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Quentín Tarantino

El sello de Tarantino

Ni toda maldición, juramento o blasfemia es expresada con palabras tabú. (ARCHIVO)

Ni toda maldición, juramento o blasfemia es expresada con palabras tabú. (ARCHIVO)

AGENCIAS

Tan cierto como que no bastan las palabras para describir "Había una vez... en Hollywood" y las ocho restantes cintas de Quentin Tarantino es que no bastan las malas palabras para que, en boca de sus personajes, este director consiga exprimir al máximo todos sus posibles significados y motivaciones.

Y una de las personas que puede presumir que le consta es Hairil Akbar Arifin, autor de un análisis sociolingüístico de todas las blasfemias exclamadas por los sicarios y el resto del elenco de "Tiempos violentos".

El uso de vocablos proscritos. Que diario nos comunicamos mediante el lenguaje suena a perogrullada. Menos evidente es que las mismas palabras pueden tener diferentes significados dependiendo del grupo social y de la cultura. De acuerdo con Arifin, ni toda maldición, juramento o blasfemia es expresada con palabras tabú (ejemplo: ¡Eres un aborto de Satán!) y ni siquiera con malas palabras, ni toda palabra tabú es blasfemia. En su estudio de "Tiempos violentos", Arifin no consideró palabras que son más bien palabrotas o groserías sino sólo las 63 ocasiones en que escuchamos maldiciones durante el filme.

Es uno de esos raros cineastas en esta industria que ha mantenido su derecho a decir ‘esta es una obra de arte que entregaré al mundo y esto es lo que representa este personaje y esta es mi obra de arte’... por eso queremos trabajar con alguien así”. — LEONARDO DICAPRIO, actor
Clasificación de blasfemias

Arifin identificó cinco tipos de blasfemias y tres motivaciones distintas (psicológica, social o lingüística) al ser proferidas por los tarantinescos personajes:

1) Blasfemias enfáticas

Vincent: ¿Qué hizo Marsellus?

Jules: Mandó a un par de matones a sacarle de su patio y lo tiró por el balcón. El negro cayó de un cuarto piso. Abajo tenían una especie de invernadero. El negro la atravesó. Desde entonces tiene un impedimento para hablar.

V: Es una maldita vergüenza.

En este ejemplo, la palabra "maldita" se usa como adverbio para dar mayor énfasis e indicar que no se trata de cualquier vergüenza.

2) Blasfemias idiomáticas

Esmeralda: ¿Cómo se llama?

Butch: Butch.

E: Butch... ¿Qué significa?

B: Soy americano, cariño, nuestros nombres no significan una mierda.

Butch usa la palabra "mierda" con el significado de que su nombre y el del resto de los estadounidenses no significa nada.

3) Blasfemias disfemísticas

Lance: ¡Cariño, voy a matarte si no te callas!

Vincent: ¡Ven aquí! ¡Deja de pendejear e inyéctala!

En el extremo opuesto del eufemismo, el disfemismo es el uso de palabras o frases despectivas en lugar de otras más neutras. En este caso Vincent pudo haberle indicado a Lance, de manera eufemística, que trajese de vuelta su mente al problema presente o, simplemente y de forma más neutra, que dejase de distraerse.

4) Blasfemias catárticas.

Vincent: Está bien, Mia. Escucha, tengo que irme. ¿Está bien? ¡Oh, ching... madre! Tú… Oh, Dios. ¡Ya me ching...! ¡Me ching...! Oh, vamos, chica, nos vamos de aquí. Vamos a pasear.

Las referencias religiosas y sexuales de los alaridos de Vincent tienen aquí un efecto catártico y su único fin es liberar la tensión, no son una confesión literal.

5) Blasfemias abusivas.

Paul: Oye, mi nombre es Paul y esta mierda es entre ustedes.

Vincent: ¿Entonces por qué ching...s me preguntaste acerca de esto? Pend...

A pesar de que es muy común que asociemos a las blasfemias con esta categoría, buena parte de las veces pertenecen a alguna de las cuatro primeras categorías. En "Tiempos violentos" sólo el 6% de las blasfemias son abusivas y, dado que la mayoría de los personajes están inmiscuidos en actividades criminales, el resto de ellas son tan sólo su forma cotidiana de hablar entre ellos; así, 35% de las veces que blasfeman es para enfatizar algo y en 44% de las ocasiones que maldicen es por razones sociales: por vínculos entre amigos, compañeros de trabajo o de un mismo grupo social.

"¡Cállate el maldito hocico!" cambia por completo si quien nos lo dice es nuestra pareja durante una discusión o un amigo mientras le platicamos sobre la sociolingüística de Tarantino.

Ni toda maldición, juramento o blasfemia es expresada con palabras tabú. (ARCHIVO)
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