Pide Papa ampliar horizontes

El Papa Francisco pidió ayer a los obispos, reunidos en una cumbre mundial sobre los actuales desafíos y problemas de las familias, mirar más allá de la posibilidad de permitir la comunión a los divorciados vueltos a casar.

En un gesto no programado, el Papa tomó la palabra y se dirigió al pleno del Sínodo de los Obispos, al inicio de la segunda jornada de trabajo de la asamblea que se extenderá hasta el próximo 25 de octubre y que reúne a 270 "padres sinodales".

Según refirió el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, -ya que la reunión se desarrolla a puertas cerradas en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano-, el pontífice quiso puntualizar algunas cuestiones de su interés.

"La primera es que la doctrina católica sobre el matrimonio no ha sido tocada, no ha sido puesta en discusión en la asamblea precedente del Sínodo y que actualmente es la doctrina que conocemos conservada en su validez", señaló.

"Después también dijo que no debemos dejarnos condicionar y reducir nuestro horizonte de trabajo en este Sínodo como si el único problema fuese el de la comunión a los divorciados vueltos a casar, por lo tanto hay que tener en cuenta la amplitud de las cuestiones que han sido propuestas a la asamblea sinodal", agregó.

Las palabras de Jorge Mario Bergoglio resonaron en medio de un intenso debate que se abrió hace más de un año y que todavía no ha sido definitivamente cerrado.

Entre las propuestas avanzadas en el Sínodo de los Obispos está la de aprobar un "camino penitencial" para algunas personas que han contraído segundas nupcias después de un divorcio.

Actualmente, los divorciados vueltos a casar que tienen hijos con sus parejas actuales sólo pueden acceder a la comunión si practican la abstinencia sexual, viven "como hermanos" y "no causan escándalo".

La iniciativa sostenida por algunos obispos, por ejemplo los alemanes, es que se revisen esas prescripciones y se permita a algunos divorciados vueltos a casar acceder a la comunión después de un particular itinerario penitencial vigilado por algún clérigo designado.

Una parte de los participantes en el Sínodo, entre los cuales se cuentan varios cardenales, está en contra de cualquier eventual cambio sosteniendo que, de concretarse, sería un atentado contra la doctrina de la Iglesia que considera la indisolubilidad del sacramento del matrimonio.

Apenas este lunes el relator de la asamblea episcopal, el cardenal húngaro Peter Erdö, introdujo las discusiones con un texto en el cual pareció cerrar la puerta a cualquier discusión al respecto.

Pero este martes, durante una conferencia de prensa, el presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales del Vaticano, Claudio Maria Celli, aclaró que el tema de los divorciados y vueltos a casar "está abierto".

Durante la primera semana, el Sínodo estudia los múltiples desafíos que afrontan las familias: 29 reflexiones recogidas en el primer capítulo del documento de trabajo. Durante estos días los prelados se preguntarán por las causas del alto número de separaciones y de divorcios que se producen, y buscarán modos para contrarrestar el miedo a los compromisos definitivos. Los 270 obispos deberán afrontar también los desafíos que suponen el feminismo radical y la ideología de género para la visión cristiana del matrimonio.

Por otra parte, el Sínodo prestará especial atención a las dificultades de la familias que viven situaciones económicas y sociales adversas. Problemas como el desempleo, los salarios bajos o la falta de un trabajo digno podrían conducir a esas familias a situaciones de "exclusión social".

Otro aspecto que valorará el Sínodo es la necesidad de una pastoral específica con los niños y los ancianos. Son los grupos sociales más expuestos a la "cultura del descarte" que denuncia el Papa Francisco.

Asimismo, reflexionarán sobre el papel crucial de las familias en la crisis humanitaria de inmigración, como estructuras que integran y acogen a las personas, evitando todo tipo de desarraigo.