Dos días después de que un joven islamista sembrara el terror en el centro de Viena con un atentado que mató a cuatro personas y dejó una veintena de heridos, y tras disiparse la amenaza de un posible segundo atacante prófugo, muchos ciudadanos acudían este miércoles al escenario del atentado para dejar flores en memoriales improvisados y llorar a las víctimas.