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Rumbo al centenario

'No hay que vencer, hay que convencer', asegura Alberto Villarreal

Compartió con El Siglo relatos sobre su trayectoria en el desarrollo inmobiliario, sus experiencias en la industria vitivinícola y sus reflexiones sobre la pandemia

PATRICIO DE LA FUENTE

Desde el Pueblo Mágico de Parras de la Fuente, Coahuila, El Siglo de Torreón charló con Alberto 'Botis' Villarreal de cara al próximo centenario de esta casa editora. 

-Ya no podemos medir al mundo, nuestra realidad, bajo los parámetros del ayer. Si me hubieran dicho hace algunos meses que la tercera de las entrevistas rumbo al Centenario de El Siglo de Torreón comenzaría con una copa de vino y un buen amigo, no me la hubiera creído. Nos da gusto y es un honor, Alberto Villarreal, Botis, que nos recibas aquí en Parras. Muchas gracias. 

Gracias a ti por invitarme a formar parte del siglo de El Siglo de Torreón y por venir aquí a Parvada, que es su casa. 

-Salud por una buena conversación. Háblame de tus pasiones porque tienes varias, lo sé, y eres muy exitoso. Cada quién tiene ciertos parámetros de lo que es el éxito, una concepción de lo que significa. Tú eres exitoso en lo que haces, lo disfrutas enormemente. Háblame de tus pasiones. 

De mis pasiones. Este fue un proyecto nuevo de la familia, porque siempre nos dedicamos a la industria de la leche. Mi abuelo fue presidente de LALA. Mi papá, Jesús, también presidió LALA, (yo no sé si lo conozcas…)

-Lo conozco, lo quiero y lo entrevisté hace más de 20 años para El Siglo de Torreón. Creo que esto se ha vuelto casi una costumbre familiar.

Ya es la segunda, tercera generación y este desarrollo viene a sumar a nuestros proyectos inmobiliarios. La familia primero concibió el fraccionamiento Las Villas y ya con la idea de independizarnos hicimos la Vinícola Residencial en Torreón.

Desarrollamos eso y pensamos: busquemos crecer, pero ya afuera de Torreón, bajo el mismo concepto.  Me preguntas por mis pasiones. Vemos a Parras creciendo mucho en el tema del vino. Sobre todo, el que hace punta es Casa Madero, luego viene Don Leo que cada año realiza vendimias. Notamos el romanticismo de hacer vino, sabemos que la industria está en crecimiento y decidimos aventurarnos en este negocio. Por ahí me preguntaban que qué sabíamos del vino, pues creo que tomarlo, pero hace tres años comenzamos a producirlo. 

-Desarrollos. ¿Por qué decides tú incursionar en eso? 

 Mira, los desarrollos empiezan en el 2000 cuando comenzamos con Las Villas y no te podría decir si fue casualidad o no casualidad, pero principalmente se debió a que la ciudad creció hacia donde estaba el rancho de mi abuelo, de don Lupano. Así comienzan a llover ideas, a pensar qué hacíamos con el rancho. Fue entonces cuando decidimos hacer un desarrollo en esa propiedad. 

No nos dedicábamos, nadie de la familia, a hacer desarrollos. Comenzamos con lluvia de ideas, no teníamos experiencia, pero mi hermano Jesús, con primos, con tíos, contrataron a un arquitecto y exploramos qué se podía hacer. Encontramos el adecuado después de viajar a Guadalajara, a México, a Monterrey, a Estados Unidos, con el fin de visitar distintos proyectos existentes en diversas zonas. Después nos convencimos de que nosotros solos podíamos hacer el desarrollo sin tener que buscar a un tercero.

Se crea el modelo de Las Villas donde, desde que iniciamos, mi papá decía que no vendíamos terrenos, sino que vendíamos terrones, porque no había nada. Era un proyecto, una maqueta, una ilusión. La gente confió en la reputación que tenemos y así iniciamos en el año 2000. Rompimos con los parámetros de los demás fraccionamientos, dada la inseguridad que existía en la ciudad. Hacer privadas con casetas fue algo que funcionó muy bien. Comenzamos a hacer privadas y privadas, y la gente creyó en nosotros, a gustarle lo que hacíamos y a confiar, y el desarrollo se fue muy rápido. Luego viene ya, te estoy diciendo que es un negocio familiar de mi papá y sus hermanos principalmente, y nosotros como hermanos: Jesús que es el más grande, luego Federico el más chico y yo el de en medio, tratamos de separarnos un poquito y emprender nuestros propios proyectos. Invitamos a un muy buen amigo, compadre, Francisco Hamdam, y desarrollamos al lado de Las Villas, la Vinícola Residencial. 

