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Y a pesar de todo, ganan paralímpicos

MÉXICO, DF.- Los atletas con capacidades diferentes se alistan para el adiós de Atenas, con su costal de medallas, aquí, en el Centro Paralímpico Mexicano.

Gamaliel sueña con escalar montañas, Sofía se resiste a la parálisis cerebral con la única meta de llegar a Beijing, Emilio se ilusiona con una venta generosa de chicles para llevar dinero a casa y solventar sus veloces aventuras sobre silla de ruedas, y María Luisa desea que nunca le regresen los miedos que retardaron su ingreso al mundo...

Muchas historias se cuentan aquí, en el planeta del deporte adaptado; historias que hablan de carencias en los procesos hacia la alta competencia, de falta de entrenadores especializados, pero también de batallas personales e institucionales...

Longevidad

Los números ofrecen parte de la realidad entre los deportistas discapacitados. De los 76 que viajaron a Grecia, 55.26 por ciento tuvo su primer contacto con el deporte más allá de los 20 años. Aún contando los encuentros prematuros, como el de Doramitzi González -quien comenzó a practicar natación a los cinco años- o el de Juan Ignacio Reyes -quien conoció la piscina a los seis- el promedio es similar: 20 años con diez meses.

Hay casos contundentes como el del corredor Pedro Acosta, cuyo inicio deportivo fue a los 44 años. A los 51 vive sus segundos Juegos Paralímpicos. Entre las mujeres sobresale la medallista en salto de longitud Perla Bustamante, cuya carrera deportiva arrancó en 2002, cuando tenía 38 años.

En el hoy desolado Centro Paralímpico fluyen los testimonios. María Luisa Maldonado es parte de la preselección de tiro con arco. Logró desencadenarse de los temores familiares hasta los 34 años. ?Me la pasaba metida en casa, mi universo se reducía a la cama, a la televisión y a la virgencita de Guadalupe?, cuenta.

Fueron otros los motivos de Emilio García, una de las jóvenes promesas en las pruebas de pista: ?Recién había fallecido mi padre y algo dentro de mí me decía que era tiempo de cambiar de vida. Por la presión de los cuates, me fui por el camino del alcoholismo, hasta que conocí en el pesero a José Luis Ríos, el utilero de la delegación que está en Atenas. Él vio que yo tenía mucha fuerza en los brazos para subirme al transporte y me invitó al deporte?...

Así, en este sueño tardío, es posible ser atleta olímpico más allá de los 50 años: ahí está Dora Elia García y sus lanzamientos de campo o Cristina Hoffman e Isabel García y sus remates en el tenis de mesa.

?Nuestro deporte es longevo, pero con muchas exigencias. Mientras des las marcas y estés en la élite mundial, tu boleto está asegurado?, dice Juana Soto, quien en los Juegos Paralímpicos de 1980 a 2000 ganó 17 preseas.

El primer paso

En el asunto de abrir puertas, el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) se ha vuelto especialista. Al menos lo es en las estadísticas oficiales: en sus instalaciones se atiende al 70% de la población discapacitada en México. ?Se trata de rehabilitar y después de abrir camino hacia las actividades productivas, incluido el deporte?, asegura Ana Teresa Aranda, directora de la institución.

En 1973 el entonces Instituto Nacional de Protección a la Infancia organizó la primera edición de los Juegos Nacionales que, después de 25 años, incluyó en su presentación la palabra Paralímpicos.

En el pequeño grupo de aventureros en Grecia se pueden descubrir algunos datos reveladores: el 22.36 por ciento de la delegación encontró su camino deportivo en el DIF, mientras que el 19.73% lo hizo en las asociaciones sobre silla de ruedas. Los clubes privados también tienen su participación, con una cifra superior al 18 por ciento. Más abajo están los deportivos gubernamentales, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), las Asociaciones de Ciegos y Débiles Visuales, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y con un aporte ínfimo la Secretaría de Salud.

Las espinas

El sendero es pedregoso rumbo al alto rendimiento. En el panorama del deporte discapacitado resulta fácil detectar una débil infraestructura y muchos ejemplos de indiferencia. ?Las instituciones te enseñan el camino, pero hay un momento en que te quedas solo, sin armas para competir. Las cosas prestadas por el DIF son insuficientes. Si quieres llegar alto, es por tu cuenta o con los consejos de entrenamiento que te van dando los de mayor experiencia?, relata Emilio García, quien toda la semana practica en soledad, adiestrado acaso por las sugerencias de quienes han logrado derribar el olvido.

Emilio no tiene apoyo económico ni entrenador, y no lo tendrá hasta que sus marcas, dice, sean de estrella nacional. De ahí su vida agitada de la pista atlética a los cruceros, entre franelas, cubetas de agua y cajitas de chicles.

Gamaliel Padilla, corredor de 200 y 400 metros, al menos puede presumir una silla descascarada que le prestó el DIF: ?Para ganar competencias necesitaría una de las que cuestan cuatro mil dólares y que no las hacen en México. ¿Y quién me la va a dar? Hay que luchar solo y triunfar para que haya seguimiento?.

-¿Y los patrocinadores? ?Te dan largas, he ido a varias empresas y muchas son las excusas: que no tienen dinero, que su presupuesto ya está destinado, que necesitan deportistas con una imagen más fuerte y comercial...?.

Aún para los preseleccionados hay obstáculos por vencer. ?A veces no asistimos a los torneos por carecer del material necesario para competir o por los descuidos del entrenador; el que teníamos antes no asistía a las prácticas y no nos prestaba la suficiente atención?, acusa Jorge Arturo Vázquez, de tiro con arco.

Según la ex medallista Juana Soto, en el deporte paralímpico domina los actos empíricos. A la falta de entrenadores se suman los que no están capacitados para orientar a un discapacitado:

?Un maestro de educación física no puede ser un buen entrenador paralímpico, se requiere alguien que conozca nuestro deporte, el papel de la tecnología, las posiciones, categorías y capacidades locomotoras del atleta. Urge una carrera especializada, además de foros y cursos de actualización?.

Aquí, donde en teoría se preparan los mejores deportistas discapacitados, la vida transcurre entre pugnas de territorio y poder. Sin los seleccionados, en el Centro Paralímpico predominan los atletas convencionales y los estudiantes de la Escuela Nacional de Educación Física.

Un escenario que no parece para ellos, con dormitorios pequeños, una alberca de curso corto y sin las exigencias olímpicas y una cancha de basquetbol sin las medidas reglamentarias. ?El Centro sólo es un prestador de servicios, de acuerdo a las necesidades de las federaciones que, previamente, llenan su formato?, argumenta Gustavo Machorro, jefe de Departamento.

Corazonadas

La piedra más pesada, dice Soto, es el nulo reconocimiento que, como deportistas, tienen los discapacitados. ?Muchos piensan que simulamos, pero no saben que nos preparamos como Ana Guevara, con largos entrenamientos, con sesiones de pesas y ejercicios aeróbicos y, sobre todo, con un corazón que debe estar acostumbrado a derribar paredes?.

Es el tipo de corazón que lleva a Gamaliel a sueños montañosos, el mismo que bombea la imaginación de Emilio en los cruceros citadinos... El corazón que inspira a Héctor Hernández -otro corredor- a volar en su silla de ruedas y a tocar guitarra en Las Gaoneras.

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