Toda la vida he querido

Abrí mi cuenta de Twitter y lo primero que vi fue el hashtag #TodaLaVidaHeQuerido. Eso me hizo pensar en mí misma y en mis deseos, ¿serán iguales a los de los demás? ¿Será que todos coincidimos en lo que deseamos? Lo que me encontré como aportaciones de los usuarios fue, entre otras respuestas, lo siguiente:

Viajar por todo el mundo. Poder tomar hasta que vomite. Ver dónde empieza un arcoíris. Encontrar a alguien que me quiera en verdad. Comer sin engordar. Saber por qué nos sigue importando más el futbol que la situación del país.

Un hashtag, para quien no está familiarizado con el uso del Twitter representa un tema sobre el cual cualquier usuario puede opinar; si se hacen populares, es decir, si mucha gente participa, se convierten en trending topics.

Los seres humanos en general, siempre tenemos deseos guardados, anhelos pendientes, sueños por realizar, pienso que si no los tuviéramos la vida sería bastante plana. Desear algo nos alienta, nos genera una exaltación del espíritu que redunda en esfuerzos que nos llevan a concretar eso que deseamos.

El problema de esto es que tenemos que distinguir qué deseamos con el corazón y qué con la cabeza. Nos hemos acostumbrado a que el estilo de vida impuesto por el marketing, por quienes rigen el orden mundial, es el que orienta nuestros deseos. Para la mayoría de los mortales, donde por supuesto no están incluidos los políticos, los deseos tienen que ver con la satisfacción de necesidades fundamentales, cada quien a su nivel, pero todos deseamos casa, auto, ropa, viajes, comidas, distracciones, etcétera. Aunque claro no es lo mismo la casa sencilla que la mansión, el auto pequeño a la 'SUV', la ropa de tianguis a la de marca, el viaje aquí a la vuelta que el tour mega sofisticado, los tacos que comer en el mejor bistro de la ciudad.

Las diferencias las pone nuestra realidad económica aunque, la verdad sea dicha, las establece el grado de sofisticación que podemos alcanzar una vez que hemos cubierto las necesidades de supervivencia. Es muy difícil que alguien que sufre para llevar el pan a su casa, pueda pensar en desear un curso de desarrollo humano, o un training de yoga o comprar los últimos best sellers de librerías.

Por eso existen prioridades, cosas que se consideran más importantes que otras. “Lo primero es comer antes que ir a misa”, dice la frase popular y es muy cierto. La pirámide de Abraham Maslow, experto en motivación humana, es muy clara: primero lo fisiológico, luego por orden: la seguridad, lo social, la estima y la autorrealización.

Hay deseos que rebasan al individuo y se colocan en sistemas como la familia, la colonia, la ciudad, el país, el mundo y hasta el universo, cuando este ocurre, hemos trascendido nuestra individualidad y alcanzamos a ver lo que otros desean, nos apropiamos de sus necesidades y las convertimos en nuestras.

Intouchables es una película francesa donde un enfermo parapléjico es asistido por un migrante que le ayuda a realizar lo increíble de acuerdo a su condición. Otra cinta, The Bucket List, también nos cuenta de dos hombres que están dispuestos a realizar sus sueños ante el diagnóstico de una enfermedad terminal.

Casi siempre estamos dispuestos a hacer lo que siempre hemos querido solo hasta que tenemos a la muerte o a la enfermedad tocándonos la puerta; ¿debemos esperar a entonces? Yo digo que no, que primero deberíamos definir lo que queremos y analizar si está en el terreno de nuestras posibilidades, si es así, dejar de ser nosotros mismos el principal obstáculo y poner en marcha un plan de acción.

Porque nos vamos a ir de este mundo con muchos deberes y pocos haberes, con muchas ganas y pocas acciones, con muchas tareas pendientes que no hicimos porque siempre pensamos que ya habría tiempo.