Nos fue muy bien y decidimos continuar haciendo desarrollos, a buscar fuera de Torreón y replicar este mismo concepto. Nos ofrecen terrenos en Tulum, compramos otros en Cancún, aquí en Parras nos plantean asociarnos con unos amigos, conocidos de Monterrey, los Fernández, para hacer otro. A mí, la verdad desde el inicio que me platican de este proyecto  me dio miedo. Parras es una segunda casa, nadie va a llegar aquí a comprarte  a fin de instalarse a vivir como si fuera su primera casa. A lo mejor venirse a vivir sí, pero ya retirados, pero no es tu primera casa, está en medio de Torreón, Saltillo y Monterrey, y pues sí me daba miedo eso e instalar la vinícola. 

Hacer vino es una inversión tremenda, no se ven utilidades en varios años, porque primero hay que sembrar la vid, eso se tarda dos o tres años, y luego embotellarla, embarricarla, salir a venta, es un proceso. En el proceso tienes que tener listo lo de los siguientes años.

-Estabas jugando con los intangibles, porque el tiempo es intangible. Cuando haces un desarrollo tienes una línea de tiempo, proyecciones de cuánto tardarás. El miedo es fuerte pero también puede ser un gran motor para hacer cosas. 

Yo no sé si te acuerdas, Patricio, pero yo a los 18 años, bueno, nadie tomaba vino. Ahora los chavos de 18, de 20 años, ya le entran al tinto. La industria ha evolucionado mucho. Antes eran vinos importados, vinos mexicanos casi nadie hacía. 

Hoy México cuenta con excelentes vinos, Baja California, quizá por influencia americana, Casa Madero antes hacía aguardientes, pero cambió la manera de ver las cosas y hoy son punta de lanza aquí en Parras. Otras vinícolas se sumaran y ya somos zona de origen, igual que Baja California, Napa, etcétera. 

Claro, nos ayuda mucho aquí en este proyecto sumarle un desarrollo habitacional, el concepto de una segunda casa en una muy bonita nogalera con bodegas, casa club, explanada para eventos: juntamos todo y lo convertimos en negocio. Lo residencial,  yo creo que va a tener un límite de venta, pero lo fuerte en los próximos años, vendrá en la cuestión del vino. 

La pandemia nos ayudó, la gente se ha limitado a viajar, a Estados Unidos no puedes ir en coche, Europa está cerrado, entonces ello se traduce en muchos viajes regionales. Y sorpresa, pues pensamos que los fines de semana, por el frío y la temporada invernal, que la afluencia disminuiría pero estamos llenos

La venta de los terrenos ha ido avanzando muy bien. Y a lo mejor se termina la venta porque sí fue un 'boom' cuando salimos, pero ahora han ido un poquito despacio, las ventas. Yo creo que a futuro haremos buenos vinos, una marca que sea reconocida nacionalmente.

La verdad como dices tú, de las pasiones pues es una pasión, es romántico venir aquí, que tengas tu vino y ver gente conocida, que hablen bien de nosotros.

-Hablemos de cadenas de valor. ¿Qué te interesaría? Obviamente ustedes como empresarios llegan aquí a Parras, están apostándole a un proyecto exitoso. Ya tienen una radiografía del municipio, de la problemática, de las oportunidades. A mí me gusta el estudio de las cadenas de valor. ¿Qué sientes como empresario que están generando y a qué círculo de cadenas de valor te gustaría sumar para Parras?

El crear Parvada, el crear el restaurante que los fines de semana está lleno, todo lo que es el municipio de Parras se beneficia por Parvada. Es toda una cadena de valor que se está dando aquí en la región, invertir aquí nosotros y sé que a lo mejor vienen otros proyectos que todos, juntos, van a sumar. Para Parras, también que sea un éxito y que tengamos más venta en las botellas nos representa sembrar más vid que significa más trabajo para la gente de los ejidos de alrededor, entonces todo ello representa una cadena de valor. Las construcciones de las casas aquí, a los albañiles, a la gente que vende materiales, pues todo eso vamos sumando a la región. 

