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Los famosos minerales de la mina La Ojuela

La Ojuela II

Los famosos minerales de la mina La Ojuela

Los famosos minerales de la mina La Ojuela

José Luis Estrada-Rodríguez y Alexander Czaja

No es un secreto que México, un país minero desde hace casi cinco siglos, tiene fama internacional por sus yacimientos de minerales de colección. Naica y Santa Eulalia en Chihuahua, Valenciana en Guanajuato, Milpillas en Sonora o Boleo en Baja California Sur, son algunos lugares conocidos a nivel mundial e imanes para mineralogistas y coleccionistas. Pero ninguna de estas minas alcanza la fama de un lugar en el noreste de Durango en la Comarca Lagunera: La Ojuela en el distrito minero de Mapimí.

En el año 2010, investigadores de la Facultad de las Ciencias Biológicas de la UJED (Universidad Juárez del Estado de Durango), realizaron un amplio estudio de la flora y fauna de la Sierra el Sarnoso y Sierra de Mapimí, el cual incluyó también la geología y mineralogía de la región, enfocándose especialmente en la colección y el estudio de los minerales con el objetivo de establecer un muestrario básico para un futuro museo de minerales de La Ojuela.

En México, al contrario de varios notables museos en Estados Unidos y Europa, no existe hasta la fecha una considerable colección de minerales de este lugar de fama mundial. Desgraciadamente, también cuatro años después de las investigaciones, el visitante de La Ojuela y Mapimí aún no tiene la posibilidad de apreciar la riqueza mineralógica de este lugar. Es por eso que urge fomentar la fundación de un Museo de Mineralogía y Minería en el Pueblo Mágico de Mapimí, Durango.

La importancia de La Ojuela

No son pocos los expertos que consideran La Ojuela como la segunda mina más famosa a nivel mundial. No menos de 137 diferentes minerales fueron descritos hasta la fecha, un número que supera solamente la famosa mina Tsumeb en Namibia y otras pocas minas.

En la literatura mineralógica, La Ojuela es llamada frecuentemente la “Tsumeb mexicana”. Las dos revistas más importantes de mineralogía y coleccionismo, la estadounidense Mineralogical Record y la alemana Lapis, dedicaron respectivamente una edición especial a los minerales de este sitio, un honor que obtuvieron muy pocos lugares en el mundo.

Para tener una idea de la singularidad de esta mina de Durango, es suficiente mencionar que regularmente las minas contienen en promedio menos de una docena de minerales, entre tres y seis, en la mayoría de los casos. Además, varios de los minerales de La Ojuela, con nombres tan extraños como adamita, legrandita o köttigita, superan en su tamaño, color y belleza incluso a las piezas de colección de Tsumeb. Por si fuera poco, La Ojuela es una localidad tipo de más de cinco minerales, lo que quiere decir que estos minerales fueron encontrados solamente en este lugar o por primera vez a nivel mundial; la ojuelita y la mapimita son minerales cuyos nombres hacen que la región sea conocida en todo el mundo.

Pero, ¿por qué existe tanta diversidad de minerales en La Ojuela? La repuesta nos sorprende y nos asusta al mismo tiempo. El principal responsable de la diversidad y belleza de sus minerales es un elemento químico que en La Laguna causa enormes problemas: el arsénico; de los 137 minerales de La Ojuela, alrededor de 39 pertenecen al grupo de los arseniatos, minerales que contienen arsénico.

Casi 500 kilómetros de túneles

En realidad, la mina La Ojuela no es una sola mina sino un conjunto de varios tiros particulares conectados bajo la superficie y formando una red de túneles no muy diferente a un queso suizo. Los túneles o galerías, (muchos de ellos hechos a mano), alcanzan en conjunto casi 500 kilómetros de longitud, una distancia mayor que la que existe entre Torreón y Monterrey.

