Hasta adelante en el Zócalo, privilegiados, frente al templete donde hablaría López Obrador, estaban unos quince mil viejitos y discapacitados -por lo menos ése era el número de sillas dispuestas para ellos- ubicados en dos bloques; por cada segmento había un geriatra que se paseaba y los organizadores distribuían a discreción 30 mil botellas de agua para los adultos mayores. “Hay que entender que muchos tienen que tomar sus medicinas”, explicó Ariadna Montiel, una de las dirigentes más discretas y activas del perredismo, responsable de la logística del evento.
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Hasta adelante en el Zócalo, privilegiados, frente al templete donde hablaría López Obrador, estaban unos quince mil viejitos y discapacitados -por lo menos ése era el número de sillas dispuestas para ellos- ubicados en dos bloques; por cada segmento había un geriatra que se paseaba y los organizadores distribuían a discreción 30 mil botellas de agua para los adultos mayores. “Hay que entender que muchos tienen que tomar sus medicinas”, explicó Ariadna Montiel, una de las dirigentes más discretas y activas del perredismo, responsable de la logística del evento.
Hasta adelante en el Zócalo, privilegiados, frente al templete donde hablaría López Obrador, estaban unos quince mil viejitos y discapacitados -por lo menos ése era el número de sillas dispuestas para ellos- ubicados en dos bloques; por cada segmento había un geriatra que se paseaba y los organizadores distribuían a discreción 30 mil botellas de agua para los adultos mayores. “Hay que entender que muchos tienen que tomar sus medicinas”, explicó Ariadna Montiel, una de las dirigentes más discretas y activas del perredismo, responsable de la logística del evento.Foto: Notimex, EFE.
30 de julio de 2006.