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Inspiración, ¿a voluntad?

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Inspiración, ¿a voluntad?

Inspiración, ¿a voluntad?

Gaby Vargas

De pronto el fuego interior se enciende. La vida corre por tus venas y tu cuerpo se aviva ante el llamado de una fuerza superior, como si esta te jalara, guiara o llevara inesperadamente a hacer algo. Tu mente se ilumina y se estimula, lo que te hace sentir y pensar con lucidez: estás inspirado.

Esta sensación, que seguramente has tenido alguna vez, es un regalo de los dioses que se nos da ocasionalmente. Se asemeja a estar en un estado de gracia. Tu actitud se transforma, te vuelves más creativo, más productivo, por lo que tu comunidad, familia o trabajo se benefician y te lo agradecen. La inspiración puede dar pie a iniciar o concretar algún sueño o bien puede tratarse de una llama que desaparezca tan rápido como la de un cerillo.

¿Cómo prolongar la inspiración, cómo hacerla más duradera, se puede crear a voluntad? Si bien es factible que surja la inspiración al hacer algo que disfrutamos, no lo es cuando debemos realizar algo que no encontramos muy placentero. Sin embargo, la inspiración se puede generar a voluntad siempre y cuando imitemos al fuego:

• Aceptación. Acerca lo necesario para hacer tu fogata. Todos tenemos áreas de nuestro trabajo que no disfrutamos, por lo tanto, encararlas con la actitud de “esto es lo que toca, lo tengo que hacer y lo voy a hacer bien”, cambia por completo la energía y la calidad. Por fuera podría parecer igual, sin embargo, internamente es totalmente distinto.

• Pasión. Todo fuego requiere de combustible. Entre más combustible tengas y de mejor calidad, más grande será. Para que la inspiración dure se requiere vivir y trabajar desde la pasión. Y si esta pasión te da para vivir, considérate muy afortunado. ¿Qué te apasiona?

• Propósito. Antes de hacer algo es necesario buscar el silencio y preguntarse el gran porqué. ¿Qué quiero lograr, qué busco? No es lo 'que' haces sino 'cómo' lo haces lo que inicia la primera flama. Y esto depende directamente del estado de conciencia y convencimiento con el que llevas a cabo las cosas. Sin importar lo que hagas, el reto está en hacerlo de manera diferente, es decir, “despierto” y no mecánicamente.

• Disfruta y diviértete. ¿Qué te mueve a hacer lo que haces? El ego o el placer. Cuando nos mueve sólo el objetivo, el propósito de conseguir ciertas cosas, nos desconectamos del poder que hay detrás de toda creación. En ese estado el fuego se vuelve amenazador y surge el estrés con todas sus consecuencias. En cambio, cuando hacemos lo que hacemos desde un lugar de placer, de disfrute, de gozo, nos conectamos con la fuente creadora de todo lo que existe en el universo. En ese gozo consciente surge la inspiración, la dimensión divina que insufla y da calor a todo lo que hacemos. Y precisamente ese gozo da pie al crecimiento positivo a nivel material; no al revés.

No es trabajar como esclavo lo que algún día nos dará riqueza material, todo lo contrario. Al sentir que con aquello que hacemos estamos conectados a un poder superior que se suma como socio, se vuelven más disfrutables tanto la tarea como la meta.

• Oxigénate. No siempre las cosas salen como deseamos. Y así como el fuego requiere de oxígeno para mantenerse vivo, todos requerimos de otras fuentes de inspiración que nos den ese oxígeno tan necesario que mantiene viva la inspiración: escuchar música, amar, caminar por la naturaleza, disfrutar del arte, de la poesía, estudiar y demás.

Te invito, querido lector, a que en este inicio de año, a manera de reflexión, te preguntes: ¿cómo mantengo viva mi inspiración?

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