Croacia espera en la final de la Liga de Naciones a España o Italia, tras exhibir las señas de identidad que la instalaron en la élite, su carácter combativo y el orgullo infinito al ritmo que marca Luka Modric, remontando al anfitrión, Países Bajos, en la segunda parte y rematando su proeza en una prórroga que la acerca al primer título de su historia (2-4).