Los seguidores del equipo albiverde tardaron un poco para engancharse al partido, pero luego no dejaron de alentar. (Ramón Sotomayor)
El día pintaba para ser diferente en Torreón. El cielo se tornaba nublado horas antes del partido, clima poco habitual para una tarde de primavera en la región lagunera.
Las afueras del estadio Corona se empezaban a inundar, no sólo de agua, sino por miles de aficionados, quienes se daban cita para ver a su equipo pelear por cada pelota en el campo.
En el entrenamiento previo, Luis Zubeldia se hace presente para dirigir a su plantel mientras algunos relámpagos y truenos anunciaban una posible tormenta. Las tribunas comenzaban a llenarse de un público que vibra, que canta y grita presumiendo a sus Guerreros, a los cuales Tigres no puede ganar desde hace 13 encuentros en torneo regular.
Por otro lado, la porra visitante se hacía notar con sus colores amarillos entonando que son la barra llamada "Libres y Lokos".
El equipo albiverde, acompañado del conjunto universitario, salta a la cancha, en la cual se pueden observar pedazos de césped dañados debido a la lluvia. A las 19:00 horas con dos minutos, el árbitro Marco Antonio Ortiz da el silbatazo de inicio, acompañado de un potente sonido coreando "¡Santos, Santos!"
En el inicio, el Corona se encontraba silencioso, con algunos huecos aún en las gradas. No fue hasta en el minuto 30 cuando un glorioso "gol" salió de las gargantas de la afición guerrera. Saltos y sonrisas se hicieron presentes generando un ambiente de felicidad en las tribunas.
Poco antes del tiempo añadido, los nervios de la afición se alteraron ante otra oportunidad de gol, la cual fue marcada fuera de lugar. Insultos y abucheos al árbitro se hicieron presentes mientras exigían el final del primer tiempo.
La tensión disminuyó cuando se dio inicio al "Guerretón" generando aplausos y entusiasmo en los espectadores.
La cancha se empezó a llenar de peluches y juguetes que se aventaban entre cálidas sonrisas. La lluvia también había parado y se saboreaba el triunfo.
Al segundo tiempo, en el minuto 54, la alegría que adornaba los rostros albiverdes se transformó en preocupación ante la anotación de Juninho, mientras que la porra del Tigres que permanecía silenciosa desde el gol en contra revivía entonando palabras de aliento a los suyos. No pasó mucho cuando Santos estaba haciendo su segunda anotación y el Corona volvió a vibrar por los gritos de entusiasmo.
A casi los 90 minutos, los aficionados comenzaban a silbar implorando el final, mientras se escuchaba "¡Quieren llorar, quieren llorar!" por parte de los laguneros.
El ambiente se tensó y un aficionado local aventó un vaso a un jugador de Tigres, quien se encontraba a punto de lanzar un saque de banda.
El árbitro dio el silbatazo final y empiezan gritos presumiendo la victoria. André Pierre Gignac se acerca a su afición y con las manos en alto les agradece su apoyo. Los equipos se retiran entre aplausos; se escucha el himno del club local.
Con un marcador final de 2-1, los 28 mil espectadores se retiran, mientras que en la explanada de la cabecera sur empiezan los golpes.
Era el ego herido de la afición universitaria, quienes no aceptaban la derrota, atacando mucho más de lo que hizo su equipo en la cancha.
Y vaya que no fue un sábado normal, fue uno de futbol en donde una vez más Santos hizo honor al mote "El Coloso del Norte", quien a pesar de ser un equipo joven, con menos inversión ha logrado más que Monterrey y Tigres juntos.
"La afición de Santos es sanguínea, futbolera", así la definió Zubeldía al término del encuentro.
