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Remigio Mestas, artesano y artista

Alta costura del textil oaxaqueño

Remigio Mestas, artesano y artista

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Yohan Uribe Jiménez

En el centro histórico de Oaxaca, la tienda de arte textil Los baúles de Juana Cata, ha logrado reunir a coleccionistas internacionales, curadores de museos y galerías, personalidades como Lila Downs y Beatriz Paredes, en torno a la espiritualidad que en sus diseños propone Remigio Mestas, artista, artesano y fundador del proyecto Diálogo textil de pueblos originarios del mundo con Oaxaca.

Originario de la comunidad zapoteca de Yalalag, Remigio se crió entre textiles y tejedores, maestros del mismo arte popular oaxaqueño que años después dignificará internacionalmente. Desde que tenía siete años de edad conoció los mercados de Oaxaca, ofreciendo blusas, vestidos y textiles que junto a su madre vendió hasta pasada su adolescencia. Luego vino la universidad y, aunque se hizo contador público, en los años ochenta supo que el camino que los dioses habían marcado para su vida, estaba tapizado de hilos, colores y alfombras espirituales en forma de hupil.

Con invitaciones a las ferias de moda más importantes de Europa, Asía y Estados Unidos, el artista oaxaqueño, comparte su experiencia con paciencia, amabilidad y sabiduría. Prefiere hablar de su visita y las comunidades indígenas de su estado, que de las anécdotas vividas en los más de 23 países a los que ha llevado su trabajo. Su compromiso, dice, es mantener viva la tradición en las comunidades, no sólo capacitando y formando a los más de 300 tejedores que representa, sino comprometiéndose a que una vez rescatado un tejido, o una materia prima, las comprará a un precio digno, comercio justo por convicción.

En su tienda, los visitantes pueden encontrar desde un hupil tradicional de colección, hasta la experimentación geométrica de diseños muy contemporáneos, en blusas, vestidos y accesorios que responden a las tendencias del diseño actual. Una razón por la que Juana Cata, es visitada por mujeres de todas las edades.

Su línea de camisas para hombre, se ha hecho popular en México por combinar un diseño moderno, con hilos, telas y colores propios de la tradición artesanal del estado.

Un trabajo exquisito de investigación, tendencia y arte contemporáneo, que se complementa con las manos prodigiosas de los maestros tejedores. Rebozos, paños, faldas, trajes completos y hupiles, que se reinventan desde los ecos del pasado textil de uno de los estados culturales más ricos de América, o se reinventan cada temporada para abrirse paso en un mercado complicado e incluso indiferente al valor espiritual que puede tener una prenda de vestir. Más cuando un hupil, de seis meses de elaboración, pueda llegar a tener un costo hasta de 40 mil pesos.

COLECCIÓN TRES COLORES MÁGICOS

En 1990 Remigio Mestas inició el proyecto de conservación y difusión del patrimonio textil de Oaxaca, con la idea de conocer los colores del estado, luego se enfocó a definir la naturaleza y consistencia de los materiales.

En el Textil Oaxaqueño existen tres colores fundamentales la grana cochinilla, que se usa en comunidades zapotecas, mixtecas, tacuates; el azul añil, de la familia de la leguminosa, presente en mucha de la indumentaria tradicional del estado; y el caracol, que es uno de los colores más importantes en el mundo y en Oxaca también, sobre todo en la costa chica y en la parte del istmo.

El caracol se obtiene de un molusco que hay en los pueblos chontales de huatulco, algunos zapotecos y mixtecos de la costa de Puerto Angel, y rumbo a Pinotepa Nacional. Son los tres colores que a través de un proyecto de reinterpretación del textil oxaqueño, el maestro Remigio Mestas ha llevado por más de 23 países. Aunque también ha trabajado en sus diseños, colores como el mangle, coco y palo de Brasil del Istmo, el encino de la Sierra Norte, el palo de zopilote y el palo de nanche de la Costa Chica. Una paleta de diez colores.

Remigio fundador del proyecto de rescate y preservación textil, explica como han venido trabajado en algunas obras textiles con la pita, material endémico de Oaxaca, al igual que con la lana, que a pesar de haber sido un material introducido en la Colonia, se ha ido adaptando a la tradición textil mexicana, al igual que la seda cruda, inscritos en la lista de materiales textiles desde 1545. De los baúles de Juana Cata, emergen también piezas trabajadas con algodón coyuchi, material natural de color café que no se tiene que teñir y que es uno de los más viejos de Mesoamérica.

Dentro de su programa de conservación y difusión de la riqueza textil, Remigio incluyó también la técnica del hilo emplumado, que estuvo vigente entre 1650 y 1720.

En 2002 nació el proyecto Diálogo textil de pueblos originarios del mundo con Oaxaca, con la idea de utilizar hilaturas de calidad extrema, como el algodón egipcio, el algodón pima y baby alpaca peruano, cachemir hindú, sedas de Japón, Tailandia, Tíbet, e incluso seda china para el bordado y la trama suplemental.

EL RESCATE

Uno de los principales retos del diálogo, en los años noventa, fue identificar qué tanto del quehacer textil está vivo y qué tanto estaba muerto, un trabajo de muchos años que ni el propio Remigio cree terminar en esta vida, ya que después de 35 años de investigación con las comunidades, presume conocer sólo el 20 por ciento de la riqueza textil de su estado.

