Los cementerios del terror
El cielo está encapotado por las nubes que avientan una lluvia ligera sobre las tumbas del cementerio Valle de los Sabinos. No hay ningún deudo en el panteón.
A un costado, una cruz blanca de madera sobre un terreno es custodiada por dos adornos con flores, también le cuelga un rosario. No hay epitafio, ninguna placa, ninguna leyenda ni lápida. Nada. Es una cruz que no tiene palabras porque acompaña el anonimato de 199 cuerpos que no han sido identificados o reclamados desde que fueron hallados 351 cadáveres en 15 "narcofosas", entre 2011 y 2012.
La mayoría de las fosas fueron halladas en la capital del estado, pero también se encontraron en los municipios de Lerdo, Cuencamé, San Juan del Río, Santiago Papasquiaro y Pueblo Nuevo. De los 351 cuerpos que fueron rescatados de la clandestinidad, 135 ya fueron identificados y recuperados por sus familias. Hay otros 17 que fueron identificados, pero sus familias se resisten a creer que son sus seres queridos o simplemente no se ha localizado a las familias.