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Chernóbil

El mundo a treinta años de la catástrofe

Comparación de la plaza principal de Prípiat y el centro cultural de la “Energetik” en 1986 y hoy en día. Foto: Sean Gallup/Getty

Comparación de la plaza principal de Prípiat y el centro cultural de la “Energetik” en 1986 y hoy en día. Foto: Sean Gallup/Getty

Irán Elías

A muchos aún estremece el escuchar el nombre de esta ciudad ucraniana, escenario del mayor accidente nuclear de la historia, y cuya palabra se ha tornado en sinónimo de caos y destrucción masiva.

El sábado 26 de abril de 1986, en Prípiat, Ucrania, entonces parte de la Unión Soviética, se presentó el catastrófico accidente de la Central Nuclear Vladímir Ilich Lenin, desastre con efectos de impacto medioambientales que hasta hoy día se ven reflejados en las condiciones y mutaciones del ecosistema, flora y fauna del centro y noreste de Europa y del norte y noroeste de Asia.

La planta Vladímir Ilich Lenin también era conocida como Central Nuclear de Chernóbil, por la cercanía con esta ciudad; aunque cabe destacar que en realidad la planta estaba situada a las afueras de Prípiat -a 18 kilometros de Chernóbil-, una ciudad construida a la par de la planta para sus trabajadores, y cuya población al encontrarse más cerca de la planta fue la principal afectada por la explosión nuclear.

El accidente fue catalogado como el más grande y siniestro de la historia humana por los daños ambientales de alcance global, el impacto a las especies, al subsuelo, al aire y a la genética.

Entre las causas del accidente y de sus devastadores efectos se cuentan la falla en los cálculos y medidas de seguridad, la falta de un plan de crisis y subestimar el riesgo al implementar una prueba en la que paradójicamente se simulaba una contingencia, el corte de suministro de electricidad en los sistemas de refrigeración de los reactores (dispositivos con capacidad para generar reacciones nucleares en cadena y cuya temperatura debe ser controlada mediante sistema de enfriamiento para evitar su reacción calórica desmedida).

Con el experimento se buscaba corroborar que la energía acumulada en las turbinas de la central pudieran generar la electricidad necesaria para abastecer los sistemas de refrigeración de los reactores, en caso de un corto a su suministro principal, hasta que los generadores a diésel arrancaran y pudieran generar la energía requerida por los sistemas y de esta manera evitar el sobrecalentamiento de los reactores y su posible explosión.

Al cortar la energía eléctrica a los sistemas de enfriamiento se desencadenó lo que en un principio se planeaba evitar, las turbinas no generaron la electricidad suficiente para mantener estable la temperatura de los cuatro reactores con que contaba la central nuclear, haciendo que el reactor número cuatro se sobrecalentara y fundiera su núcleo, reacción que, a su vez, hizo que se comprimiera el hidrógeno acumulado en el reactor y explotara, liberando dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de europio, erbio y aleaciones de circonio, grafito y xenón, entre otros gases y materiales radiactivos y tóxicos.

ESPECULACIONES SOBRE EL ACCIDENTE

Muchas han sido las incógnitas sin resolver, algunas instituciones afirman que el personal que llevó a cabo la prueba que generó la explosión no estaba capacitada para realizarla, así como que hubo descuidos y fallas humanas en la realización de la misma, desconocimiento de las medidas de seguridad y falta de monitoreo de las potencias de los reactores y sus enfriadores.

Se habla también de una posible avería del reactor número uno casi cuatro años antes del accidente, y la negación a detener el reactor número cuatro, nueve meses antes debido a la demanda de electricidad, se dice que el reactor tuvo que haber sido detenido en ese tiempo para poder llevar a cabo el experimento.

También se maneja una falta de democratización energética de los soviéticos, así como la presión de altos mandos desde Moscú por controlar el reactor aun cuando se violaran los protocolos y medidas de seguridad de la central.

Otras teorías más radicales hablan de la implementación de nuevos sistemas nucleares que se basaban en procesos de enfriamiento más efectivo como el uso nitrógeno u otros gases, procesos que la Unión Soviética tendría en secreto en caso de ser funcionales.

Sin embargo, más allá de las especulaciones y de las obvias fallas técnicas en el manejo, monitoreo y control de los reactores, el accidente fue un parteaguas para el rediseño de los sistemas de seguridad de energía nuclear en el mundo.

LA EXPLOSIÓN

El experimento comenzó a la 1:23 de la mañana, tiempo local de Prípiat, y las explosiones ocurrieron a menos del minuto de haber comenzado, la catástrofe consistió en dos explosiones provenientes del reactor número cuatro casi de manera simultánea, con una variación de dos a tres segundos en su intervalo. Las preparaciones para la prueba se habían realizado desde la 1:04 de la mañana.

Tras percatarse de las anomalías en la potencia de los reactores los operadores encargados de la prueba decidieron recurrir a un botón denominado AZ-5, el cual reinsertaba las barras de control del núcleo del reactor que habían sido retiradas como parte del experimento por mecanismo y de manera manual, sin embargo, la lenta velocidad del mecanismo y la alta temperatura de las barras desencadenaron la reacción termonuclear que derivó en las explosiones.

Las barras de control del reactor tenían un recubrimiento de grafito, mineral que ayudaba a desplazar el refrigerante de la cubierta antes de ser introducido el boro, proceso que frenaba y controlaba la reacción nuclear de las barras y los refrigerantes.

