Siglo Nuevo

Héctor Babenco

Historias de violencia y cárcel

Carandiru ( Brasil, 2003). Foto: Archivo Siglo Nuevo

Carandiru ( Brasil, 2003). Foto: Archivo Siglo Nuevo

Manuel Serrato

El pasado 13 de julio, Héctor Babenco falleció, con 70 años, en el Hospital Sirio Libanés de São Paulo, la ciudad en la que se afincó y donde transcurren sus más notables películas, aquellas en las que abordó la vida delictiva y los dramas del sistema carcelario en un país cuya cotidianidad es, a decir suyo, “una auténtica guerra civil”. Sin embargo, el tema de fondo para el cineasta judeoargentino naturalizado brasileño, fue siempre la lucha por la supervivencia.

Dos jóvenes, que al parecer intentaban cometer un robo en los suburbios paulistas, huyen de la policía una tarde de agosto. Cuando ya no hay escapatoria, el primero se entrega; al segundo lo abaten a tiros. Las versiones se contradicen: por un lado, los oficiales respondían a una primera agresión; por el otro, ambos fugitivos iban desarmados y la policía, sin mediar advertencia, se apresuró a aumentar su cifra de ejecuciones rutinarias. Lo único cierto es que el asaltante muerto, uno más entre los cadáveres apilados en la periferia de São Paulo, era un rostro conocido: Fernando Ramos Da Silva, el niño analfabeta que site años antes había protagonizado Pixote, la ley del más débil (1980). Con la película, Héctor Babenco (Mar del Plata, 1946 - São Paulo, 2016) retrató la delincuencia juvenil como un problema cotidiano en la auténtica selva que, a su juicio, es la sociedad brasileña; pero además hizo hincapié en cómo el sistema, la pobreza sin orillas, encadena a los jóvenes a esa vorágine abyecta.

En la película, Pixote (nombre del niño delincuente) entra en una correccional infantil, se fuga con un transexual y vaga por las calles entre la droga, el delito y los vínculos con la prostitución. La película tuvo un éxito notable y fue nominada al Globo de Oro en 1982. Sin embargo, Fernando Ramos Da Silva, al no encontrar posibilidades de continuar su accidental carrera como actor, optó por seguir delinquiendo, por seguir interpretando (ya no en el set, sino en la vida real) el papel de Pixote hasta que esa tarde de agosto, más precisamente el día 25 de 1987, la policía lo mató de siete tiros a los 19 años.

El malogrado actor, que para el papel fue elegido entre otros mil 300 niños en condición marginal, había demandado a Babenco el cinco por ciento de las ganancias del filme, adicional a su salario. El director, en respuesta, le ofreció una casa de tres habitaciones, de modo que pudiera abandonar el jacal de Vila Ester, una peligrosa zona de la periferia paulista donde vivía con su madre y siete hermanos. Posteriormente obtuvo un contrato con la cadena O Globo, pero le fue rescindido a los seis meses. Sin oportunidades, volvió a delinquir y fue arrestado en 1984; el gobierno lo dotó de otra vivienda, pero la madre de Fernando, el eterno Pixote, la vendió y volvieron a la marginación de Vila Ester. El drama de un sistema de corrupción y violencia superaba así cualquier argumento fílmico.

Babenco, por su parte, iba ya consolidando un nombre en la industria y perfilando el tipo de historias que después habría de contar. Previamente había hecho eco con Lúcio Flávio (1977), elegida como Mejor Película en la Muestra de Cine de São Paulo y que relata la vida de un asaltante de bancos. La violencia de las calles, la vida delictiva y la crudeza del sistema carcelario serán sus temas esenciales.

EL BESO DE LA MUJER ARAÑA

Luis Molina (interpretado magistralmente por William Hurt), un frágil y excéntrico homosexual condenado a ocho años de cárcel por haber intimado con un menor de edad, intenta evadir la presión del encierro recordando escenas de películas románticas. Su favorita: aquella en la que una cantante francesa de nombre Leni Lamaison se enamora de Werner, un soldado alemán, durante la ocupación nazi en París. Molina le cuenta la trama a su compañero de celda, Valentín Arregui (Raúl Juliá), un preso político afiliado a células revolucionarias, quien le reclama que la historia relatada no era un simple thriller romántico, sino una película de propaganda nazi.

Entre esas discusiones y desavenencias cotidianas, el vínculo afectivo entre ambos reos se va intensificando, no obstante sus disímbolas ideologías. Las escenas duras de la prisión y los estragos que el encierro deja en los protagonistas, se alternan con flashbacks y con las imágenes de las películas contadas por Molina, que se van tejiendo como pequeñas subhistorias, alegorías que dan énfasis emocional a la trama. Y es que Molina no está ahí por casualidad: es un enviado del director de la cárcel para ganarse la confianza de Arregui y obtener información del grupo disidente al que pertenecía antes de ser encarcelado. El aparentemente inofensivo homosexual queda en una encrucijada: lograr su cometido y obtener a cambio la libertad condicional o ser leal al afecto y los genuinos sentimientos amorosos que comienza a desarrollar por Arregui.

