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Papa en México

Conmovidos por la visita de un papa

LE LLAMARON TATIC, COMO LE DECÍAN A SAMUEL RUIZ

Petición. Ante indígenas de todo el país, el Papa Francisco llamó a los mexicanos a que aprendan a decir perdón a los pueblos incomprendidos y excluidos de la sociedad.

Petición. Ante indígenas de todo el país, el Papa Francisco llamó a los mexicanos a que aprendan a decir perdón a los pueblos incomprendidos y excluidos de la sociedad.

EFE

Nunca un papa había llegado hasta aquí, dicen los indígenas orgullosos y conmovidos por el gesto de Francisco, al que han llamado Tatic, tal como lo hacían antaño con Samuel Ruiz, quien fue obispo de estas tierras durante cuatro décadas y defensor de sus derechos.

El sobrenombre, que significa padre en lengua tzotzil, es un reflejo de que Francisco se ha ganado hoy el cariño de los pueblos originarios, a los que pidió perdón por tantos años de despojo, maltrato y exclusión.

"El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita", dijo.

"Que viva el papa de los pobres" o "El caminante de las periferias", gritaban los fieles reunidos en el centro deportivo de San Cristóbal en una ceremonia llena de símbolos de los pueblos autóctonos.

Pedro Pérez, originario de Zinacantán, agradeció al pontífice que llegara hasta el corazón del estado de Chiapas "para estar con los más humildes".

"Es un orgullo que esté con nosotros (...) nos quiere de todo corazón, nos aprecia" y "le damos las gracias", añadió, por haber llegado a los Altos de Chiapas, donde se congregaron miles de indígenas procedentes de todo México y de Centroamérica.

No importaron los largos trayectos para llegar hasta uno de los estados más pobres del país, más de 20 horas de viaje en algunos casos, ni las bajas temperaturas en la madrugada para entrar en el recinto donde se ofició la misa, ni la espera posterior bajo un sol inclemente.

El ánimo no decayó y, a decir de muchos de los asistentes, todo valió la pena.

Fue una ceremonia "muy emotiva, cercana al pueblo, a la gente necesitada", dijo Ana Quijada, quien viajó desde el estado de Yucatán para ver al pontífice argentino.

"Francisco nos trae mucha esperanza", declaró a su vez Luciana, una joven misionera del Sagrado Corazón de Jesús que reside en San Cristóbal, tras destacar la llamada del jerarca católico "a construir la paz" y a perder el miedo.

Uno de los momentos más significativos fue cuando el papa recibió un ejemplar de la traducción de la Biblia al tzotzil y otro al tzeltal, opinó Araceli, una estudiante chiapaneca que llegó con unas amigas a la ceremonia, en la que Francisco entregó el decreto para que a partir de ahora se puedan oficiar misa en náhuatl.

"Fue impresionante cómo el papa los recibió, con tanta emoción", señaló la joven, y añadió que nunca pensó que el pontífice llegaría hasta su tierra.

Rodolfo Navarro, de la etnia tzeltal, coincidió en que ese fue uno de los momentos más emotivos, además de la presencia de las lenguas originarias durante toda la misa.

En tanto, José Muñoz destacó la llamada del papa a proteger el medio ambiente y a seguir el ejemplo de los pueblos originarios y "rescatar valores que la misma naturaleza nos enseña".

"Su mensaje nos llenó de alegría", afirmó Silviano, indígena tzotzil, unas de las etnias más importantes del estado, mientras Nicolasa, misionera clarisa, confesó "estar muy conmovida" por el mensaje del pontífice "hermano" al que sus fieles ya han declarado mexicano.

Indígenas entregan al papa biblias en sus lenguas

Las comunidades indígenas de México regalaron ayer al papa al final de la misa que celebró en San Cristóbal de las Casas, en el estado de Chiapas, biblias traducidas en sus lenguas.

El papa aprobó ayer en Chiapas el documento final con el que se autoriza la traducción de las biblias y de los textos de la liturgia en varios idiomas de los pueblos indígenas.

