La voz de mi conciencia
Es obvio que la situación de nuestra bella patria cada vez es más lamentable; no, tampoco voy a decir que “el tiempo pasado fue mejor”, simplemente soy un hombre en el umbral de la medianía de la edad a quien le es inaceptable el caos en el que vivimos.
La injusticia y la impunidad encuentran su origen en la corrupción, la cual nos flagela a todos en su correspondiente status, la violencia se ha apoderado del palpitar cotidiano del país y estas palabras que ahora están frente a sus ojos tratando de llegar a su mente y corazón, tal vez sigan el camino del reciclaje o la basura, pero mi criterio me impide callar ante una situación tan compleja.
¿Acaso no tiene solución? Esa sería la respuesta fácil del mediocre, pero no la de una persona íntegra y con dos dedos de frente que le permita ver una realidad terrible a la cual no debemos, por ningún motivo, acostumbrarnos porque sería caer en la mansedumbre del rebaño que lleva al matadero.
No espero que venga el héroe mitológico y fantástico a salvarnos, ¡No! Cada uno de nosotros debemos unir nuestras manos sin aferrarnos a las armas de fuego, sino a las armas de la razón y de la dignidad cimentándolas en la sólida base del conocimiento. Los países con el más alto nivel socioeconómico, también tienen el más alto nivel académico.
Dónde quedaron aquellos grandes pensadores que pusieron a nuestro México en el pedestal de una excelente educación básica y universitaria y, como consecuencia, una visión de un futuro promisorio, ellos jamás pensaron que el futuro sería exactamente lo contrario de lo que esperaban.
Hoy vivimos en la siniestra sombra del temor y sólo venciendo al miedo es como se puede ser valiente y luchar juntos por un país en donde nuestra descendencia pueda sentirse libre de temores y tener las oportunidades para conseguir en la vida lo que su vocación les dicte.
Estamos en el borde del precipicio, pero aún no hemos caído, aún podemos levantarnos y salvar esta tierra que tanto amamos y sólo podremos lograrlo conjuntamente unidos por una sola ética que dignifique nuestro paso por la vida.
Si la palabra convence, el ejemplo arrastra, cada uno de nosotros debemos ser el ejemplo que arrastre a la juventud que nos circunda hacia una realidad justa y equitativa en donde se enseñoree la paz y la armonía.
El padre de la Unión Europea, Jean Monnet dijo: La gente sólo acepta el cambio cuando se enfrenta a la necesidad y sólo reconoce la necesidad cuando la crisis acecha.
México está haciendo un llamado a su raza, a ese mexicano valiente, noble, atrevido, romántico, gallardo, idealista, patriota e inteligente para enfrentar los retos que invitan al cambio.
Fernando Antonio Cárdenas González,
Torreón, Coahuila, México.
