Y de pronto la casa se convirtió en la del dolor propio, en el torneo menos pensado (y no me refiero a las decisiones directivas), es decir, después de ser campeón se impone una marca negativa histórica, cuatro derrotas seguidas de arranque de torneo en casa. No es la peor racha de descalabros en Torreón en cualquier momento del torneo, en el Invierno 99 se ligaron cinco: jornada cinco 2-3 con Pachuca, después doble visita, jornada ocho 3-4 ante Morelia, en la diez 1-4 contra Puebla, la doce 0-1 ante América y en la catorce 1-3 contra el Atlas. Esta deshonrosa seguidilla la compartieron Juan de Dios Castillo (QEPD) y Fernando Quirarte.
El pasado viernes en otro juego loco, el nuevo entrenador de los Guerreros Pako Ayestarán fue un espectador más siendo testigo asombrado e impotente de cómo se desbocó el equipo, sin orden ni concierto, al más puro estilo de peleador callejero y al grito de "¡pos haber de cómo nos toca!" se puso a intercambiar golpes contra unos Pumas austeros y estrictos. Como en tiempos de guerra, los universitarios racionan sus llegadas y las optimizan al máximo, no están para desperdicios, han clavado 19 goles en un mínimo de llegadas al arco, están a tres anotaciones de empatar su marca del torneo pasado cuando les restan diez jornadas.
Los escolapios tienen cuatro triunfos seguidos anotando trece goles en esa racha, el argentino Ismael Sosa y el uruguayo Matías Britos (ya naturalizado) tienen cinco goles por cabeza, Sosa está dos de su mejor marca conseguida el torneo pasado y Britos ya superó por uno su récord del torneo pasado.
La realidad golpea al campeón, después de ganar la quinta estrella jugando de regular a mal de la jornada uno a la once y cerrando de la doce hasta la final jugando de forma convincente y a paso de campeón, solo dos refuerzos (ambos suplentes) era apostarle demasiado a la Diosa Fortuna que ya te había sonreído coquetamente el torneo pasado. Esto aunado a que La Liga MX se reforzó en serio trayendo un buen número de competentes futbolistas y que al parecer después de siete jornadas todos los técnicos le están apostando al espectáculo aderezado con racimos de goles en todas las plazas, da la impresión de que La Liga dejo atrás al Campeón, se despegó y Los Guerreros ya no tienen argumentos para competir de igual a igual, repito esa es la impresión que dan. Viene el receso de fecha FIFA y tiempo para los vascos de penetrar en los cerebros de sus futbolistas para lograr acercarse al ideal de lo planeado bajo las circunstancias actuales y con lo que hay, no hay más.
Después de ser campeón puedes entender a cabalidad que Barcelona o Real Madrid realicen un mínimo de cambios en sus plantillas plagadas de multimillonarios estrellas, pero cuando tienes un plantel limitado (con una banca débil) que dio su máximo en las últimas seis jornadas y cinco partidos de liguilla (en la final de vuelta se desfondó blindado por el resultado en la ida) los refuerzos deben de ser un mínimo de tres y titulares, se trajo a un central suplente y aun experimento de diez, un chamaco de 21 años errante en Europa y por el cual se hizo una apuesta que sigue siendo viable, pero que sigue siendo eso una apuesta. Por otro lado y en descargo del chileno Ravelo si no inicia partidos poco se le puede exigir, a un diez no se le mete ya en el fragor de una batalla, se le da la titularidad para que le vaya midiendo los tiempos y ritmos al partido de otra manera solo se le observa corriendo lastimosamente detrás de la pelota y no controlándola.
Solo nos queda esperar dos cosas: la primera y de una importancia capital, que se detengan las derrotas en casa para que esto no se convierta en: "la casa de la comodidad ajena" y un progreso en lo futbolístico para sumar puntos donde también importan y mucho, en la porcentual.
