Oración. La catedral de San Miguel y Santa Gúdula en Bruselas se realizó una misa en honor a las 35 víctimas mortales.
La clase política local y nacional de Bélgica protagonizó ayer un cruce de acusaciones por no haber impedido la llegada de cientos de radicales de la ultraderecha a Bruselas el domingo, donde crearon altercados al irrumpir en una concentración en honor de las víctimas del doble atentado del 22-M.
El alcalde de Bruselas, el socialista Yvan Mayeur, y el ministro de Interior, el nacionalista flamenco Jan Jambon (N-VA), pidieron el sábado a los ciudadanos que no acudieran a la concentración por motivos de seguridad, pero aún así cientos se acercaron al memorial de la Bolsa, donde fueron sorprendidos por la presencia violenta de unos 400 ultra.
Mayeur culpó ayer a Jambon y al alcalde socialista flamenco de Vilvorde, una localidad cercana a la capital, de no haber impedido que los ultras llegaran a Bruselas aún a sabiendas de que se habían citado en esa localidad del Brabante Flamenco para llegar a Bruselas para perturbar la concentración.
El primer edil de Bruselas, en una entrevista en la cadena RTL, se mostró "escandalizado" y apuntó a Jambon, ya en el ojo de la polémica al haber pasado por alto antes de los atentados información importante sobre uno los presuntos terroristas.
Explicó también que cuando el pasado sábado llamó a las instancias de seguridad del Estado para saber qué justificaba el aplazamiento de la concentración, se le indicó que había 400 "energúmenos" que querían ir a Bruselas para increpar a "ciertos habitantes que no les gustan", entre otros asuntos.
Misa de honor a víctimas
La catedral de San Miguel y Santa Gúdula en Bruselas acogió ayer una ceremonia ecuménica en honor de las 35 víctimas mortales del doble atentado del 22-M en Bruselas, que reunió a los líderes de las confesiones musulmana, católica y judía, entre otros, y transmitió un mensaje de unión contra el terror.
Invitados por el arzobispo de Malinas-Bruselas, Jozef De Kesel, se reunieron en memoria de las víctimas los representantes de las comunidades musulmana, judía, anglicana, protestante y evangélica, así como miembros de las fuerzas de seguridad y servicios de emergencia, bomberos y personal del aeropuerto.
Más de 1,000 personas acudieron al llamamiento de De Kesel, indicó la agencia belga.