Pese a todo, los responsables de JR West no descartaron que en el accidente se conjugaran otras circunstancias, al descubrirse en las vías, a 60 metros del lugar del descarrilamiento, las marcas de fricción producidas cuando las ruedas arrollan un objeto sólido, del tipo de una piedra, por ejemplo.El sistema de control de esa parte de la línea donde se produjo el accidente es uno de los más antiguos del país y no cuenta con el sistema de frenado automático que se dispara cuando se sobrepasa el máximo de velocidad permitida.Centenares de bomberos, militares y policías se preparaban para alargar a la luz de potentes focos la búsqueda de supervivientes de la mayor tragedia ferroviaria de Japón en 42 años.Según los expertos de JR West, para que un tren descarrile en esa zona tendría que haber superado antes los 133 kilómetros por hora, siendo la velocidad máxima estipulada para tomar ese tramo de curva de 70 kilómetros por hora.El conductor, que sólo tenía 11 meses de experiencia en su puesto, es una de las personas aún desaparecidas, pero parece que está vivo.Las circunstancias del suceso son aún confusas, aunque los expertos parecen decantarse por un exceso de velocidad del convoy al tomar la curva de Amagasaki, motivado por un posible fallo humano del conductor del tren, un joven de 23 años.Muchos años antes, en noviembre de 1963, se había producido el peor accidente de tren de la historia de Japón, cuando 161 personas murieron al chocar tres convoyes en Tsurumi, cerca de Tokio.Este accidente superó al ocurrido en 1991 en la provincia de Shiga, cuando al menos 42 personas murieron y 614 resultaron heridas al chocar dos trenes, en un suceso que conmovió al país y lanzó una campaña a nivel nacional para mejorar la seguridad ferroviaria.Cuando se disipó el polvo y humareda levantada por el brutal impacto, los vecinos de la zona asistieron a una escena dantesca: los vagones descarrilados se habían plegado en forma de acordeón y dos de ellos aparecían empotrados contra el edificio.Cinco de los siete vagones del tren, en el que viajaban 580 personas, se precipitaron contra los pisos bajos del edificio de viviendas situado a poco más de seis metros del tendido ferroviario.Según dijeron otros bomberos, podría haber más gente, de quienes se teme lo peor, en el vagón inferior, chafado a presión en el sótano del edificio como una caja de cartón y del que apenas se ven las ruedas bajo la carcasa doblada del segundo coche.Entre hormigón y hierros retorcidos, quedó una decena de personas atrapadas, entre ellas las cuatro que aún estaban vivas, indicaron los bomberos.Los equipos de rescate lograron localizar a cuatro personas aún con vida (dos hombres y dos mujeres a quienes se suministró agua), atrapadas en el montón de chatarra en que quedaron convertidos los dos vagones de tren “incrustados” en un edificio de ocho plantas al descarrilar el convoy.Los bomberos de Hyogo, suroeste de Japón, trabajan contra reloj para intentar rescatar a la decena de personas aún atrapadas en el amasijo de hierros del tren que descarriló ayer, en una tragedia que ha dejado al menos 73 muertos y 441 heridos, según la agencia local Kyodo.