La poca revisión médica, así como la falta de atención especializada para todas las personas que están en reclusión, han elevado el índice de convictos que se suicidan o pierden la vida por alguna enfermedad cronicodegenarativa, explicó Luis Burrola, psicólogo especializado en reclusión del ITAM.
Señaló que los reclusos se deben atender con terapias psicológicas, sobre todo aquellos que son sentenciados a más 40 años de prisión, ya que la depresión llega entre 2 y 3 años después, cuando el interno toma conciencia que ahí estará casi hasta el final de su vida. Todos aquellos que padecen alguna enfermedad deben seguir un seguimiento médico.