Mi esposa, mi señora, mi mujer cumplió 17 años.
Lo que digo estaría más cerca de la verdad si esos dos números se invirtieran, pero para mí es más verdadera mi verdad que la verdad, y yo veo a la compañera de mi vida igual que cuando la vi por primera vez -tenía esa edad- y me enamoré de ella para siempre.
Aquel día volví a nacer. Aquel día empecé a ser. Antes de conocerla yo no era nadie; no era nada. Después fui todo en ella, y ella fue todo para mí.
Muchos años han pasado desde entonces, y muchas cosas han pasado. Pero el amor que siento por mi esposa nunca pasará. Seré cenizas, y mis cenizas seguirán amándola. Seré olvido, pero algo en mí la recordará. Seré una sombra, pero ella seguirá dándome su luz.
Gracias a Dios por haberme dado a María de la Luz.
Gracias a María de la Luz por haberme dado a Dios.
¡Hasta mañana!...