Aficionados de las Águilas del América se dieron cita en gran cantidad para ver el encuentro de anoche.
"Amarillo no me pongo, amarillo es mi color", decía un aficionado americanista durante su entrada a la explanada del Estadio Corona, ataviado con su camiseta de "los Cremas" y llevando sobre sus brazos a su pequeño bebé, igualmente ataviado con el característico color americanista. La peregrinación hacia el TSM fue tranquila, el tránsito de costumbre, los aficionados respetando los colores y de a poco, los tambores anunciando la cercanía de la batalla, una de las más esperadas del año por los aficionados laguneros.
Desde temprano llegaron los seguidores de ambos equipos, encendieron carbón, destaparon botellas y latas, el ambiente festivo se podía palpar en las inmediaciones del hogar albiverde, no importaba que fuera a mitad de semana, los fanáticos se olvidaron del calendario por un momento. Media hora antes del silbatazo inicial, comenzó el viaje hacia la puerta de entrada, vaciando de a poco el estacionamiento para poblar las tribunas en color verde, aunque al inicio del partido aún se observaban numerosos huecos en el graderío.
Apenas iniciando el encuentro comenzó la guerra de gritos en la tribuna, tomando la iniciativa los dueños de casa, iniciando el aliento a su escuadra y la presión para los visitantes, esos que siempre resultan incómodos y más aún al llegar en gran número. Disfrutar el partido era la consigna para los espectadores, quienes difícilmente podían voltear la mirada y no encontrar alguna mancha amarilla, los americanistas hicieron buena presencia en la otrora "Casa del Dolor Ajeno".
Los minutos transcurrieron lentamente sobre el rectángulo verde, pocas emociones se vivieron sobre el terreno de juego y las máximas expresiones de la tribuna llegaban cuando tocaban la pelota Darwin Quintero u Oribe Peralta, quienes no son olvidados en La Comarca, pero tampoco perdonados por emigrar hacia uno de los rivales odiados. El grito de gol se quedó guardado durante los primeros noventa minutos de la fase semifinal, dejando la eliminatoria en suspenso para definirse en el histórico Estadio Azteca dentro de tres semanas.
Tan gris como el resultado fue la visita de los americanistas a la Comarca Lagunera, sin esa emoción que genera el gol, ingrediente que resulta fundamental y que anoche simplemente brilló por su ausencia. El consuelo para la afición santista es que el cero por cero no es del todo malo para su equipo, alguna anotación en el nido americanista les dará la ventaja en caso de un empate global debido a la regla del gol de visitante. Por lo pronto, esperar es lo que resta, pues Japón aún se ve lejano en el horizonte.
