Benemérito de las Américas” don Benito Pablo Juárez García, en su sufrido peregrinaje al frente de la República Itinerante, combatiendo con la ayuda de mexicanos leales, contra los invasores franceses y los traidores mexicanos que los apoyaban, en su intento de apoderarse de nuestra nación. Aquí, el Patricio de Guelatao recibió la generosa hospitalidad del propietario de la hacienda don Juan Ignacio Jiménez, motivando que nuestro solar se convirtiera, durante la estancia de don Benito, en sede de Los Supremos Poderes de la Nación, de los cuales venía investido el Presidente Juárez.

Situaciones imprevistas, provocaron el cambio de dueños y de ubicación del casco de la hacienda Santa Rosa de Lima, a la actual colonia del mismo nombre que hoy conocemos. Finalmente, en 1880, su propietario era don Santiago Lavín Cuadra, español nacido en Aedo, provincia de Santander, España, el 25 de julio de 1834. En su juventud emigró a México instalándose de manera definitiva en nuestra región, donde gracias a su audacia logró forjar una gran fortuna que le permitió en 1880 adquirir grandes extensiones de tierra que se conocieron como el Perímetro Lavín. Ese gran latifundio contaba con 54 mil hectáreas, un tercio de las cuales eran laborables y regadas por el río Nazas. Entre ellas figuraban las de Santa Rosa, la cual quedaba considerada en el trazo del Ferrocarril Central Mexicano, en construcción en la Ruta México-Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez, Chih.) permitiendo su propietario que las vías férreas pasaran por su hacienda donde llegó el ferrocarril en 1883, motivándolo a proyectar la creación de una ciudad, que ahora es Gómez Palacio. Para lograr ese propósito empezó a donar lotes y a vender otros a precios bajos, con la condición de que sus adquirientes construyeran de inmediato y plantaran árboles al frente de los mismos y también otorgó espacios gratuitamente a los industriales que instalaran sus factorías en el lugar. A cambio de todas sus donaciones, solamente pedía que la futura ciudad llevara el apellido de don Francisco Gómez Palacio, en recuerdo de ese distinguido Jurisconsulto dos veces Gobernador de Durango, quien fuera colaborador del presidente Juárez en negocios internacionales, además apoderado legal y gran amigo de don Santiago. El trazo de calles y alamedas, plazas y mercados, se encargó al ingeniero Laureano Paredes, quien lo hizo en arterias amplias y rectas, que ese entonces recibieron nombres de provincias y lugares de España.

El paso del ferrocarril, fue una afortunada circunstancia que transformó definitivamente el destino de la región, de páramo desértico a emporio de progreso y fuente de crecimiento. Incorporada a los grandes polos de desarrollo por ese medio de comunicación estratégico e innovador, permitió la creación, en consecuencia, de la identidad lagunera especial y diferente, debida a la fusión de razas en un crisol de culturas, que la convirtieron en una comunidad cosmopolita que buscaba alcanzar metas , mediante la laboriosidad y el trabajo, mismas, que la hicieron trascender. En ese panorama de prosperidad, faltaba solamente el esfuerzo y el ingenio, la armonía y la unidad de propósitos, para forjar la propuesta de superación de una comunidad que iniciaba su marcha con gran dinamismo y confianza, que a la vuelta de unos años fue protagonista de un desarrollo singular, al instalarse en su alrededor importantes empresas como: La Industrial Jabonera “La Esperanza”; la Fábrica de Hilados y Tejidos “La Amistad”; el Molino de Trigo “El Brillante”; La Compañía Mexicana de Explosivos y Dinamita; La Fábrica de Cerillos y Fósforos “El Fénix”; la Ladrillera “El Pinto”, además de una importante cantidad de pequeñas industrias de jarciería, curtiduría, fundiciones y fraguas; despepites y fábricas de galletas y pastas, que en conjunto ocupaban a varios miles de trabajadores, lo que nos permitió identificarnos con la tradicional vocación que siempre nos ha distinguido, de ciudad eminentemente industrial. Como consecuencia del crecimiento poblacional, las necesidades de los habitantes iban surgiendo, como la construcción de la acequia municipal para llevar agua para las construcciones de la ciudad, regar huertas y campos de cultivo, abastecer a las industrias, plazas y jardines.

