Siglo Nuevo

Gigantes del virreinato

Los acueductos coloniales en las urbes del México moderno

Acueducto El Cubo. (Foto: Archivo Siglo Nuevo)

Acueducto El Cubo. (Foto: Archivo Siglo Nuevo)

Saúl Rodríguez

Aunque los indígenas en la época prehispánica construyeron series de acueductos y canales para transportar agua potable hacia las poblaciones, fueron los españoles quienes impusieron durante la Colonia este modelo de estructuras romanas hidráulicas con arcos en México. Algunos de estos acueductos aún sobreviven en la época moderna.

DE ORIGEN ROMANO

La palabra acueducto proviene del término latín aquaeductus, que significa “conducto de agua”; es una estructura diseñada para transportar agua potable hacia las poblaciones establecidas en un espacio geográfico determinado. Se define también como una solución a la escasez de agua, que garantiza la distribución apropiada del líquido entre las urbes.

Los primeros en edificar acueductos con arcos fueron los antiguos romanos, quienes los planificaban para poder transportar el líquido hacia las ciudades del Imperio a través de pendientes que iban descendiendo gradualmente.

Antes de la construcción de un acueducto, los ingenieros romanos elegían la fuente de la cual se extraería el agua. Una vez aprobado el origen del agua, se procedía a diseñar la ruta y la inclinación del acueducto, que tenía que calcularse a grandes distancias desde los manantiales hasta las ciudades. De igual forma, la pendiente debía mantenerse constante sobrellevando las alteraciones naturales del terreno.

Los romanos hicieron uso de su ingenio al construir y diseñar estas majestuosas obras hidráulicas y así consagraron el que fue considerado como el ingenio arquitectónico de la antigüedad por excelencia: el arco, una innovación que permitió construir sistemas de mayor longitud.

Los arcos se construían sobre estructuras temporales de madera que sostenían cada piedra en su lugar hasta que se colocaba la dovela o piedra angular. Esta dovela distribuía el peso de lado a lado, permitiendo construir otra estructura encima de ella. En Roma, la capital del Imperio Romano se tenía la mayor concentración de acueductos, cuya estructura -en la mayoría de los casos- era subterránea y solo un 20 por ciento era sobre arcos.

ARQUITECTURA COLONIAL

En el México del virreinato los españoles establecieron este tipo de acueductos con arcos dentro de las más importantes ciudades. En dichas urbes, donde la arquitectura y trazado se basaba en construir la iglesia junto a la plaza principal para marcar un punto de referencia en el espacio urbano, los acueductos combinaban perfectamente con el entorno arquitectónico.

La última actualización de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), tiene registrada la existencia de 225 acueductos en toda la república, la mayoría de los cuales se hallan distribuidos en los estados de México, Puebla, Morelia, Querétaro, Nayarit y Guanajuato.

ACUEDUCTO DE CHAPULTEPEC

Este acueducto, conocido popularmente como “Los Arcos de Belén”, tiene raíces prehispánicas, de tal forma que es considerado el más antiguo e importante de todos los que se construyeron en la Ciudad de México durante la Colonia.

Antiguamente, durante el esplendor de la Gran Tenochtitlán, los mexicas buscaron la manera de llevar agua potable desde el cerro de Chapultepec a la ciudad para lo cual edificaron en 1418 un acueducto, o aochpango en náhuatl, un canal que en un inicio estaba hecho de carrizo, piedras y lodo, y que entre 1455 y 1466 se empezaría a construir en piedra, para después ser destruido por Hernán Cortés en la Conquista.

Reconstruido en 1571, en su etapa colonial llegó a tener 904 arcos y más de cuatro kilómetros de largo. Se sabe que transportaba agua para la población de clase baja, ya que sus líquidos eran considerados salitrosos.

En el Siglo XIX se derribó gran parte de él y actualmente sólo quedan 20 arcos. En 1972 se acondicionó como fuente para adornar el camellón de la avenida Chapultepec cerca del metro Sevilla, donde es testigo de la vida moderna de la capital del país.

ACUEDUCTO “EL CUBO”

Ubicado en la ciudad de Zacatecas, se comenzó a construir en el Siglo XVIII con cantera rosa, muy común en la región, y fue terminado en los primeros años del México independiente. Su nombre se debe a que la estructura partía del tiro de una mina que lleva el mismo título.

La arquería que lo compone está hecha de mampostería de cantera, y una gran parte de ella fue remodelada con contrafuentes durante el Siglo XIX. Estuvo en funcionamiento hasta 1929 cuando se retiró la fuente de la Plaza Independencia, que era donde desembocaba el agua.

Debido a su desuso fue demolida gran parte de su extensión, pero la emblemática parte que aún sigue en pie custodia la entrada al Parque Estrada, mientras que el tráfico pasa por debajo de sus arcos en la avenida González Ortega junto a la ex Plaza de Toros San Pedro (ahora convertida en un hotel de lujo).

Actualmente es uno de los sitios de la ciudad más visitados por los turistas y se considera un elemento arquitectónico que brinda identidad a los zacatecanos. Desde 1993 forma, junto con el centro histórico de Zacatecas, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

ACUEDUCTO DE MORELIA

Su construcción se llevó a cabo en el año de 1785, cuando el fray Antonio de San Miguel lo mandó levantar con dos firmes propósitos: el de trasladar agua a la ciudad de la Antigua Valladolid (actual Morelia) que estaba siendo azotada por la sequía y para dar trabajo a los indígenas.

