Pero también se escuchaba esa voz inconfundible de Pedro Ávila Nevárez hablando de los revolucionarios en el discurso oficial de la Rotonda de los Hombres Ilustres.Mientras un grupo tocaba y cantaba "cariño que Dios me ha dado para quererlo" a unos pasos unos niños jugaban entre las sepulturas y algunas mujeres preparaban lo que habían llevado para desayunar; en otro lado una pareja limpiaba la tumba de su ser querido y no muy lejos de ahí una familia rezaba el Santo Rosario con fervor.
Autor: OSVALDO RODRÍGUEZ, publicada el 03 de noviembre de 2017