AQUEL ESCRITOR ESCRIBÍA MUCHAS PALABRAS.
Escribía sustantivos (muy pocos) y adjetivos (muchos).
También escribía verbos, adverbios, interjecciones, pronombres y conjunciones.
A las palabras del escritor debió llevárselas el viento. Pero no se las llevó. Sus palabras se iban materializando conforme él las escribía, y formaron un montón que crecía más y más conforme el escritor seguía escribiendo.
Se elevó así junto al escritor un enorme rimero de palabras. Cierto día sopló un leve viento e hizo caer el montón de palabras que a lo largo de su vida había escrito el escritor. Las palabras cayeron sobre él y lo aplastaron.
No hubo que buscarlo bajo los escombros de palabras. En el momento mismo en que el escritor cayó bajo sus palabras éstas desaparecieron. Desaparecieron los sustantivos, los verbos, los adverbios, las conjunciones, los pronombres y las interjecciones. Los que más desaparecieron fueron los adjetivos.
Las palabras que escribió el escritor están ahora en el olvido.
Y en el olvido está también el escritor.
¡Hasta mañana!...