Innovación, clave para triunfar

Con 28 años y una ingeniería en sistemas, Israel Gasperín dejó Xalapa, Veracruz, en 2014 y viajó hasta Ontario, Canadá, para desarrollar el primer prototipo de gorra que con sensores detecta la disminución de la actividad cerebral de los conductores de camiones, para evitar que se duerman y cometa un error por fatiga.

Dos años después, Gasperín, ingeniero por la Universidad de Xalapa, tiene su propia empresa, Zentrela, y en este mes va a tener su primer prototipo de gorra, gracias a un programa de posgrado que se ofrece en universidades canadienses para impulsar a los emprendedores con proyectos de alto valor agregado, desarrollo tecnológico o innovación.

La empresa la creó junto con tres canadienses, con los que desarrolló un algoritmo que mide la actividad cerebral de las personas.

Al detectarse menor actividad del conductor, la gorra se conecta con una aplicación ligada al celular, la cual empieza a hacer preguntas como: ¿Qué hiciste el fin de semana? ¿Qué comiste el día de ayer?, entre otros cuestionamientos.

La gorra también envía una señal al supervisor o a la oficina central, para que se pongan en contacto directo con el conductor.

El fundador de Zentrela y estudiante de la Universidad McMaster en Ontario, es otro de los posgraduados en Canadá que desarrolló un proyecto con aplicaciones reales en el mercado.

Se trata de una política pública del Gobierno federal, la autoridad estatal de Ontario y de otras provincias que unen a la academia, al sector privado y a los programas públicos.

En esta carrera por apoyar a los innovadores y desarrolladores de nuevas tecnologías, están 100% involucrados grandes transnacionales, empresarios, científicos y personas exitosas como Mike Lazaridis, el cofundador de BlackBerry, una de las compañías más reconocidas en la década pasada, la cual desarrolló uno de los primeros celulares inteligentes.

Para Lazaridis, en Canadá hay una cultura de impulso a los proyectos de alta tecnología que tiene como uno de sus ejes importantes el preparar a una alta densidad de ingenieros, investigadores y desarrolladores.

Es evidente el apoyo del también cofundador del Quantum Valley Investments o Valle de las Inversiones Cuánticas, quien de 1999 a 2016 ha invertido 557 millones de dólares canadienses, más de 400 millones de dólares estadounidenses, tanto en el valle como en el Institute for Quantum Computing y en el Perimeter Institute, los cuales forman parte de la Universidad de Waterloo.

La inversión de Lazaridis fue poco menos de la mitad de mil 400 millones de dólares canadienses destinados en los tres institutos durante los siete años, con lo que los ingenieros y científicos que estudian un posgrado en Canadá tienen acceso a laboratorios que pueden separar el protón, electrón y neutrón de una molécula.

Todo esto busca "tener soluciones para la vida común", aseveró Lazaridis, y por ello en estos tres institutos se permite a los estudiantes poner a prueba sus hipótesis, de manera que éstos tengan aplicaciones prácticas y se comercialicen.

El apoyo a los científicos, ingenieros y desarrolladores de alto potencial se encuentra en muchas otras universidades como en Waterloo, donde anualmente decenas de estudiantes son seleccionados por Apple, LinkedIn, Twitter, Face Good, entre otras.

Por ejemplo, hay 639 posgraduados de Waterloo que laboran en Silicon Valley en Estados Unidos, aseveró el director de ingeniería de esa casa de estudios, Pearl Sullivan.

"Si alguna vez has usado un smartphone, lentes de contacto o has apagado un cigarro por un aviso automático, nuestra investigación ha cambiado tu vida", advierte una de las principales frases que se utilizan en la Universidad de Waterloo.

De 2014 a 2015 se invirtieron 181 millones de dólares en el fondo de investigación con recursos del gobierno, fundaciones, industria y donaciones del Banco Mundial, la ONU y la Fundación Bill & Melinda Gates, entre otras.

Para tener un contacto con la vida real, hay un programa donde los alumnos estudian cuatro meses y trabajan el mismo tiempo en compañías como Maplesoft, Aeryon Labs, BlackBerry, OpenText, Reebee, por mencionar algunas.

En Ontario, Canadá la política de impulso a la innovación y la tecnología en las universidades es una constante. La Universidad de Toronto cuenta con un centro de innovación y emprendedurismo, complejo en donde la especialización es el desarrollo de robots.

Además de que a nivel estatal, la provincia canadiense ofrece programas y políticas para asesorar en la constitución de una asociación, orientar sobre inteligencia de mercados, conexiones, financiamiento, así como asistencia a los emprendedores, todo en el hub llamado Mars, un gran edificio ubicado en Toronto.

Se trata de lograr un círculo virtuoso en el que no haya límites para la innovación, que se tengan trabajos bien pagados y haya mejoras en la calidad de vida de las personas, aseveró el ministro de innovación, ciencia y desarrollo económico de Canadá, Navdeep Bains.

"El gobierno tiene que proveer infraestructura, pero también es un actor principal que impulsa la innovación, para ello se necesita invertir en educación y desarrollar el talento de ingenieros y científicos", indicó.

La idea es la misma que difunden políticos como la ministra de pequeñas empresas y turismo y líder del gobierno en la Casa de los Comunes, Bardish Chagger, graduada de la Universidad de Waterloo, quien afirma que sólo con el apoyo a la innovación se puede mejorar el entorno de un país.

 COOPERACIóN CON LATINOAMéRICA

Si bien los recursos económicos, académicos, laboratorios e infraestructura de Canadá difieren mucho de lo que puede hacerse en países latinoamericanos, la Organización de los Estados Americanos (OEA) impulsa el Intercambio de Competitividad de las Américas en innovación y emprendedurismo, con el fin de que los países conozcan las experiencias de otras naciones.

