El extremo galés Gareth Bale aseguró que la clave de la victoria fue que no se pusieron nerviosos pese a empezar perdiendo. (EFE)
Gales no cayó presa del pánico y su Eurocopa de ensueño añadió un nuevo capítulo: semifinalista en su primera participación.
Con una demostración de imponente tenacidad, la selección británica fulminó ayer 3-1 a Bélgica en un vibrante partido de cuartos de final.
Y los galeses lo hicieron sin depender de su talismán Gareth Bale, dándole la vuelta al marcador tras encajar un gol a los 13 minutos, para clasificarse a su primera semifinal en un gran torneo.
Hal Robson-Kanu y Sam Vokes, dos ignotos delanteros, sentenciaron el triunfo con sus goles a los 55 y 86 minutos, respectivamente.
En la jugada de su vida, Robson-Kanu gambeteó a tres defensores -con el "giro de Cruyff"- y batió al arquero belga Thibaut Courtois.
Vokes salió de la banca y cabeceó un centro de Chris Gunter para dar rienda suelta detrás del rincón gales de un estadio de Lille que estaba atestado por hinchas belgas.
Bélgica fue como una tromba en los primeros compases y se adelantó con un remate desde 25 metros de Radja Nainggolan.
Desbordada por el empuje inicial belga, Gales logró enchufarse y niveló a los 30 minutos con un cabezazo de Ashley Williams.
"Todos fueron golazos", dijo el técnico galés Chris Coleman. "Estoy Sam Vokes, un jugador infatigable, pese a que no es titular. Ashley Williams pudo haber conseguido una tripleta y lo de Hal Robson-Kanu fue sensacional".
Gales se las verá con Portugal en una semifinal que se disputará el próximo miércoles en Lyon. Será un duelo que enfrentará a los dos grandes astros del Real Madrid: Bale contra Cristiano Ronaldo.
En lo que se vaciaban las tribunas del estadio, los jugadores y público galés rindieron homenaje a Islandia, calcando el ritual de celebración del otro favorito sentimental de la Euro 2016.
Bale y sus compañeros levantaron sus brazos para iniciar un lento aplauso, acompañado al unísono por sus hinchas, hasta alcanzar un emocionante crescendo.
Durísima despedida para Bélgica y su llamada generación dorada, jugadores que brillan en los mejores clubes de Europa, pero que por segunda gran cita se estrellan en la fase de cuartos de final. Hace dos años, en el Mundial de Brasil, no pudieron con la Argentina de Lionel Messi.
Bélgica se atascó tras desperdiciar un sinfín de ocasiones. Su delantero Romelu Lukaku se perdió goles cantados frente al arco cuando su equipo emprendió cada mitad con muchos bríos.
Gales supo absorber el asedio en lo que esencialmente era un partido de local para Bélgica en Lille, ciudad situada a 10 kilómetros de su frontera.
"Fue como jugar en Bruselas esta noche", dijo Coleman, cuyo equipo venció a Bélgica en las eliminatorias el año pasado. "Sentíamos que teníamos la calidad para plantarles cara. Para soñar se necesita ser valientes".
Al recibir el sensacional zapatazo de Rainggolan, Gales se encontró en desventaja por primera vez en cinco partidos en el torneo.
Incluso antes, Bélgica tuvo cuatro claras ocasiones en un agitado séptimo minutos, en el que debieron atajar, repeler o desviar al córner remates de Yannick Carrasco, Thomas Meunier y Eden Hazard. Cuando ese tiro de esquina se paseó por el área, Lukaku falló cuando tenía el arco a disposición.
Las transiciones belgas enloquecieron a los zagueros galeses, que acumularon tres tarjetas amarillas hasta que pudieron equilibrar el duelo a partir de los 26, cuando Aaron Ramsey le ganó las espaldas a la zaga belga y Courtois tuvo que estirarse para rechazar un remate de Neil Taylor.
El gol de Williams contó con la displicencia de la defensa belga, dormida en su posicionamiento para marcar un tiro de esquina. Los belgas no habían encajado goles en sus tres partidos previos, pero estuvo mermada por las ausencias de Jan Vertonghen (lesión) y Thomas Vermaelen (suspensión).
Las sanciones le pasarán factura a Gales. Ramsey, un pulmón del mediocampo, y el defensor Ben Davis recibieron amonestaciones y se perderán la semifinal.