-Hablando de intangibles, regresando a eso. La pandemia. En la pandemia todos hemos tenido que replantear cosas. ¿Qué lecciones te ha dejado la pandemia? Porque a ver, Botis, estas son entrevistas que no son de coyuntura, no inmediatas, queremos que se puedan ver en veinte o treinta años y sigan teniendo valor, pero existe un intangible histórico: la pandemia. ¿Qué te tuviste que replantear tú?

Cuando viene esta pandemia y empieza todo mundo a cerrar, mi hija estudiaba en Londres y empiezas a oír que ahí viene el fregadazo. Ahí viene de China y ya llegó a Estados Unidos, a Europa, a México, todo mundo empieza a cerrar. Le hablo a Mariana, mi hija, y le digo: ya vente, se sentía, no precisamente que se fuera a acabar el mundo, pero terminamos aislándonos, posteriormente cerraron las ciudades y las grandes economías se vieron afectadas. El negocio inmobiliario lo sentíamos más vulnerable porque también nos dedicamos al tema alimenticio de invernaderos y yo ahí no veía problemas porque la gente tiene que alimentarse y necesita comer. 

Regresando a la cuestión inmobiliaria, sí nos dio mucho miedo que nos dejaran de pagar, y efectivamente, tuvimos que renegociar ciertos terrenos, bajaron las ventas. 

Sin embargo, la gente valora. Los que tenían casa en Parras, en la presa, en Mazatlán, departamentos, lo han disfrutado, hay gente que lo ha valorado y nos compran terrenos para hacer su segunda casa y disfrutan un lugar maravilloso como es Parras. 

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-Regresando a uno de nuestros amores compartidos, La Laguna. A mí me pasa con frecuencia que vienen personas de otros sitios y dicen: caray, La Laguna se percibe abandonada. ¿Qué piensas? ¿Qué esté abandonada La Laguna? 

Que esté abandonada o que nos quedamos en pausa en muchos ámbitos. Es como el americano que llega y critica a México. A lo mejor tiene razón en algunas cosas, pero te cae muy gordo el hecho de que lo diga. A mí me pasa que dicen: oye, La Laguna está detenida de alguna forma. Sí y no. He ido a Chihuahua y de repente ves edificios, zonas comerciales en crecimiento, Saltillo yo no sé si será por la capital, pero hay muchos edificios, en Torreón sí percibo un poco parado ese rubro, inversiones en edificios. Es una ciudad más plana, sin embargo, en materia económica yo veo a un Torreón fuerte, pujante, con ganas de invertir. Torreón está muy bien. Tengo fe y estoy seguro que a la larga seguirá evolucionando y creciendo. Yo los veo con muchas ganas de seguir en Torreón, yo no sé cómo lo veas tú…

-Yo coincido en eso, veo una generación de jóvenes pujante, creativa, que trae un chip, a lo mejor están regresando a algo que, no sé si coincidas conmigo, no sé en qué momento se perdió. Nuestros abuelos, nuestros bisabuelos, claro, es una región de inmigrantes, todos venimos de fuera, casi nadie somos de aquí, pero existía el sentido de ayuda y pertenencia, de pertenencia que obviamente sigue existiendo, siempre nos dábamos la mano los unos a los otros, era una época muy bonita. Por ejemplo, los créditos a la palabra. Había esa confianza. Es lógico que cuando las sociedades van creciendo, hay cosas que cambian, la reputación, que finalmente es lo que habla de una persona. La congruencia entre los dichos y los hechos. En algún momento, no sé si coincidas conmigo, esto se perdió, nos volvimos, en general, en el mundo, una sociedad con más problemas, a lo mejor más individualista, no tenemos el tiempo, porque el tiempo es el recurso más preciado no renovable con el que contamos, de regresar a tal sentido de comunidad. Creo, Alberto, que los jóvenes están tratando de recuperar esto. Nos hace falta un ejercicio de análisis respecto a recuperar esta fraternidad porque hemos hecho cosas extraordinarias, pero sí siento que en algún momento del camino se extravió. 

Sí, sí te creo eso porque cuando vienen los españoles, los españoles se ayudaban los unos a los otros. Siempre los españoles tienen una cierta hermandad, a lo mejor lo que comentas, Pato, es que la ciudad ya creció, ya no somos un pueblo como hace cuarenta o cincuenta años, pero existen comunidades que siguen ayudando. 

-Hablando de familia, empresa familiar. Existe cantidad de literatura respecto a las empresas familiares y ser una empresa familiar exitosa en la tercera o cuarta generación es algo digno de aplaudirse. ¿Cómo le han hecho ustedes? ¿Qué le recomendarías tú como empresario a cualquier emprendedor, a cualquier persona que esté en un ámbito de empresa familiar sobre lo que hacer y lo que no hacer?

