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Alejandro, un hombre maximalista

Los tres premios Oscar que ganó por su película Birdman no cambian su estilo de vida; refrendan su pasión

Alejandro, un hombre maximalista

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AGENCIAS

Junio de 2007: la fiesta está en su apogeo. Diego Luna baila salsa y Gael García Bernal ríe con amigos. "El Negro" se aleja de todo y con su colega Alfonso Cuarón pasa más de una hora platicando, con vaso de agua en la mano, antes de retirarse de la presentación oficial de la película Rudo y cursi.

Noviembre de 2015: su guardaespalda asoma la cabeza por la puerta y luego le da la señal de que puede salir, pues no hay prensa afuera. No es que la evite, pero instantes antes, al término de una conferencia, un grupo de reporteros le había cortado el paso para preguntarle si era cierto la animadversión de Leonardo DiCaprio, su actor en "The Revenant", su más reciente filme, a los mexicanos, como alguien aseguró.

El cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu sale riendo, no es alguien acostumbrado al llamado "star system" y a ser seguido por paparazzis ni la prensa del corazón.

"Soy una persona ordinaria, me gusta mucho esa vida y disfruto mi tiempo solo en la casa, me gusta mucho leer, irme a caminar al bosque y la meditación", dice en entrevista.

"Yo no creo ser una persona solitaria en ese sentido, más bien tengo una forma de ver y sentir la vida, de expresarla, y siempre he dicho que un manzano da manzanas, no puedo crear otra fruta".

A sus 52 años de edad, el poseedor de tres premios Oscar por su película "Birdman", dicen sus allegados, no cambia.

Sigue usando la música para que el actor y el equipo de producción entiendan lo que desea ver en una escena y un obsesivo en el trabajo. Así como cuando para "Amores perros" convenció a todos para que una casa en el DF, en cuya colonia habían asaltado a la producción, quedara como locación, o la noche en que por varios minutos discutiera con el mismo Alfonso Cuarón, quien luego de pedirle una opinión del guión de "Niños del hombre" y no entenderlo, decidió colgarle la bocina.

"Le dije: 'Negro', no entiendes. Al final, sus observaciones fueron lo que hicieron que Clive Owen aceptara hacer la película, 'El Negro' tiene esa sensibilidad para ver cosas que otros no podemos", dice Alfonso.

Tom Shoval, quien acompañó a González Iñárritu durante todo el proceso de "The Revenant", señala que no deja de ser humilde y capaz de meterse al set para arreglar él mismo el cabello de sus actores.

"Se sigue enfrentando a los mismos problemas que todos tenemos y buscando cómo resolver que el elenco haga lo que quiere. Es alguien que quiere manejar emociones como sea y siempre".

Héctor González Iñárritu, hermano mayor de Alejandro, secunda al director israelí. Desde niño, recuerda, se le veía pasión al hacer lo que le gustaba, como escuchar música.

"Y jugaba muy bien futbol; americanista de corazón y preocupado por la familia. Cuando fui nombrado en Selección Nacional (de futbol) me decía que todo el tiempo iba a estar a la vista de todos".

MAL ESTUDIANTE

"El Negro" fue un estudiante difícil. Abandonó la Universidad Iberoamericana porque no entendía la existencia de profesores teóricos sin práctica, cuando él ya estaba en radio, donde colaboraría con Martín Hernández, su diseñador favorito de sonido.

"Con la película 'Amores perros' vimos que no era tan fácil esto del cine, cuando pensábamos que por haber hecho varias cosas (en TV) lo sería y los dos íbamos aprendiendo en la marcha; Alejandro siempre se mantuvo firme en lo que quería y cómo".

Cuando debutó en cine, Iñárritu ya había visto películas de quienes serían influencia: Jim Jarmusch, Wong Kar Wai, Lars von Trier, Francis Ford Coppola y leyendo a Jorge Luis Borges, William Shakespeare, William Faulkner y Herman Hesse, autor último que le prohibieron al estar pasando por un cuadro depresivo.

También había vivido meses en Europa con apenas mil dólares en el bolsillo y había dormido en bancas de parques públicos para ahorrar dinero.

Ha dicho que vivió como perro, aunque con mucho orgullo.

En 1996, la muerte de su hijo Luciano, a los pocos días de nacido, le causó obsesión por la vida y la muerte, que se vio sumada al conocer al escritor Guillermo Arriaga, con quien haría dupla en tres cintas: "Amores perros", "21 gramos" y "Babel", en la que niños fallecen.

"Soy una persona intensa, creo que no soy minimalista sino maximalista y si fuese pintor sería más como un muralista".

Pero su personalidad no le impide dar flores a sus colaboradoras cercanas, demostrándole su gratitud.

Finalmente el cine, siempre ha dicho, es un trabajo de equipo, ese que lo ha catapultado a tener más de 300 millones de dólares recaudados en taquilla con sus filmes.

"No hago cosas extraordinarias con mi tiempo, es la contemplación de la vida en sí de una forma simple, natural y me encanta, porque lo otro es muy intenso y la contraparte mía en mi vida ordinaria trato de mantenerla con una gran simpleza".

Y tendrá que seguir así, pues su reciente nominación a los premios Globo de Oro por "The Revenant" y las nuevas expectativas camino al Oscar, lo atosigarán en las siguientes semanas. La intensidad que no lo deja, aunque él no quiera vivirla.

"Soy una persona ordinaria, me gusta mucho esa vida y disfruto mi tiempo solo en la casa, me gusta mucho leer, irme a caminar al bosque y la meditación".

— Alejandro González Iñárritu, cineasta.

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Escrito en: Iñárritu

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