Unos iban escépticos y poco preparados: pantalón de mezclilla, botas mineras, ropa negra y sin bronceador ni dinero para comer. A algunos apenas les alcanzó para tomarse un agua de coco en su misma cáscara, y comer una tostada o tacos de a diez pesos que vendían familiares de trabajadores de la delegación, autorizados por ésta misma, según contó una chica que era administradora dentro de la palapa.
Unos iban escépticos y poco preparados: pantalón de mezclilla, botas
mineras, ropa negra y sin bronceador ni dinero para comer. A algunos apenas les alcanzó para tomarse un agua de coco en su misma cáscara, y comer una tostada o tacos de a diez pesos que vendían familiares de trabajadores de la delegación, autorizados por ésta misma, según contó una chica que era administradora dentro de la palapa.FOTOS: EL SIGLO DE TORREON / EFE
publicada el 04 de abril de 2007