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Coitocentrismo

Una dificultad para las relaciones humanas

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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Psicólogo Sexólogo Silvestre Faya

Se ha denominado 'coitocentrismo' al hecho de considerar como única relación sexual real la penetración vaginal por medio del pene, una visión que reduce a la mujer a un mero objeto de deseo sexual y da pie a la insatisfacción y otros sentimientos nocivos para la relación de pareja.

El único modo de que una mujer, lo mismo que un hombre, se encuentre a sí misma y se reconozca como persona, es por medio del trabajo creativo.

Betty Friedman

Las caricias, sexo oral, el galanteo, masturbación, son vistas como conductas sexualmente inmaduras o innecesarias por aquellos que centran el placer sexual en la penetración vaginal. La visión del coitocentrista sobre su masculinidad es poseer un pene grande, que adquiera una dureza suficiente para poseer a la mujer y dejarla “desfallecida” de placer.

Cabe señalar que esta es una conducta trasmitida de generación en generación. Un ejemplo de esta creencia es llegar a considerar por su género sexual a los hombres como 'brutos' y a las mujeres como 'lloronas'. Los prejuicios sexuales suelen tener como base el sexo al que se pertenezca; varón o hembra.

ORIGEN DEL COITOCENTRISMO

Aunque desde niños los padres dicen con frecuencia que desean la felicidad de sus hijos, la realidad, al final, es otra, al trasmitirles, entre otros, sus prejuicios sexuales. Las creencias trasmitidas a lo largo de la crianza pueden alterar y deformar el autoconcepto que cada uno tenga y, en consecuencia, la manera de relacionarse con los otros.

Cada quien llega a la conclusión de ser como se es gracias a la libre autodeterminación. Sin embargo, la investigación psicológica demuestra lo contrario: somos influidos por los adultos encargados de nuestra crianza, servimos de recipientes de sus ideas, mismas ellos recibieron, a su vez, de otros criadores; una larga y extenuante lista de prejuicios que llegan a afectar la manera de relacionarse sexualmente consigo mismo y con los demás.

ESTEREOTIPOS SEXUALES

Según la psicología social, 'estereotipo' se define como las creencias que versan sobre grupos y a su vez se crean y comparten en y entre grupos, dentro de una cultura. Son constructos cognitivos que hacen referencia a los atributos personales de un grupo social, que suelen ser rasgos de personalidad, aunque también incluyen otro tipo de rasgos. Los estereotipos pueden afectar, positiva o negativamente, al grupo de referencia y suelen dar lugar a los prejuicios que siempre tienen una carga emocional negativa respecto al grupo.

Estereotipos sexuales atribuidos a los hombres es considerarlos sexualmente más agresivos e hipersexuales, mientras que a las mujeres se les percibe sumisas, pasivas, complacientes con el varón, fieles a la relación y destinadas a la procreación y crianza de los hijos.

Debido a las exigencias preestablecidas por estos estereotipos sexuales el varón asumirá conductas que le hagan ver como un 'macho' que toma riesgos al tener varias parejas sexuales, exigiendo sexo aún contra la voluntad o consentimiento de la compañera.

GENITALIDAD Y COITOCENTRISMO

Quienes se exigen el coito o la participación directa de los genitales en todo acto sexual placentero experimentan una visión limitada de la capacidad de goce y disfrute de la sexualidad. Quien solo se permite gozar de su sexualidad a través de la cohabitación o el contacto directo de los genitales, se priva de disfrutar el escarceo sexual que tanto disfrutan las parejas; el llamado juego previo a la penetración.

El coitocentrista no acepta la posibilidad de una relación íntima que no conlleve la inserción del pene en la vagina y la eyaculación correspondiente.

No solo la vida sexual se ve afectada con esta actitud coitocentrica, también la vida relacional se ve francamente limitada a lo que se considera apropiado que el hombre o la mujer haga con su vida.

La expresión de los afectos tiende a verse como un rasgo femenino y si un hombre lo expresa es rechazado y etiquetado de afeminado. Es común que quien ayuda en las labores domésticas sea catalogado de “mandilón”, término despectivo que hace alusión a ser “dominado por su mujer”.

SEXUALIDAD DISMINUIDA

El varón que presume sus capacidades como amante tan solo encubre sus deficiencias reales en la cama. El proferir comentarios burlones sobre la cantidad de veces que sostiene relaciones sexuales o la manera que las realiza y con quién, encubre una minusvalía sexual, por ello tiene que mentir y magnificar sus hazañas.

Es lamentable hacer ver que este desigual reparto de roles sexuales y satisfacción sexual es perpetuado por la misma mujer, quien de manera inconsciente favorece las ventajas del rol masculino y rebaja a las niñas a continuar su rol dependiente y de objeto sexual del varón.

SEXUALIDAD IGUALITARIA

No es el género al que se pertenezca lo que debe determinar el placer sexual en los amantes, no es el pene o la vagina lo importante; lo realmente válido es la unión sexual y afectiva de dos personas en busca de placer sexual y amatorio. El acercamiento erótico, la danza de los amantes, obedece al deseo de la obtención del placer sexual de manera satisfactoria.

La actitud coitocentrica limita y restringe a los amantes a la mera cópula sexual, creando, en consecuencia, en la mujer, la sensación de ser un simple receptáculo de semen del varón, a quien percibe egoísta, centrado en su placer.

Una vida sexual genitalizada, donde la manera de relacionarse es exclusivamente usando a la compañera sexual, dará pie al rechazo sexual, ansiedad, depresión e incluso a la infidelidad, tan temida por el varón y propiciada con su actitud.

El vínculo del placer sexual necesita constituirse entre dos personas, deseosas de compartir íntimamente de manera emocional y sexual, sin imposición o restricción por ser hombre o mujer.

La sensación de pertenecerse, obtenida en el abrazo sexual, deberá contemplar las necesidades de ambos amantes siendo una relación sexual consensuada y no una relación sexual forzada.

¿ES POSIBLE CAMBIAR ESTA ACTITUD?

Para obtener un cambio es necesario sentir la urgencia de hacerlo. La ayuda profesional psico-sexológica contribuirá a dar ese paso. La dinámica involucra a la pareja y el pronóstico será favorable en función al compromiso que el varón establezca consigo mismo.

La identidad de una persona no es el nombre que tiene, el lugar donde nació, ni la fecha en que vino al mundo. La identidad de una persona consiste, simplemente en 'ser', y el ser no puede ser negado. (José Saramago).

www.sexologosilvestrefaya.com

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