El gesto fue recibido por un gran aplauso por parte de los miles de indígenas que acudieron ayer al estadio deportivo municipal de San Cristóbal de las Casas a la misa.

Se agradeció durante la misa la gran labor de los obispos y traductores para que las biblias pudieran ser leídas en las lenguas indígenas. Ya durante la misa de hoy, las lecturas y los textos litúrgicos fueron o leídos en estas lenguas o traducidos.

Francisco incluyó en su gira por México, que terminará el 17 de febrero, una visita a Chiapas, uno de los estados más pobres del país y sobre todo donde se concentran cerca el 70 % de las poblaciones indígenas.

Homilía del Papa con comunidades

Li smantal Kajvaltike toj lek - la ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma, así comenzaba el salmo que hemos escuchado. La ley del Señor es perfecta; y el salmista se encarga de enumerar todo lo que esa ley genera al que la escucha y la sigue: reconforta el alma, hace sabio al sencillo, alegra el corazón, es luz para alumbrar el camino.

Esa es la ley que el Pueblo de Israel había recibido de mano de Moisés, una ley que ayudaría al Pueblo de Dios a vivir en la libertad a la que habían sido llamados. Ley que quería ser luz para sus pasos y acompañar el peregrinar de su Pueblo. Un Pueblo que había experimentado la esclavitud y el despotismo del Faraón, que había experimentado el sufrimiento y el maltrato hasta que Dios dice basta, hasta que Dios dice: ¡No más! He visto la aflicción, he oído el clamor, he conocido su angustia (cf. Ex 3,9). Y ahí se manifiesta el rostro de nuestro Dios, el rostro del Padre que sufre ante el dolor, el maltrato, la inequidad en la vida de sus hijos; y su Palabra, su ley, se volvía símbolo de libertad, símbolo de alegría, de sabiduría y de luz. Experiencia, realidad que encuentra eco en esa expresión que nace de la sabiduría acuñada en estas tierras desde tiempos lejanos, y que reza en el Popol Vuh de la siguiente manera: El alba sobrevino sobre las tribus juntas. La faz de la tierra fue enseguida saneada por el sol (33). El alba sobrevino para los pueblos que una y otra vez han caminado en las distintas tinieblas de la historia.

En esta expresión, hay un anhelo de vivir en libertad, hay un anhelo que tiene sabor a tierra prometida donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean moneda corriente. En el corazón del hombre y en la memoria de muchos de nuestros pueblos está inscrito el anhelo de una tierra, de un tiempo donde la desvalorización sea superada por la fraternidad, la injusticia sea vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz.

Nuestro Padre no sólo comparte ese anhelo, Él mismo lo ha estimulado y lo estimula al regalarnos a su hijo Jesucristo. En Él encontramos la solidaridad del Padre caminando a nuestro lado.

De muchas maneras y de muchas formas se ha querido silenciar y callar este anhelo, de muchas maneras han intentado anestesiarnos el alma, de muchas formas han pretendido aletargar y adormecer la vida de nuestros niños y jóvenes con la insinuación de que nada puede cambiar o de que son sueños imposibles. Frente a estas formas, la creación también sabe levantar su voz; "esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que "gime y sufre dolores de parto" (Rm 8,22)" (Laudato si', 2).

El desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos impactan a todos (cf. Laudato si',14) y nos interpelan. Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia.

En esto ustedes tienen mucho que enseñarnos, que enseñar a la humanidad. Sus pueblos, como han reconocido los obispos de América Latina, saben relacionarse armónicamente con la naturaleza, a la que respetan como "fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano" (Aparecida, 472). Sin embargo, muchas veces, de modo sistemático y estructural, vuestros pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!, perdón hermanos. El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita a ustedes.

Los jóvenes de hoy, expuestos a una cultura que intenta suprimir todas las riquezas, características y diversidades culturales en pos de un mundo homogéneo, necesitan estos jóvenes que no se pierda la sabiduría de sus ancianos. Animémonos a seguir siendo testigos de su Resurrección haciendo carne Li smantal Kajvaltike toj lek - la ley del Señor que es perfecta del todo y reconforta el alma.

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