Gran postal se dibujó en el horizonte con la aparición de “Lluvia lagunera”. (R. Sotomayor)
Luego de una espera de 350 días, la liguilla regresó al Territorio Santos Modelo. Los Guerreros volvieron a la disputa de la llamada "Fiesta Grande" y fue Pachuca el rival en turno, empezando el camino de los albiverdes para conseguir su sexta estrella contra muchos pronósticos, tal y como lo hicieron un año atrás, cuando el "Chuletita" se puso el traje de héroe con un póker de anotaciones, hoy, el número 27 de los Guerreros no salió ni siquiera a la banca.
Una temperatura de 37 grados centígrados le dio la bienvenida a los aficionados, haciendo recordar aquellas remotas tardes del antiguo estadio Corona, el que fue bautizado "Casa del dolor ajeno", mote que desapareció en el moderno inmueble, ahora nombrado "Templo del desierto". Quizá por eso los aficionados se negaron a ocupar sus butacas en la zona de sol, donde las verdes butacas eran bañadas por el astro rey, ese mismo que años atrás jugaba del lado albiverde y hasta llegó a desmayar a jugadores visitantes.
Las nubes se apiadaron de jugadores y aficionados para cobijar la zona del TSM, aunque el calor igual seguía incesante y obligó a la hidratación de los futbolistas cuando se jugaba el minuto 25, pero las bebidas le cayeron mejor al Pachuca, que encontraron la anotación por medio de la cabeza de Franco Jara, aunque la peor noticia para los aficionados, más allá de la anotación en contra, fue la lesión de Marchesín, el ídolo, el muchas veces salvador, ahora demostraba que también es humano y es propenso a las lesiones.
Llegó el segundo tiempo y el tiempo cambió de cara al igual que el partido, sobre todo cuando llegó la anotación del "Pulpo" González que despertó a los espectadores y prendió los fuegos artificiales que por fin pudieron lucir en el cielo lagunero, ya un poco oscuro y con nubes amenazantes. La "lluvia lagunera" apareció para sorprender a los visitantes, el famoso "aironazo" como le llaman los laguneros hizo levantar el polvo y le agregó al partido un toque londinense, aunque más que neblina, este era un "terregal", otro término tan lagunero como las gorditas de chicharrón.
Cuando el partido había comenzado con un ardiente sol, en los minutos finales hasta leves gotas de lluvia cayeron sobre el verde césped del Corona, soplando fuerte el viento pero sin doblar a los futbolistas que siguieron firmes apostando por el gol de la victoria. Pero esa anotación no llegó, salvo algunas emociones esporádicas los minutos transcurrieron sin contratiempos, dejando la puerta abierta en la eliminatoria, por definirse el próximo domingo en tierras hidalguenses, donde seguramente surgirán más emociones en la lucha por el boleto a las semifinales.