Desde su origen, el proyecto no sólo buscaba preservar esta riqueza cultural, sino permitir a quienes la realizaban, dignificar su modo de vida, haciendo que su economía girara en torno al oficio.

“Yo me quedé con la base de datos que tenía mi abuela de algunos tejedores. A través del tiempo cuando llegamos a ser más de 150 miembros nos dimos cuenta de la capacidad que podíamos tener. Y empezamos a hacer el dialogo entre nueve maestros que tenían aún viva la tradición textil, tecos, amuzgos, tacautes, zapotecos, mazatecos, mixtecos, quienes habían roto su tradición por la llegada de materiales comerciales al estado”.

Un diálogo textil que se había conservado en los mercados, a donde llegaban los artesanos para vender materiales e intercambiar sus piezas a manera de trueque. Una forma de intercambio cultural que sirvió a Remigio de modelo para llevar a cabo su proyecto.

“En 2002 tuve la oportunidad de ir al Tíbet, y ahí se me aclaró el panorama porque entendí que podía comprar seda tibetana, al ver unos paños que le dan a los budas, porque con esos hilos los pueblos de Oxaca podían tejer sus obras, en ese momento crece el proyecto y empezamos a dialogar 'textilmente' con el mundo”.

Luego los materiales de la India, Nepal, Camboya, Vietnam, Indonesia, Egipto, Perú, entre otros países, se unieron en un intercambio artesanal que ha permitido que las prendas oxaqueñas, conquisten los más exquisitos gustos internacionales.

DE LA CALLE A LOS MUSEOS

A partir de los noventa, en México se revaloró el textil, y las prendas que eran exclusivas de las comunidades indígenas empezaron a ser utilizadas por diferentes tipos de públicos. Mujeres importantes en el ámbito cultural, artístico, político y educativo, empezaron a lucir hupiles, no sólo como una forma de vestir, sino como una característica de su personalidad, reafirmando el compromiso con las tradiciones que con ello tenían un nuevo respiro.

“Recuerdo que en el 2010, el maestro Francisco Toledo, en coordinación con la maestra Lourdes Baéz del centro cultural Santo Domingo, nos invita a realizar una exposición en el Centro de Artes, esa fue una pauta para que los maestros tejedores que vinieron desde sus comunidades, vieran sus piezas colgadas como obras de arte y observaran que sus prendas las lucían personas muy importantes, para quienes portar sus prendas era un honor”.

Una exposición que logró contagiar a los familiares, vecinos y allegados de los maestros tejedores, que se entusiasmaron a continuar con el oficio. Más tarde vino la exposición “Telares que retoñan”, que buscaba educar a los diseñadores gráficos, de moda e industriales, para que comprendieran que podían enlazar su mano a la de los artesanos y crear propuestas contemporáneas, pero que continuaran impregnadas de la espiritualidad que han mantenido viva los tejedores por generaciones.

Exposiciones en Museos de Indonesia, Líbano, Londres, Perú, Colombia, y varios países más de Europa, le han permitido a Remigio, comprender que el siguiente paso es llevar los tejedores a estos foros para que adquieran la dinámica propia de la cultura.

“Estos 35 años de experiencia me han permito aprender a trabajar con los cinco sentidos, eso me llevó a ver con diferentes ojos la apertura que teníamos que tener tanto en materia comercial como cultural, para nosotros los textiles son una segunda piel que te debe proteger”.

UN PAÍS QUE NO CUIDA SUS ARTESANOS

Aun cuando a diario las principales instituciones federales y estatales en materia de educación y cultura, pronuncian elaborados discursos sobre la importancia de preservar y difundir las tradiciones artesanales y la cultura popular del país, uno de los principales obstáculos para el comercio justo del textil indígena, es la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

El sesenta por ciento de los gastos directos de quienes hacen parte del proyecto de diálogo textil, es directamente en las comunidades indígenas, que nos son deducibles, eso provoca que el porcentaje de costo sea mayor al de la utilidad, por lo que la nueva reforma fiscal ha puesto en jaque mucho de este proceso de preservación y difusión, ya que algunos artesanos han estado teniendo hasta un 26 por ciento de perdidas en su cadena productiva.

“Un artesano no puede comprobar un gasto en comunidad, no le puedes pedir una factura a un árbol de donde obtienes un insumo, pero sí tienes que invertir en cuidar ese árbol. Es imposible que te facturen los indígenas el añil o la grana cochinilla, nos arriesgarnos a la compra de materiales pero también a la preservación, que tiene un alto grado de riesgo. Tenemos prendas que duramos 17 años para que puedan consolidarse. Hemos pedido a las autoridades que sean coherentes, el conocimiento ancestral no puede emitir recibos”.

Los promotores, artesanos y tejedores de Oaxaca emitieron un comentario con la intención de que las autoridades reaccionen, ya que si no hay un cambio, el arte popular en general podría estar condenado a la desaparición. Uno de los principales objetivos de Remigio ha sido también crear una patrimonio y una plataforma para las nuevas generaciones de tejedores. Proceso en el que trabajan, pero que también requiere de un replanteamiento de las autoridades fiscales.

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