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'¡Viva el Señor de los Rayos!', devoción de luz y consuelo desde el poniente de Torreón

'¡Viva el Señor de los Rayos!', devoción de luz y consuelo desde el poniente de Torreón

Un monaguillo merodea en el atrio del Santuario del Señor de los Rayos, en la colonia José R. Mijares de Torreón. Escucha el rumor lejano de las tamboras y los guajes. Luego fija la vista, el color vivo de los penachos se acentúa cerro abajo. "¿Quién va a traerle el agua bendita al padre?". Son casi las once de la mañana del domingo 1 de junio, día de la Ascensión, y es hora de dar la señal, de avisarle al barrio que han llegado los peregrinos. Entonces el niño, de nombre Yahír Eduardo y ataviado de sotana blanca, corre hacia el lado derecho del templo. Tensa una cuerda colgante, como si se dispusiera a dirigir un velero, y tira de ella con fuerza. ¡Talán, talán! Provoca que la campana despliegue su vela de sonido, emita su timbre metálico y resuene al pie de la montaña. "Señor de los Rayos, mi luz y consuelo. Me alcancen el cielo, tu muerte y tu cruz". Primero arriban los feligreses, con hilitos de sudor que descienden por sus rostros. Rezan, echan porras en nombre de Jesucristo, cierran las sombrillas con las que se defendieron del sol. Luego suben la escalinata y reciben la fresca bendición del padre Agustín Calderón, quien vive su primera fiesta patronal equipado con un cucharón y una simple tina de plástico rebosante de agua. Atrás vienen los danzantes. La campana es una enorme boca con un orbe de bronce adentro, un vigía que observa el barrio desde un encumbrado torreón de ladrillos. Y si repica, se vuelve una voz de hebras estridentes. La primera vez que resonó fue el 23 de octubre de 1983, cuando se inauguró el Santuario del Señor de los Rayos, que edificó el padre Jesús Santillán -entonces párroco de la Sagrada Familia- con el apoyo de la comerciante Socorro Samaniego. Ellos trajeron la imagen del santo desde el pueblo jalisciense de Temastián, ya bendecida por los abades de aquellas tierras. Se dice que la devoción al Señor de los Rayos llegó a Torreón gracias a locatarios del Mercado Juárez, que le rezaban cerro abajo en una casa de la colonia Compresora, que la imagen original de Temastián soportó la caída de un rayo y la del santuario en Torreón es una réplica: un cristo al centro de una gran ostia, a la que los laguneros han agregado las palabras: vida, gracia, esperanza, felicidad, salvación, santidad, salud, fe, amor, verdad, sabiduría, redención, eternidad, libertad, perdón y paz.

Autor: ENRIQUE TERRAZAS, publicada el 08 de junio de 2025

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