Considerado como el mejor conservado de todos los acueductos del país, está formado de cantera rosa, cuenta con 253 arcos, mil 810 metros de largo y una altura máxima de 9.24 metros. Posee dos cajas de agua; una a su inicio, a la altura de la Unidad Deportiva y la otra a aproximadamente 700 metros de la primera.

En su apogeo conducía el agua desde los manantiales situados al sureste de la ciudad aprovechando la inclinación de los cerros, mantenía una pendiente de dos centímetros por cada diez metros, y de esa manera sobrellevaba las diferentes altitudes del relieve para transportar el líquido mediante la gravedad hasta su destino.

Su uso terminó en 1910 y con el paso del tiempo fue habilitado como camellón en una avenida, sobre sus muros se empezaron a colocar anuncios y varios de sus arcos fueron sepultados al cambiar el nivel del suelo con la pavimentación.

En la moderna Morelia, ocupa un lugar en el camellón central de la avenida Acueducto, entre el tráfico y el andar de los morelienses, finalmente desaparece entre las casas y negocios de la calle Aquiles Serdán junto al Jardín de Villalongín.

En 1997 fue remozado con la instalación de luminarias y alumbrado como muestra de una de las piezas arquitectónicas más bellas e importantes de la capital michoacana.

ACUEDUCTO DE QUERÉTARO

Hecho de cantera roja, se planta inerte, pero regio, con sus 74 arcos, 28.42 metros de altura y mil 280 de largo sobre la avenida de Los Arcos de la capital queretana. Se considera como la obra urbana más importante construida en el Siglo XVIII gracias a la aportación económica de Don Juan Antonio de Urrutia y Arana, marqués de la Villa del Villar del Águila, quien poseía grandes habilidades para la ingeniería hidráulica.

En un principio se edificó para llevar agua potable a la ciudad de Santiago de Querétaro, aunque cuenta la leyenda que el marqués lo construyó como regalo a una monja capuchina, conocida como sor Marcela, de la cual estaba enamorado.

Actualmente, funge como una especie de camellón sobre la avenida que da libre circulación al tráfico vehícular, constituyéndose como un claro ejemplo de la fusión entre el México colonial y el moderno. La combinación de su sombra con el asfalto llena de orgullo a los queretanos y de admiración a los foráneos, quienes lo contemplan con respeto. Durante la noche, las luminarias dan vida a su cantera bajo el cielo del Bajío y destella su increíble majestuosidad arquitectónica.

CONTINUIDAD HASTA EL SIGLO XX

En el México independiente la construcción de acueductos de estilo romano se dio aproximadamente hasta principios de 1900. Obras como los Acueductos de Parras de la Fuente, el Acueducto de Lourdes en Saltillo, el Acueducto de Guadalajara, el Acueducto de Atlixco y el recientemente descubierto Acueducto de Linares, son el firme ejemplo de lo anterior.

Lamentablemente, algunos de estos monumentos se encuentran en muy malas condiciones debido al descuido de los vecinos, a la acumulación de basura, la invasión del graffiti y el olvido de las autoridades.

Otros, como el Acueducto de Querétaro considerados patrimonio de los municipios y de los estados, cuentan con recursos públicos para su laborioso mantenimiento, incluso algunos, como el Acueducto del Padre Tembleque, han sido rehabilitados para continuar con sus actividades de flujo del agua hasta nuestros días.

ACUEDUCTO DEL PADRE TEMBLEQUE

Aunque no se encuentra dentro de una urbe, otro de los magníficos acueductos coloniales del país es el del Padre Tembleque, ubicado en los límites de Hidalgo y el Estado de México y considerada como la obra de ingeniería hidráulica más importante de todo el virreinato debido a su magnitud, con la que se logró llevar agua desde lo que actualmente se conoce como Zempoala, Hidalgo hasta Otumba, Estado de México.

Su nombre hace honor al fraile franciscano Francisco de Tembleque quien lo diseñó y dirigió su construcción en 1542, debido a que le preocupaba la escasez de agua para los indígenas de la región. Los materiales utilizados en la estructura de este acueducto fueron bazanto, tenzontle, cal y arenas volcánicas.

Abarca una longitud de 48 kilómetros con 40 metros de altura en su parte más alta, en su mayor extensión constituye un canal rectangular de 36 centímetros de ancho y 20 centímetros de altura excepto en cuatro tramos deprimidos, en los cuales el canal es sostenido por arcos.

Es incluso de mayor dimensión que el Acueducto Romano de Segovia, en España. Durante su recorrido se pueden apreciar sellos indígenas que imprimieron las personas que lo construyeron.

Su tramo más importante (con 68 arcos) es el que cruza la Barranca del Papalote, mismo que empezó a ser restaurado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en noviembre de 2014 con el firme propósito de preservarlo y postularlo como Patrimonio de la Humanidad ante la UNESCO.

Twitter: @BeatsoulRdz

Acueducto del Padre Tembleque (Foto: Gerardo Lupián)
Acueducto del Padre Tembleque (Foto: Gerardo Lupián)
Acueducto El Cubo. (Foto: Archivo Siglo Nuevo)
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Acueducto de Querétaro. (Foto: Ricardo Romero)
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