Tú dices que es fácil pero no es fácil. Sí ha sido fácil, tú ahorita hablas de tercera generación, pero nos hemos ido separando. A lo mejor en lo que es el negocio de Las Villas sí es una segunda o tercera generación, pero mi papá cuando tiene el rancho que era su familia de socios porque era de mi abuelo el negocio, sí nos llegamos a separar nosotros los Villarreal Gómez, que somos Jesús, Federico y yo. Pusimos negocios independientes ya fuera de la familia porque sí, vemos que cuando van creciendo las familias se va haciendo mucha gente, mucha gente piensa diferente, unos jalan para allá, otros jalan para acá, unos trabajan en el negocio, otros no trabajan y al final de cuentas todos quieren vivir del negocio. Entonces sí es muy complicado una empresa familiar a final de cuentas.

Nosotros, hablando ya de un éxito de la familia Villarreal Gómez, de mis hermanos con mi papá, yo creo que el primer éxito que tenemos es que vamos por el mismo camino y que somos socios en la misma proporción y que los tres trabajamos para la misma empresa. Eso es algo que nos ha funcionado, aparte que tenemos muy buena relación, pero también pensamos igual, Pato.  Existe un dicho de decir: oye, no hay que vencer, hay que convencer. No se trata de una lucha, porque a veces llegas a una junta de Consejo y es por votación, y el que no votó pues lo vencieron. Un familiar que no está de acuerdo en hacer un proyecto y lo hace por votación se va a quedar enojado, se va a quedar molesto porque él no estaba de acuerdo en hacer equis proyecto, por eso mejor hay que convencer. Si todos los socios están y alguien no está de acuerdo, pues convéncelo, y lo que yo veo en nosotros como hermanos, que a veces no estamos de acuerdo, pero nos hemos convencido en los proyectos.

Y nos ha ido mal, existen proyectos donde la hemos regado pero a final de cuentas de eso se trata: de seguir empujando, de seguir haciendo, de seguir innovando proyectos y como todos nos podemos equivocar, se nos puede caer la casa como dicen pero hay que levantarla y seguir adelante. 

El consejo que les daría es tratar de ir en la misma dirección y que los miembros de la empresa familiar trabajen. Si el día de mañana, alguna empresa familiar no tiene alguien que trabaje, que sea socio solamente, hay que poner bien los límites desde un inicio. Decir, el que trabaja tiene un sueldo, y el que no trabaja tiene un dividendo, y que si los que trabajan también son socios, también tienen derecho al dividendo. El día de mañana, los empleados que son socios o familiares van a tener el beneficio de una liquidación por haber hecho mal o bien su trabajo pero por eso están ahí, por eso están trabajando y se les tiene que dar una compensación al final del tiempo cuando se retiren, cuando se jubilen, y el que está afuera como inversionista, pues nomás a los dividendos y al crecimiento de la empresa. Así se debe de tratar y manejar: como si fuera una empresa en bolsa, en una empresa familiar tienes que tener los reglamentos como si fuera una empresa institucional, profesional, porque si no te metes en problemas y generas un desorden financiero que al rato puede convertirse en un problema. 

-Hablando de intereses, ¿a qué proyecto no le entrarías como empresario de la construcción?

A todo le entraría donde exista una factibilidad. Si tú dices: oye, pues un edificio, pero si hay un proyecto, un terreno, ¿por qué no entrarle? Traemos un proyecto de hacer un edificio de oficinas. Está parado por la pandemia, porque va a cambiar mucho todo por el home office, entonces nos da un poquito de miedo arrancarlo, pero el proyecto ahí está. Estamos haciendo unos departamentos en Tulum, porque el proyecto se está dando. ¿Hacer locales comerciales y rentarlos? Ahí traemos también proyectos, todavía no los arrancamos pero por la mente nos ha pasado entrarle, rentarlos, venderlos, estamos abiertos a hacer todo. ¿Por qué no lo hemos hecho? Porque todavía no afinamos bien el lápiz, pero no descartamos poder hacer el día de mañana cualquier proyecto inmobiliario que se nos presente. 

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-Me hablabas de tus hermanos y de tu padre a quien conozco muy bien, lo quiero mucho y lo respeto, pero obviamente, tú nos has explicado un poco por qué funciona bien esta sociedad familiar, esta empresa con procesos institucionalizados. Siempre en una sociedad cada quien aporta distintos talentos, los seres humanos no somos todólogos. ¿Qué le aportas tú a la sociedad?