Una de las ideas es "apoyarse de las buenas experiencias, lecciones aprendidas y prácticas de los 34 miembros de la OEA para conocer cómo avanzar más rápido en proyectos similares en otros países, porque hay problemas y necesidades comunes, reconociendo que hay diversidad de capacidades", explicó el jefe de la sección de competitividad, innovación y tecnología, de la OEA, César Parga.

A la fecha son seis los encuentros que se han hecho entre los países de la organización para intercambiar experiencias, de los cuales surgieron acuerdos de colaboración entre naciones.

César Parga consideró que hay países con menos recursos económicos e inversiones en ciencia y tecnología, pero los que están más avanzados pueden prestar sus laboratorios.

Para ello se llevó a cabo el sexto encuentro de Intercambio de Competitividad de las Américas en Canadá del 25 de septiembre al 1 de octubre pasado, expuso el representante de la OEA.

Es un hecho que la manufactura se digitaliza y hay más tecnología en los procesos, así que los países deben de asumir que el reto es automatizar procesos, dijo la jefa de la oficina de operaciones de la Fundación México Estados Unidos para la Ciencia (Fumec), Lilia Arechavala.

Además de las diferencias de recursos de países desarrollados con respecto a los emergentes, también las hay entre grandes empresas y pequeñas y medianas.

Por ello, para Lilia Arechavala, una de las soluciones ha sido el establecimiento de los llamados Fablabs o laboratorios donde se desarrollan prototipos que apoyan y promueven los centros estatales, porque éstos dan impulso a las pequeñas y medianas empresas para que lancen una producción limitada de un producto y ver los resultados que van a tener con la fabricación.

Aunque en México puede no haber los suficientes centros de desarrollo, se lograron hacer alianzas con Estados Unidos, como parte del Intercambio de Competitividad de las Américas en innovación y emprendedurismo.

 ALIANZAS CON PRODUCTORES MEXICANOS

Como resultado de los intercambios de innovación y emprendedores que impulsa la OEA, hace un año, un grupo de 150 emprendedores de Hidalgo estableció un convenio general de trabajo con el Centro de Apoyo a la Manufactura en Conover, Carolina del Norte, para hacer pruebas de resistencia en telas y confecciones.

Se trata de medir la resistencia de los tejidos al calor, frío y en general a las temperaturas y a otros agentes. Lo que ayuda a los proveedores a promover sus productos en diversos mercados, pero presentando estudios que permiten ver qué telas pueden funcionar más en el sector automotriz, ropa, textiles, entre otros.

Desde el gobierno mexicano se difunde la idea de que se debe trabajar y pensar como bloque de América del Norte, afirmó el vicepresidente senior de Desarrollo Económico de la Región Madison de Wisconsin en Estados Unidos, Michael Gay.

"Hablamos de que se debe pensar en que somos un bloque para hacer productos, tener talento, para la educación y pensar en la manera de hacer una región más competitiva".

Hay una cadena de proveeduría entre Canadá, Estados Unidos y México, porque los productos que se hacen en América del Norte salen a todas partes del mundo.

Puede ser entonces que Wisconsin desarrolle una tecnología, que los mexicanos usen para producir un producto, dijo Gay.

Hay otro tipo de convenios en los que se ve la colaboración de centros de investigación estadounidense con empresas mexicanas.

Aunque en México hay industrias muy tradicionales, algunas se están subiendo a procesos de manufactura digitalizada.

Hay laboratorios estadounidenses que permiten a pequeñas y medianas empresas desarrollar su prototipo de producto, en donde les prestan impresoras de tercera dimensión, programas de diseño y se pueden hacer pruebas controladas, expuso Arechavala.

Se usa toda la tecnología de la información y de la comunicación en la manufactura y se crea una revolución de capacidades, porque no se quiere dejar que China lo haga todo, sino que se utilice la tecnología y la innovación para que Estados Unidos haga una especie de revolución manufacturera rumbo a la digitalización.

En Estados Unidos se invierte fuertemente en la transformación de la manufactura y "nos va a generar un reto en México porque si no nos ponemos abusados y se automatiza más la manufactura vamos a perder líneas de producción que se irán con los estadounidenses. Por eso es tan importante que cambiemos la visión de cómo competir", agregó.

Por eso se debe de impulsar a las cadenas mexicanas sin descuidar su vocación original, con base en las agendas estatales de innovación que elaboró el Conacyt.

Un grupo de investigadores de la Universidad del Papaloapan (Unpa), en Veracruz, crearon un material de construcción ecológico con desechos de celulosa y ceniza de caña de azúcar con una resistencia 300 por ciento superior al concreto.

El material lo desarrollaron los doctores Martha Poisot y Axel Villavicencio para emplearse en la construcción de casas de interés social.

El proyecto forma parte del Sistema de construcción ecoeficiente para viviendas de interés social financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), a través del Fondo para Proyectos de Desarrollo Científico para Atender Problemas Nacionales. El material -denominado PAS- es un compósito formado de manera principal por desechos de celulosa y ceniza de caña de azúcar, que mediante una reacción química, forma una estructura resistente.

De acuerdo con la Agencia Informativa del Conacyt, los científicos utilizaron desechos procedentes de industrias de la región con el objetivo de mejorar el medio ambiente.

Para diseñar el material y realizar las pruebas de laboratorio se necesitó la colaboración de otros especialistas, entre ellos: Tezozomoc Pérez, de la Universidad Autónoma de Coahuila; Elva Bazán y Rubén López, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).