Las necesidades espirituales y educativas se hacían presentes, en contra esquina de la plaza de armas, en 1893, en un terreno donado por la familia Lavín, se inició la construcción de una modesta capilla de adobes, que con aportaciones de vecinos fue mejorando su estructura hasta llegar a ser con el paso de los años, lo que luego fue llamado el Templo de Guadalupe, que ahora conocemos ya con mejor situación. Se requerían también escuelas, y la primera que se instaló en 1896, atendía únicamente a niñas y estaba ubicada frente a la fábrica La Amistad. Unos años después de abrieron dos escuelas, una para niñas, frente a la plaza de armas y otra por la calle Gómez Palacio (hoy Morelos) y además, otros dos colegios particulares, El Presbiteriano y el Morelos. En 1887, debido a su acelerado crecimiento, ya se reconocía a este asentamiento con el nombre propuesto por el Señor Lavín, sin haber pasado por los procesos naturales de ranchería, o la erección de villa, y para 1890 se expidió el Decreto 103 que dice textualmente “La Legislatura del Estado de Durango a nombre del pueblo decreta: Artículo único. Se exceptúa por el término de 5 años contados desde la promulgación de esta ley, del pago de contribuciones ordinarias del capital urbano a la población de Gómez Palacio del Partido de Mapimí. El Gobernador del Estado dispondrá su publicación, circulación y observancia. Victoria de Durango, Marzo 17 de 1890”, firman los diputados Cipriano Guerrero, Martín Gómez Palacio y Salvador Fernández. El fundador de nuestra actual ciudad y municipio del mismo nombre, don Santiago Lavín Cuadra, falleció en la ciudad de México, el día 16 de mayo de 1896, a los 62 años de edad, sus restos fueron traídos a la hacienda de Noé, Dgo., donde dos décadas más tarde fueron exhumados y enterrados en una capilla de la actual Catedral de Guadalupe. A su muerte, su considerable fortuna quedó en manos de sus descendientes, quienes no pudieron administrar correctamente el latifundio denominado Compañía Agrícola del Perímetro Lavín y Anexas, mismo que desapareció embargado por falta de pago por un crédito de 5 millones de francos, a una sociedad francesa. Esas y otras situaciones afectaron a la compañía, llevándola a la quiebra.

Paralelamente, las situaciones sociales continuaban adelante. A fines de 1898, ya funcionaba una pequeña planta de luz que iluminaba débilmente las calles y funcionaba el tranvía de mulitas, los dos negocios eran propiedad de la Compañía Limitada de Tranvías de Lerdo a Torreón, dirigidos y administrados desde Gómez Palacio, los tranvías tenían su terminal afuera del hotel Unión, (hoy Monárrez) frente a la estación de los ferrocarriles, entonces calle Ampuero, (hoy avenida Madero). Su ruta a Lerdo daba vuelta en la hoy avenida Independencia, (entonces Hidalgo), seguía por el camino real, (hoy J.

Agustín Castro), y seguía por el mismo camino hasta llegar al Parque Victoria de Lerdo, donde también estaba otra terminal y un corral para el descanso de las remudas de animales. La ruta a Torreón, salía también de la terminal en la calle Ampuero (hoy Madero y Centenario), y por esa misma calle, seguían al sur y a la orilla de la población que llegaba nada más a la hoy avenida Urrea, continuaba su camino entre el monte de mezquitales y arenales, cruzaba el vado seco del río Nazas sobre tablones donde estaban ancladas las vías, hasta terminar su viaje frente a la estación ferroviaria de la Villa del Torreón. Naturalmente, cuando llegaban las aguas del Nazas al vado, se acababa el servicio. Las estadísticas señalan, que los tranvías de mulitas hasta su desaparición por la llegada de los tranvías eléctricos, transportaron a cerca de un millón 250 mil personas y más de 20 mil toneladas de carga, lo que da una muestra de su utilidad. Para esto hay que tomar en consideración, que entre las 3 ciudades hermanas solamente había caminos de tierra. (Continuará)

[email protected]

Leer más de Gómez Palacio y Lerdo

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Gómez Palacio y Lerdo

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1291414

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx