
Desde el descubrimiento de los cadáveres el 22 de abril, por lo menos 215 efectivos de la administración de justicia, investigadores, detectives, policías, técnicos han estado involucrados en la investigación. (AP)
Desde su casa en Union Hill Road, Brittany Barker oyó las primeras sirenas muy temprano. Miró por la ventana y vio cuatro vehículos policiales que pasaban a toda velocidad. Eso fue solo el comienzo.
"Venían pasando uno tras otro", recordó.
Las autoridades en este rincón de Appalachia enfrentaban lo que resultó ser uno de los peores asesinatos masivos en la historia de Ohio: ocho miembros de una familia fueron asesinados a tiros en cuatro casas, algunas distantes entre sí, en un sector rural en lo que los investigadores consideran fue una "ejecución" planeada minuciosamente. Casi todos recibieron varios balazos y algunos también fueron golpeados.
Lo que algunos supusieron una riña familiar, posiblemente un caso de asesinatos y suicidio, pronto asumió un cariz más siniestro cuando las autoridades descubrieron una operación clandestina de cultivo de marihuana en gran escala en una de las escenas del crimen, y cultivos en algunas de las otras. El procurador general de Ohio Mike DeWine dijo además que había indicios de peleas de gallos en una de las propiedades.
Casi una semana después de la matanza, las autoridades no han anunciado arrestos ni posibles motivos, lo que contrasta con la numerosa fuerza investigadora movilizada en este condado escasamente poblado donde mucha gente conocía a las víctimas o sabía de su existencia.
Desde el descubrimiento de los cadáveres el 22 de abril, por lo menos 215 efectivos de la administración de justicia, investigadores, detectives, policías, técnicos han estado involucrados en la investigación. Se han recibido varios centenares de pistas y más de 50 personas han sido interrogadas.
El procurador general dijo que no quiere revelar a los perpetradores lo que han averiguado hasta ahora los investigadores.
Familiares de las víctimas manifestaron sorpresa por la marihuana. Algunos vecinos dijeron que ese era un factor inquietante. "Si uno no va a lugares malos, las probabilidades de le pase algo malo son escasas".
Pero Angie Tolliver, asistente de salud, dijo que independientemente de lo que tuvieran que ver las drogas, "nadie merece eso; es esencialmente maligno".
Los cultivos de marihuana son comunes en el condado Pike, escenario de los crímenes. Las autoridades dijeron en 2012 que la incautación de unas 1.200 plantas en el condado podía estar vinculada con un cártel de las drogas mexicano. En 2010 se confiscaron más de 22.000 plantas. La marihuana se cultiva en partes del sur de Ohio, donde los bosques densos y los caminos rurales facilitan esconder los cultivos.