El basamento, la parte profunda de la mina, está bien estudiado por perforaciones, de más que 800 kilómetros, en total. Las más profundas detectaron un cuerpo intrusivo compuesto por rocas graníticas. Estos magmas suministraron los elementos químicos que forman finalmente los diversos minerales. La Ojuela contiene potentes menas con minerales de plomo, zinc, cobre y arsénico, llamados por la ciencia galena, esfalerita, calcopirita y arsenopirita. Con el contacto con el agua estos minerales se oxidan, transformándose así en otros minerales. Según el geólogo estadounidense y experto de La Ojuela, el doctor Peter K.M. Megaw, la presencia y el predominio de la arsenopirita hace de La Ojuela una mina excepcional con respecto a la belleza de los minerales. Como el nombre ya lo indica, la arsenopirita contiene arsénico, un elemento extremadamente peligroso para la salud pero que encerrado dentro de los minerales y en conjunto con otros elementos forma unos de los más hermosos minerales apreciados por coleccionistas del todo el mundo.

Los famosos arseniatos de La Ojuela

La mina es profunda, parcialmente inundada y para encontrar minerales de colección los mineros tienen que bajar algunos 600 metros por quebradizas escaleras de madera de más de un siglo de edad y caminar varios kilómetros hasta llegar a los llamados “lugares” o sitios con minerales. Ya en los años cuarenta del siglo pasado fueron encontrados en La Ojuela minerales de colección, en 1967, el geólogo estadounidense Victor Joseph Hoffmann describió en su tesis doctoral sobre la mina más de 100 diferentes minerales, pero no fue hasta los ochenta cuando se hicieron hallazgos realmente espectaculares.

En una cavidad de la roca fueron encontrados los más hermosos cristales de adamita morada (un arseniato de zinc) que jamás se hayan visto. Todavía hoy en día las adamitas de La Ojuela son las mejores del mundo y también con cristales más grandes que alcanzan 12 centímetros como lo menciona W. D. Panczner en su libro Minerals of México, de 1987. Sobre todo las adamitas verdes y amarillas señalan una notable fluorescencia cuando se les ilumina con luz ultravioleta.

Poco después, en otras pequeñas grutas, salió a la luz otro arseniato de zinc, la legrandita, con cristales de tanta calidad (tamaño y color) que supera todas las legranditas de otras minas. Un ejemplar, llamado el Sol Azteca, es la Legrandita más grande del mundo que se encontró hasta la fecha. Muy apreciada entre coleccionistas es también la mimetesita, otro arseniato, que por su hermosa coloración verde se parece más a una planta que a un mineral. Un aficionado con entrega puede encontrar en los viejos escombros mineros de La Ojuela, llamados 'hales', todavía hoy en día muy buenos cristales de mimetesita verde o amarilla.

Otros minerales de colección conocidos y apreciados a nivel mundial son la wulfenita y la hemimorfita. La primera contiene al lado del metal molibdeno también el plomo que hace los hermosos cristales de color de la miel y muy pesados. En la feria anual de minerales más grande del mundo en Tucson, Arizona, las wulfenitas mezcladas con las mimetitas de La Ojuela son muy buscadas igual como las transparentes hemimorfitas, un silicato de zinc.

Muchos de los mejores cristales de La Ojuela estaban originalmente en la colección de Miguel Romero Sánchez, el más famoso coleccionista mexicano de minerales, pero después de su muerte fueron vendidos a los museos de Estados Unidos, Europa y Japón. El precio de un solo cristal puede alcanzar varios miles de dólares y la comercialización es, al contrario de los fósiles, legal. Así, desde hace más que un medio siglo, casi todos los minerales de La Ojuela salieron -y siguen saliendo- del país sin que la región cuente con una colección propia. Esta situación motivó en 2010 a la UJED, en conjunto con el Concejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Durango (COCYTED) a una compra de emergencia de aproximadamente cuarenta diferentes minerales de La Ojuela.

Aun no se pierde la esperanza de que estos minerales, que se encuentran en las instalaciones de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UJED, en Gómez Palacio, puedan ser expuestos un día en un Museo de Mineralogía y Minería en el Pueblo Mágico de Mapimí, Durango. Después de más de 400 años de una exitosa historia minera, la mina La Ojuela, la joya de la minería mexicana, merece un lugar que dé muestra de la riqueza mineralógica a las futuras generaciones.

Si las autoridades del municipio de Mapimí y la empresa dueña de la mina iniciaran el proyecto de un museo de minería, sin duda de todas partes del mundo regresarían varios hermosos cristales como donaciones para ser apreciados en el lugar de donde surgieron: La Ojuela, Mapimí, Durango.

Correo-e: [email protected]

*José Luis Estrada-Rodríguez y Alexander Czaja son investigadores de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UJED

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