Cuando el grafito de las barras hizo contacto con el núcleo del reactor se produjo un alza excesivo en los niveles energía, pasando de 530 megavatios (nivel normal) a 30 mil megavatios en tan sólo tres segundos, la mezcla del núcleo y el grafito formaron una gran nube de hidrógeno que se presurizó e hizo explotar el reactor, volando el techo reforzado que lo cubría.

Casi el 30 por ciento del grafito fue liberado en combustión hacia el aire, entre otros materiales, la temperatura irradiada por el reactor creó una corriente de aire caliente que incendio el grafito desatando un enorme reacción químico nuclear.

LA DESTRUCCIÓN

El alcance de la catástrofe aún es difícil de determinar por los efectos a largo plazo de la contaminación nuclear generada y las reacciones adversas del medio ambiente con daños irreparables a las especies.

A causa de la explosión murieron 31 personas en ese mismo momento. Las características de la explosión fueron muy similares a las de una explosión atómica masiva, al generar 0.3 kilotones de energía (energía comparada con la activación de 300 toneladas de TNT). Tras la segunda explosión, que fue la de mayor alcance y destrucción, se formó el característico hongo atómico que podía ser observado a kilómetros de la central.

Tras la fatídica explosión cerca de 136 mil personas fueron evacuadas de emergencia por el gobierno soviético, 155 mil kilómetros cuadrados fueron contaminados con radiación de alto nivel, la mayor parte del continente europeo presentó incremento en los niveles de radiación, el gobierno convocó una segunda evacuación en la que 200 mil personas fueron reubicadas, la contaminación se extendió de manera irregular por la Unión Soviética, Europa Central y el Oriente de Asia.

Los alimentos, la agricultura y ganadería fueron los primeros factores económicos que se detuvieron por la contaminación, se prohibió la exportación interna de alimentos en la Unión Soviética, así como la exportación y traslado de estas entre las rutas económicas mundiales; países europeos como Francia e Italia negaban que sus productos hubiesen sido contaminados, y que los niveles de radiación no habían presentado cambios significativos, sin embargo, países de Occidente, como Estados Unidos llegaron a presentar una elevación en los niveles de radiación y reconocieron contaminación nuclear en el aire y suelo.

Las nubes radiactivas que desprendió la explosión se elevaron a más de dos kilómetros de altura , por lo cual fueron arrastradas por todo el orbe. Según estudios no hay país del mundo que no haya sido alcanzado por las nubes radioactivas de Chernóbil.

Los ecosistemas en general se vieron afectados, la genética animal y de flora se vio transformada en Europa, extinguiendo especies y dando formación a nuevos ejemplares.

LA VIDA DESPUÉS DE CHERNÓBIL

Tras la explosión nuclear el primer paso para controlar la contingencia fue extinguir el reactor que seguía ardiendo y que era una latente amenaza por la cercanía con los demás reactores (de ser incendiado los alcances de contaminación serían incalculables), los bomberos locales y externos de la ciudad controlaron el incendio del reactor pero el grafito de su interior seguía ardiendo. Mientras tanto se llevaba a cabo la evacuación y posteriormente se inició la construcción de una estructura hermética para evitar la que los contaminantes volatizaran.

El mundo sin duda cambió radicalmente tras el incidente, las normas de seguridad nuclear se hicieron más estrictas, actualmente a la zona de desastre está prohibido el acceso por su alta radiación.

En 2011 se presentó un accidente similar en la planta nuclear de Fukushima, Japón, aunque ambos fueron considerados de nivel 7 (el nivel más alto en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares), la destrucción e impacto de Chernobyl se sigue considerando mayor.

El aumento de algunos tipos de cáncer en la tiroides, piel, pulmonar y otros tipos han sido atribuidos a los efectos del accidente.

Actualmente la ciudad de Prípiat es una ciudad abandonada. Y un ejército de trabajadores trabaja en la construcción de un enorme domo para contener cualquier polvo radioactivo en caso de que el antiguo escudo colapse. Se estima que este gran contenedor, que es lo bastante grande para cubrir a la Estatua de la Libertad, quedará listo en 2017.

La construcción de nuevas plantas nucleares se ha seguido planificando en el resto del mundo por la eficiencia y potencia de su producción a un costo que a largo plazo es considerablemente más barato que otros sistemas de generación. Algunos gobiernos están convencidos de que estos tipos de sistemas energéticos son factibles aunque los riesgos sean muy elevados no sólo para su propio país sino para la comunidad interancional.

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Vista aérea de la planta nuclear de Chernóbil, Ucrania (1986). Foto: Volodymyr Repik/AP
Vista aérea de la planta nuclear de Chernóbil, Ucrania (1986). Foto: Volodymyr Repik/AP
Comparación de la plaza principal de Prípiat y el centro cultural de la “Energetik” en 1986 y hoy en día. Foto: Sean Gallup/Getty
Comparación de la plaza principal de Prípiat y el centro cultural de la “Energetik” en 1986 y hoy en día. Foto: Sean Gallup/Getty
Construcción de la estructura del nuevo con namiento de seguridad en el sitio del reactor nuclear de Chernóbil (2016). Foto: CBC News
Construcción de la estructura del nuevo con namiento de seguridad en el sitio del reactor nuclear de Chernóbil (2016). Foto: CBC News

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