Columnas Social

Y TAN SÓLO ERA UNA MONEDA DE 25 CENTAVOS

Dr. Leonel Rodríguez R.

(Primera parte)

Una noche de marzo, pero del 2007, mi amigo Raúl Ruelas Landeros, empleado del Café de la Morelos del Hotel Palacio Real, me obsequia una moneda de 25 centavos acuñada en 1953, ¡Hace 54 años! Misma que un cliente "espléndido" le dejó, tal vez por equivocación, entre otras monedas de baja nominación, como propina.

Cuando me mostró la ennegrecida moneda, la observé detenidamente, aprecié no el valor monetario, ya que en la actualidad no tiene ninguno, sin embargo, para los coleccionistas algún valor ha de tener. En lo personal, me hizo recordar a mi padre, ya que era afecto de juntar monedas, mismas que un día nos regaló a varios de sus hijos.

Por mi parte, las que a mí me obsequió se las regalé hace varios años a mi hijo Érick, y seguro estoy que él las debe de conservar y un día la historia se repetirá: las repartirá equitativamente entre sus hijos Diego, Andrea y Daniela. La moneda porta en el anverso una balanza, en el centro una especie de pergamino con la leyenda LEY, en la parte central y superior la palabra LIBERTAD y por encima de ésta un resplandeciente sol, bueno, al menos yo así lo interpreto, por el reverso el águila que aparece en todas las monedas.

AÑO DE 1953

Después de ver esta moneda acuñada hace 54 años, me propuse remontarme a ese lejano año y ver cuántas anécdotas, agradables, nostálgicas, tristes (pues en la vida no todo puede ser felicidad), podrían venir a mis recuerdos de ese año, he aquí algunos de ellos:

Definitivamente, compruebo una vez más como nuestra mente, nuestro cerebro, es un archivo, es una computadora que guarda celosa y cronológicamente toda la historia de nuestra existencia. En ese principio de 1953, cuando yo solamente tenía 11 años y ocho meses de edad, vivíamos en la Colonia Hidalgo, por la calle Ocampo No. 27 en Nueva Rosita, Coah., y a excepción de Rita, que ya se había casado con Raymundo, y que vivían cerca de nuestra casa, la Familia Rodríguez Rodríguez y sus descendientes compartíamos un mismo hogar: Mi padre trabajando en la empresa minera al igual que mi hermano Nemesio, primogénito de la familia, mi madre dedicada al hogar, Pedro estudiando en la Academia Comercial Minerva, Armando ese año cursando el segundo semestre en la Secundaria Federal, el que evoca estos recuerdos, como no había encontrado cupo en la Escuela Miguel Hidalgo de la colonia Sarabia, lo habían inscrito en la Escuela Profr. Rubén Moreira Cobos de la colonia Independencia, allí cursaba el quinto año con la maestra María Gándara, Gloria, que tenía entonces 8 años de edad, muy seguramente cursando el segundo año en la Escuela Miguel Hidalgo o bien en una que habían abierto enfrente de la casa, en el local que había ocupado la Cooperativa de los obreros de la Sección 14, las cuatas, Lupita y Cuquita, de tan sólo cuatro años, al cuidado de nuestra madre.

Con nuestras limitaciones, con nuestras privaciones, con problemas económicos, ¡éramos una familia feliz!, ¡éramos una familia completa!

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