Yo cuando me gradúo, estudié en el Tec de Monterrey contaduría pública, fui con mi papá interesado por el negocio familiar que era de mi abuelo, mi papá se queda trabajando con un tío, pero la sociedad era de mi papá y de sus hermanos. Mi hermano Jesús se mete a trabajar con mi papá a ayudarlo y a mí me dice mi papá que ya no hay chance en el negocio familiar porque como lo comenté,  ya había crecido la familia y al rato todo mundo va a querer trabajar ahí y pues el negocio no da para todos. Y yo me meto a trabajar, a mí me gustan mucho las finanzas, pero más que de contador haciendo cuentas, me gustaba el ramo financiero. Y me meto a trabajar a una casa de bolsa, posteriormente me invitan a una dirección en Bancomer, en su casa de bolsa, entonces me gustó mucho el lado financiero, institucional, y cuando salgo del banco a poner el negocio con mis hermanos, los Villarreal Gómez, yo me quedo en lo que son todas las finanzas, en el pago de proveedores, en conseguir créditos, en estar haciendo cuentas, entonces el motor o mi aportación es meramente financiero, desde ahí aporto al negocio familiar, y le ayudo a mi papá, en ese sentido.

-Las finanzas son un área padrísima, pero es como hacerle al policía bueno, policía malo. Es en quien tiene que recaer un poco el recato.

Sí, claro. Y es el que cae gordo a veces, pero al final de cuentas debe de haber una estructura, debe haber un orden, donde tienes que tener un orden en las cosas y en ese orden a mi me tocó la cuestión financiera. 

-¿Cómo te gustaría que te recordaran tus hijos?

Me llevo muy bien con mis tres hijos, tengo dos hombres y una niña, tengo muy buena relación con ellos, salimos de viaje, les gusta estar conmigo, disfrutamos conviviendo, vamos a la presa. Me gustaría ser recordado como un papá cercano, amigo, si lo quieres ver, nos gusta ver el futbol americano, me gustaría que recordaran todas esas experiencias que hemos vivido durante los años transcurridos y los que faltan. Seguir estando juntos, yo los disfruto, ellos me disfrutan a mi, ser amigo pero hay que saber poner límites.

-¿Qué te gusta de las nuevas generaciones?

Yo las veo más simples, yo no sé si sea bueno o malo, pero les gusta más bien lo digital, trabajar en la casa, trabajar en la computadora, no percibo a la actual generación de jóvenes sentados en un escritorio…

´Pues sí, en ocasiones caemos en la generalización o en la incomprensión. Si te pones a ver, siempre ha habido una suerte de incomprensión, pero depende del cristal donde se mire…

Yo también veo en esta generación, mi presentimiento es que quieren hacer dinero muy fácil y rápido. Por ejemplo, la generación de mi abuelo se venían y compraban una vaca y andaban de ordeñadores y ahorita andar ordeñando una vaca, bueno, no existe. Ya ponen cámaras en los establos y prenden la computadora y en lugar de ir al rancho ya están ahí viéndolas. La tecnología ha evolucionado y con ello han evolucionado las formas en las que operamos un negocio. 

-Lo que nos roba la paz. A mí me roba la paz el exceso de información que tenemos. ¿Qué te roba la paz a ti? 

Ahorita, durante la pandemia, la vulnerabilidad en la que estamos. A lo mejor mi papá que ya es grande, uno se siente fuerte, se siente sano, pero yo he escuchado de casos que de la noche a la mañana les pega el virus, que los encuentra bien, fuertes y sanos, y que los tienen que llevar a intubar. Tenemos esa vulnerabilidad mientras no nos vacunemos. Ojalá que funcione la vacuna, que no exista otra cepa, eso sí me roba un poquito la paz.

-¿Y qué te da paz?

Mi familia, con mi esposa me llevo muy bien, mis tres hijos sanos, el disfrutar cada día con ellos, el convivir, me da felicidad la armonía familiar que tenemos, fuerza: eso me da paz, porque en mi casa, aunque tenga problemas del negocio, llego y me desconecto…

Alberto Villarreal aseguró que hoy en día México cuenta con excelentes vinos como los de Baja California y los de Parras de la Fuente. (ÉRICK SOTOMAYOR)

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Escrito en: Rumbo al centenario Alberto Villarreal

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