Martin Smedberg Dalence (d) de Bolivia disputa el balón con Perez (c) de Panamá. (EFE)
El partido entre Panamá y Bolivia arrancó hoy superados los contratiempos previos de lluvia y fuerte viento que acompañan a la tormenta tropical Colin, que deslució algo el espectáculo de unas gradas con menos color del habitual en una Copa América.
Mientras Colin toca tierra en la costa de Florida con vientos máximos sostenidos de 85 kilómetros y rachas todavía más fuertes, en el estadio Camping World, una vez comenzó a rodar el balón, poca gente se acuerda ya del estado de emergencia decretado hoy por el gobernador, Rick Scott.
A pesar de las lluvias caídas en las últimas horas en la ciudad, el terreno de juego luce en perfectas condiciones y superó sin contratiempos la revisión realizada por el árbitro costarricense Ricardo Montero y el calentamiento previo de ambas selecciones.
Se trata de un césped temporal, más delicado que el permanente, lo que llevó a que la organización decidiese que no se realizase en la víspera el habitual entrenamiento oficial en el estadio por temor a que resultase dañado.
La mayor consecuencia de la veloz tormenta tropical, que se desplaza a 37 kilómetros por hora, fue una escasa afluencia de espectadores, que, quizás desanimados por el clima, optaron por quedarse en casa. La entrada solo fue de unas pocas miles de personas y muchas de las gradas estaban vacías a la hora del partido.
Pero pudo haber sido mucho peor. Tres horas antes del inicio todo parecía indicar que el encuentro estaba en peligro al caer un gran aguacero y registrarse fuertes rachas de viento que tumbaban los banderines de córner.
No obstante, con el paso de los minutos la situación se fue normalizando y la gente comenzó a llegar tímidamente al campo luciendo, eso sí, sus pertinentes ponchos impermeables, pues estaba prohibido entrar al estadio con paraguas.
