Columnas la Laguna

FACULTAD DE MEDICINA

NIÑO IMPULSIVO-BULEADOR

DR. FERNANDO SÁNCHEZ NÁJERA*

Dos o tres meses antes de finalizar el ciclo escolar es frecuente observar a madres angustiadas porque las maestras dicen que ya no toleran las conductas de sus hijos. Se trata de niños que alarman por su comportamiento que rebasa la normalidad: amenazan con golpear a sus compañeros o profesores; algunos son exhibicionistas, no obedecen y son retadores. Desde el inicio de la primaria, estos alumnos presentan bajo aprovechamiento escolar, incumplen con sus tareas, son desordenados y frecuentemente olvidan sus útiles escolares o sus pertenencias; se las ingenian para hacer rápido su trabajo (aunque lo hagan de mal) para de ese modo disponer de más tiempo para jugar y molestar a sus compañeros. Lo anterior hace que el profesor llegue a su límite y ya no esté dispuesto a seguir sobrellevando al menor, por lo que manda llamar a los padres y los conmina y compromete a que el niño sea llevado a una valoración médica. Así el niño podra recibir un tratamiento adecuado y ya no tenga riesgo de ser expulsado de la escuela. Ante esta presión los padres recurren urgentemente a una atención psicológica y/o psiquiátrica.

En la historia clínica encontramos con frecuencia la narrativa de que el menor ha sido inquieto desde la primera infancia y que incluso inútero, ya se movía más que los otros hijos. Oímos historias como que "antes del primer año de edad, ya se había brincado el barandal de la cuna". Los padres relatan que al ingresar a kínder de inmediato se dio a notar como niño muy inquieto(a) y que al iniciar la primaria las quejas fueron más frecuentes. Cabe resaltar que estas conductas son mejor toleradas en los colegios particulares que en las escuelas públicas. No obstante la madre relata que lleva varios ciclos escolares en los que, incontables veces, ha tenido que ir a recoger al menor antes de la salida de clases.

Al cursar el 5to. o 6to. año de primaria o en 2do. o 3ro. de secundaria el adolescente se coloca en una situación inminente de complicar la obtención de su diploma o recursar un año más de estudios. Los padres o tutores, caen en cuenta de este mal historial de conducta y aprendizaje. No obstante, hay que aclarar que tiene buena socialización, especialmente con compañeros que abonan a la conducta inadecuada (niños traviesos o buleadores). Es en esta etapa cuando los padres se preguntan cómo es que no lo habían llevado a una valoración.

Con frecuencia, al acudir a la consulta, los comentarios de los padres son muy similares: "Ya sabíamos que era muy inquieto, pero así lo aceptaban en la escuela"; "eran frecuentes los reportes por eso teníamos que cambiarlo de escuela"; "algunas personas ya nos habían recomendado que lo lleváramos a consulta con un especialista, pero teníamos muchas dudas y miedo de que lo fueran a medicar"; "amistades y familia también nos metían dudas y temor acerca de la medicina". Cuando acuden a mi consultorio, suelo decirles que procuren no hacer caso de los consejos de familiares y amigos porque no son ellos quienes le les van ayudar a lidiar con tareas y reportes. Es muy claro que a todos nos es fácil dar una opinión o recomendación, pero una vez realizada ésta no nos comprometemos con su consecuencia. Por eso tiene que ser un especialista quien guíe el tratamiento.

Personalmente, explico a los padres cómo es la fisiología del cerebro de un niño con trastorno por déficit de atención, con o sin hiperactividad y con o sin conductas impulsivas, rebeldes o negativistas y cómo es que el medicamento va a lograr que en su cerebro la fisiología esté al servicio de que el menor mejore en su aprendizaje, en su atención, memoria y concentración. Esta mejoría influye en su parte cerebral emocional, para que el niño eleve su autoestima, pues ante las alteraciones de conducta sus compañeros ya le han puesto algunas etiquetas que probablemente han afectado la confianza y la seguridad en sí mismo. Al mejorar en esta área emocional controlará adecuadamente sus impulsos, ayudará a una socialización saludable y en su rehabilitación en general.

*Psiquiatra. Profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.

La próxima colaboración será del Dr. Eduardo Mayet Machado, Pediatra.

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