El beso de la mujer araña (1985) es acaso el filme más representativo en la obra de Babenco. Basada en la novela homónima del argentino Manuel Puig, la película dotó de un Oscar por Mejor actor a William Hurt y quedó nominada a Mejor película, Mejor director y Mejor guion adaptado.

CARANDIRU Y LOS HORRORES DE LA PRISIÓN

Es 1989 y el doctor Drauzio Varella acude a prestar servicio voluntario a la funesta Casa de Detención de São Paulo, conocida mayormente como Penitenciaría de Carandiru. “El doctor fue sin prejuicios sociales ni políticos, fue con la única intención de velar por la salud de los presos”, contó Babenco años después.

En la cárcel abundaban las enfermedades, la violencia, la desesperanza. El sida, asociado a la promiscuidad y a las drogas, era un problema real. En medio de la tristeza y el tedio reinantes, el doctor Varella se convirtió en una especie de confidente al que los reos le compartían sus historias de vida y los secretos de su pasado. Sin embargo, la verdadera tragedia en esos muros estaba apenas gestándose.

Carandiru estaba sobrepoblada. Su capacidad era de tres mil internos pero albergaba siete mil 800. En celdas para seis dormían 14. La desesperación llegó a su punto máximo y el 2 de Octubre de 1992 los reos se amotinaron en protesta por el trato indigno y las condiciones infrahumanas del encierro. En medio de la revuelta afloraron viejas rencillas y en segundos imperó el caos. La Policía Militar intervino y disparó a mansalva. El saldo: 102 internos abatidos por las balas oficiales y nueve por herida de arma punzocortante producto de las riñas. La masacre de Carandiru es la peor tragedia del sistema penitenciario y la mayor violación a los derechos humanos de la que se tenga registro en la historia de Brasil. Nadie pagó por los asesinatos. El coronel Ubiratan Guimarães, quien estaba a cargo de los 68 policías que perpetraron la matanza, había sido juzgado y sentenciado a 632 años de cárcel; sin embargo, en un giro del proceso, resultó absuelto y jamás pisó una celda. Gozó siempre de impunidad, llegó a ser diputado y murió asesinado el 10 de Septiembre de 2006.

Seis años antes de la tragedia, Babenco había conocido al doctor Varella cuando se atendía con él del cáncer linfático que lo aquejaba. Después de la matanza, el médico seguía prestando servicio en Carandiru y, animado por el cineasta, comenzó a escribir los hechos y las historias que escuchó de los internos. En 1995 envió a Babenco un primer manuscrito de la historia y él, hospitalizado para recibir un trasplante de médula ósea, se propuso llevar la historia a la pantalla si eventualmente su estado de salud le permitía volver al plató, lo que finalmente ocurrió en 1998, cuando rodó Corazón iluminado, la primera película que hacía en siete años desde Jugando en los campos del señor (1991). El libro del doctor Drauzio Varella se publicó en 1999 con el título Estación Carandiru, rápidamente se convirtió en best seller y obtuvo el Premio Jabuti, el más importante galardón literario de Brasil. Era el momento de llevarlo a la pantalla.

La filmación de Carandiru inició en 2002 y tuvo lugar en el propio escenario de la tragedia. Ya abandonada, la funesta prisión sirvió de set y cuando las luces y las cámaras se apagaron, fue demolida. En el lugar que alguna vez ocupó, ahí donde corrió la sangre, se erige hoy el Parque de la Juventud. En tanto, la película se estrenó en 2003 y obtuvo diversos premios en festivales de Brasil, Cuba y Colombia.

PARA DECIR ADIÓS

Después de Pasado, filme de 2007 protagonizado por Gael García Bernal, la filmografía de Babenco tuvo su punto final con Mi amigo hindú (2016). En ella, Willem Dafoe interpreta a un cineasta consumido por el cáncer. Pese a las coincidencias, Babenco negó que se tratara de un filme autobiográfico; de hecho, aunque parece ser la historia más apropiada para decir adiós, estaba esperanzado en que no se trataría de su último trabajo. La película fue estrenada en marzo pasado, cuatro meses antes del repentino fallecimiento del director. Ese día, acompañado de su reparto, Babenco pronunció las palabras que bien pudieron convertirse en su epitafio: “El cine fue la primera bacteria que se instaló en mi sistema y nunca dejó de crecer. El cine es lo mejor que conseguí mantener vivo dentro de mí”.

Twitter: @manuserrato

El beso de la mujer araña (Brasil-Estados Unidos,1985). Foto: Archivo Siglo Nuevo
El beso de la mujer araña (Brasil-Estados Unidos,1985). Foto: Archivo Siglo Nuevo
Carandiru ( Brasil, 2003). Foto: Archivo Siglo Nuevo
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Mi amigo hindú (Brasil, 2016). Foto: Archivo Siglo Nuevo
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