Fue una tarde blanca. De ese color vistió la gente en su mayoría. Pero blancas también fueron las lágrimas de una mujer, pintado su rostro, trabaja como payasa en fiestas infantiles. Hace cuatro años secuestraron a su hija, le hablaron por teléfono, le dijeron que se la iban a regresar en pedacitos.
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Fue una tarde blanca. De ese color vistió la gente en su mayoría. Pero blancas también fueron las lágrimas de una mujer, pintado su rostro, trabaja como payasa en fiestas infantiles. Hace cuatro años secuestraron a su hija, le hablaron por teléfono, le dijeron que se la iban a regresar en pedacitos.
Fue una tarde blanca. De ese color vistió la gente en su mayoría. Pero blancas también fueron las lágrimas de una mujer, pintado su rostro, trabaja como payasa en fiestas infantiles. Hace cuatro años secuestraron a su hija, le hablaron por teléfono, le dijeron que se la iban a regresar en pedacitos.Fotos: Notimex, El Universal.
31 de Agosto de 2008.