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Ruta de los siete lagos

El verano en Bariloche

Lago Espejo Grande

Lago Espejo Grande

Rafael Blando

Bariloche es la ciudad de veraneo por excelencia para los argentinos; desde aquí comienza la ruta que llevará al aventurero a recorrer 190 kilómetros hasta San Martín de los Andes. En el camino se recorre parte de la famosa Ruta 40, y además de maravillosos paisajes de los Andes patagónicos, se pueden apreciar los siete lagos... bueno, ocho si se considera el gran lago Nahuel Huapi.

La primera parada de la travesía es en Villa La Angostura, una pequeña pero pintoresca población llena de flores y casas típicas de un bosque europeo hechas de madera.

La Ruta 40 serpentea entre desfiladeros, montañas, bosques y lagos; maravillosos paisajes naturales se recorren a cada paso que se da. Una curva se esfuma y aparece ante el espectador un deslumbrante lago llamado Espejo Grande que, como su nombre lo dice, refleja un escenario de ensueño: un bosque interminable, agua que se pierde en el infinito y al fondo, para agregar una belleza única, una montaña nevada. En el verano es raro ver nieve y sólo las montañas más altas aún guardan en sus cúspides un poco de nieve. Hay que recordar que en el hemisferio sur el verano se da entre el 21 de Diciembre y el 21 de Marzo. El verano es una buena época para visitar Bariloche y sus alrededores con un clima caluroso y días claros, aunque en el invierno cambia completamente el panorama de esta región de montañas altas y bosques fríos.

Continuando el recorrido se baja por la ruta hasta las orillas del lago Correntoso. Este es uno de los destinos preferidos por campistas argentinos para realizar actividades al aire libre, como bicicleta de montaña y kayak, en un lago de aguas quietas y cristalinas rodeadas de pinos coronados por un cielo limpio y azul. El viajero puede convivir con familias enteras que deciden viajar en casas rodantes por esta ruta tan bella y así aprender un poco más de la cultura argentina tan rica en tradiciones y costumbres. Compartir un mate con desconocidos en un paisaje tan bello es algo que todo viajero debería de experimentar al recorrer esta ruta.

En la misma ruta 40 se llega al lago Machónico, uno de los más chicos en el recorrido pero también uno de los más bellos. Desde el mirador se pueden observar sus aguas flanqueadas por pinos y pequeñas playas enclavadas entre pequeñas montañas que le dan ese aire asfixiante y dramático. Cada lago es único y tiene un carácter especial que llamará la atención de cada viajero de manera distinta.

Una hora más tarde se llega al final de la ruta: San Martín de los Andes y su lago Lácar de aguas tranquilas que invitan al viajero a darse un chapuzón y disfrutar del sol veraniego en la agitada playa. Este pueblo es para explorarse a pie, perderse en alguna de sus calles hasta dar con el parque central y encontrar una pequeña casa. Hay un camino empedrado que lleva hasta la casa de madera y piedra, un techo inclinado hecho de tejas y una chimenea de piedra; el visitante no puede más que imaginar a los gnomos caminando por los bosques, escondiéndose tras hongos y haciendo jugarretas a los leñadores. Después de explorar la ciudad se recomienda probar un lomo al cazador, platillo hecho a base de carne de venado con papas, acompañado, claro, de una Quilmes Stout bien fría para mitigar el cansancio.

Qué mejor forma de cerrar un día de aventuras que paseando al atardecer por las calles mágicas de Bariloche, disfrutando de un helado tan típico de esta pequeña ciudad enclavada entre un gigantesco lago y un bosque maravilloso bordeado por los Andes patagónicos. Un destino sin igual en ese país llamado Argentina.

Lago Lácar
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Lago Espejo Grande
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